Mucho dinero y poco tiempo... La Premier League dejó de creer en los jóvenes
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no ganarás con niños

Mucho dinero y poco tiempo... La Premier League dejó de creer en los jóvenes

Con los acuerdo multimillonarios de TV, los clubes top de la Premier League han dejado de apostar por los jóvenes y así buscar pura figura mediática.

"Solíamos hacer cosas en este país, construir cosas. Ahora simplemente metemos la mano en el bolsillo otro"

(Frank Sobotka, The Wire)

Frank Sobotka no se refería a Inglaterra o a su deporte nacional, pero igual podríamos decir que sí. Los astilleros de Baltimore y las academias de futbol de la Premier League están en la misma situación: ya que el alcance de los tentáculos codiciosos por hacer más dinero se ha expandido, la productividad en el frente doméstico ha disminuido drásticamente. La malaria se asentó desde hace mucho pero la salida este verano de un cansado Steven Gerrard —la epítome moderna del héroe local del futbol— activó las alarmas más que nunca. El número de graduados de las academias que llegan a probarse en los equipos más exitosos de Inglaterra es ridículamente escaso.

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Desde luego, existen tipos como John Terry que siguen haciendo su trabajo con una determinación inquebrantable. También está Jack Wilshere, cuando logra entrar al terreno de juego en una pieza. Un poco más abajo está Harry Kane. Y después…bueno, es todo lo que hay. Llegamos a los Jon Flanagans, Tyler Blacketts, y Ruben Loftus-Cheeks. Es abrumador pensar que los chicos talentosos que salieron de las academias se encuentran en la periferia de los mejores equipos, si es que los hay —y tienen una duración de vida para arrancar similar a la de un insecto—.

Vuelve unos 10 añosa atrás, y las cosas eran diferentes. Junto con el mismísimo Saint Steven, el equipo de Liverpool estaba ligado a su cantera a través de la certeza defensiva y los gritos de Jamie Carragher; Manchester United a través de Gary Neville, Wes Brown, Paul Scholes y Ryan Giggs. Incluso Arsenal —quien pronto incitaría la ira de una generación futura de votantes Ukip al nombrarlo como la primera escuadra plagada de extranjeros del futbol inglés— podía contar a Ashley Cole como un fichaje. En la temporada 2004/05, las apariciones combinadas en liga de los graduados de las academias en los cuatro grandes fue de 326. Diez años después, esa cifra se encuentra en 114.

¿Entonces qué ha cambiado exactamente? Sin duda, las academias no han empeorado. Recientemente, Liverpool remodeló su academia, mientras que Manchester City se ha asegurado se intercambiar unos cuantos costales de pretodólares para un nuevo complejo, e incluso contrató a los encargados de La Masia para hacerlo funcionar. Manchester United y Arsenal no se han quedado atrás y han ofrecido las mejores instalaciones y el mejor personal que hay; Chelsea nunca ha sido prolífico pero están siendo más productivos que nunca.

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Sin embargo, lo que ha cambiado es la economía de los clubes: el dinero. Dinero en la mesa, dinero gastado.

Chelsea tiene muy poco tiempo y mucho dinero como para arriesgarlo en un joven talento cuando tiene disponible a Falcao a préstamo. Foto: EPA/FACUNDO ARRIZABALAGA

Mientras el perfil de la Premier League se ha agrandado, la paciencia de los dueños de los clubes ha decaído a un ritmo tan constante como la lluvia en Blade Runner. En 1992, la temporada fundadora de la competición, la duración en el puesto de un entrenador de élite promediaba los 2.7 años. Dejando fuera a Arsene Wenger —todo un caso aparte— ahora se encuentra en 0.95 años. Los entrenadores de hoy están constantemente bajo la mira y la razón es simple: un bajón en los resultados = bajón en los ingresos. Dinero en riesgo.

Al mismo tiempo, los clubes ven como una solución a todos sus problemas la mentira de un fichaje llamativo. Exactamente hace 20 años, los campeones reinantes, Blackburn —pioneros en el arte de comprar la liga, mientras Chelsea aún se amamantaba de Ken Bates— había comprado precisamente dos jugadores titulares un año antes. El contendiente Manchester United había fichado a uno (hola, David May) y Nottingham Forest, que terminó en tercero, a tres. Liverpool fichó a tres. Los números equivalentes de los cuatro grandes de la pasada temporada son ocho, cinco, cinco, y ocho. Abajo en sexto lugar, Liverpool tiró la casa por la ventana con nueve. Dinero para gastar.

