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Los científicos dicen que los pesticidas están causando el abejalipsis

Nos estamos volviendo inmunes a los muchos informes de noticias de las cifras bajas de polinizadores. ¡Pero esto es importante!
Phoebe Hurst
London, GB

Podemos llenar nuestras azoteas con colmenas urbanas, beber suficiente hidromiel como para saciar a todo el elenco (pre-boda roja) de Game of Thrones y producir el mayor número de sellos conmemorativos como nos sean posibles, pero hay que reconocer el hecho de que las abejas se están muriendo y realmente no sabemos por qué.

Por supuesto, hemos descubierto que el calentamiento global y la destrucción del hábitat no son lo mejor para las criaturas aladas, pero el no tener una razón definitiva para el abejalipsis vuelve difícil encontrar una solución eficaz. Incluso puede hacernos menos sensibles a la difícil situación de las abejas. En declaraciones con FoodNavigator.com esta semana, la investigadora de Oxford, Leila Battison, advirtió que "nos estamos volviendo inmunes a los muchos informes de noticias de las cifras bajas de polinizadores. La gente quiere que se le presente un problema claro y su solución definitiva, pero eso es difícil de hacer cuando aún no entendemos completamente los efectos de nuestras acciones sobre las poblaciones de insectos".

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Pero, como un poco de buenas noticias para las abejas, puede que estemos un paso más cerca de comprender estos efectos. Un estudio publicado en la revista Scientific Reports esta semana ha descubierto un nuevo vínculo entre el uso de pesticidas y el declive en las colonias de abejas.

Liderados por Giles Budge en la Food and Environmental Research Agency del Reino Unido y por el profesor de entomología Keith Delaplane de la University of Georgia, los científicos examinaron el uso de pesticidas a gran escala y proporcionaron observaciones sobre los campos de plantas oleaginosas en Inglaterra y Gales, y las compararon con datos sobre las pérdidas de abejas entre 2000 y 2010.

Sus resultados muestran que la superficie total de plantas oleaginosas en ambos países aumentó de 293 mil 378 hectáreas a 602 mil 270 hectáreas durante este período y, con ello, el uso de imidacloprid, un pesticida neonicotinoide que la planta absorbe y transporta a sus tejidos, en lugar de solo recubrir la superficie.

El número de semillas tratadas con imidacloprid aumentó de menos del 1 por ciento de la superficie cultivada de plantas oleaginosas en 2000 a más del 75 por ciento en 2010. Y –sorpresa, sorpresa– también lo hicieron las pérdidas de colonias de abejas.

Los científicos sí señalaron que la disminución de abejas variaba entre cada región y las bajas temperaturas de la primavera contribuyeron a mayores pérdidas en Gales, pero su investigación es el primer estudio de campo en todo el país en encontrar evidencia de una relación entre los pesticidas neonicotinoides y el declive de las abejas. Inquietantemente afirman: "Mientras las toxinas agudas sigan siendo la base de las prácticas de control de plagas agrícolas, la sociedad se verá obligada a sopesar los beneficios de los pesticidas contra su daño colateral".

Parece obvio que atascar a las plantas con productos químicos podría no ser benéfico para los insectos que intentan polinizarlas y la Unión Europea (UE) impuso una sanción de dos años sobre el uso de neonicotinoides en 2013, pero el gobierno del Reino Unido ha sostenido que los pesticidas no le hacen daño a las abejas, mas bien culpan a los veranos húmedos y a la varroasis causada por ácaros parasitarios por la disminución de la población. También anuló temporalmente partes de la prohibición en 5 por ciento de los cultivos de plantas oleaginosas de Inglaterra el mes pasado.

Es una historia similar en los EE.UU., donde un tercio de la soya que se planta en el país usa neonicotinoides y una encuesta en 2012 del Department of Agriculture de Estados Unidos descubrió que se encontraban en el 30 por ciento de la coliflor del país y el 22 por ciento de sus jitomates cherry. En 2013, un proyecto de ley en el Congreso conocida como "Ley para salvar a los polinizadores de Estados Unidos" buscaba que los neonicotinoides fueran retirados del mercado hasta que se demostrara su seguridad, pero no pasó más allá del comité.

A pesar de que la evidencia del impacto negativo sobre las abejas debido a los pesticidas con neonicotinoides parece bastante concluyente, el Department for Environment, Food and Rural Affairs (DEFRA) del Reino Unido, que respaldó el vuelco de la prohibición de plaguicidas de la UE en el Reino Unido y que argumenta que el uso de plaguicidas en el país se ha reducido drásticamente, no está tan seguro. En una declaración a The Guardian, dijo que el estudio de Scientific Reports "proporciona evidencia de que los tratamientos neonicotinoides en semillas pueden reducir la necesidad de un mayor uso de pesticidas en los cultivos", pero que "se necesitan estudios de campo a gran escala para comprender plenamente sus efectos sobre el medio ambiente".

DEFRA añadió que la UE está llevando a cabo una revisión sobre la ciencia relacionada con el uso de los neonicotinoides y las abejas, pero, ya que se estima que los insectos contribuyen con alrededor de 22 mil millones de euros al año a la agricultura europea y con 15 mil millones de dólares para el cultivo en los EE.UU., deberían actuar ya.