Tendríamos que hablar de una raza peculiar de entrenador despreocupado de sí mismo como para pensar cinco años a futuro y ver que en las próximas cinco semanas es su puesto el que está en la cuerda floja. Y como el dinero no es un obstáculo, ¿por qué arriesgarte a sumar a Patrick Bamford a tu ataque cuando simplemente puedes traer a Radamel Falcao a préstamo de un año? ¿Por qué salirte de plan para traer a James Wilson cuando puedes jalarte a Falcao?

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Hace cinco años, cuando los peces gordos de la Premier League se dieron cuenta de que estaban siendo vistos como los villanos de la desaparición lamentable de Inglaterra, decidieron poner manos a la obra. El resultado fue una regla que establece que cada club en la división debe convocar no menos de ocho jugadores en sus escuadras cada temporada "hechos en casa".

La comillas están ahí por una razón. Los jugadores formados en casa obtienen este nombre simplemente por haber estado tres temporadas en un club inglés —cualquiera— antes de cumplir 21 años. Puesto de forma más simple, los jugadores formados en casa pueden ser comprados mucho más rápido y fácil de lo que pueden ser desarrollados.

La regla tal vez haya fracasado notoriamente para provocar a toda una generación latente de futbolistas locales, pero su consolación puede ser el hecho de que las rígidas estrategias de transferencias de los grandes clubes se han convertido en un mero ejercicio de palomear objetivos. Manchester City no ha querido disfrazar sus compras como algo más que puro trámite, al fichar a jugadores como Richard Wright, Jack Rodwell, y Scott Sinclair con nula intención de ponerlos a jugar para deshacerse de ellos uno o dos años después. Y disculpen mi carácter fatalista pero si no hay apariciones en público de Fabian Delph a partir de hoy y durante los próximos dos años cuando sea transferido a West Brom, a nadie le va a sorprender.

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Jack Rodwell durante una extraña aparición con el Manchester City | Photo: EPA/DAVID RICHARDS

Esta práctica de estar a la caza de los talentos funciona bien más allá de los asuntos del primer equipo. Raheem Sterling fue atraído por la buena paga a manos de Manchester City este verano, pero este caso es el segundo episodio de su carrera —hace cinco años, cuando Sterling tenía 15 años, Liverpool fue quien pagó por sus servicios. Jordan Ibe, el supuesto heredero de Sterling en Anfield, fue robado de Wycombe Wanderers a la misma edad, mientras que una generación más abajo los jóvenes Sheyi Ojo y Jerome Sinclair fueron arrebatados de las manos de MK Dons y West Brom respectivamente, ambos con 14 años.

Para los que no saben, puede que sea una sorpresa que Joe Hart no fuera forjado en Salford, sino en Shrewsbury. O que tipos como Carl Jenkinson, Kieran Gibbs, Isaac Hayden, Danny Rose, Nick Powell y Paddy McNair no son productos de los alrededores del club, sino que fueron creador en las ligas menores, y más pobres, antes de que aprendieran a afeitarse. Para aquellos que pueden pagar, se vuelve una práctica estandarizada.

Gran parte del tiempo, incluso cuando un talento está sobresaliendo realmente no lo está haciendo —los clubes más ricos de Inglaterra solo existen al final de un sistema de filtración, mantenido por un viejo conocido desequilibrio económico. Con los acuerdos televisivos más recientes llegando a un aumento del 70%, la balanza solo se inclina de un lado.

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En febrero Roy Hodgson, durante uno de sus sermones característicos, se dio cuenta de haber dado con una verdad central cuando se quejó de que la liga de Inglaterra era "una liga europea jugada en tierra inglesa." Su error fatal fue pensar sin haber visto el panorama: el alcance de la Premier League no está confinado solo a Europa. Un vistazo a la academia del Chelsea muestra que ha llegado tan lejos como Ecuador y Costa de Marfil.

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Los equipos más grandes de Inglaterra se han convertido en curadores, más que creadores, de excelentes jóvenes futbolistas. Cuando las redes se extiendan a todas las partes del mundo, solo unos cuantos saldrán de las costas británicas. Y aunque lo logren, la mayoría se topará con una pared cuando traten de formar parte del once inicial y cuando el factor Falcao entre en juego.

City tomó a Sterling de Liverpool, quien a su vez lo tomó de QPR. EPA/LUONG THAI LINH

Cuando llegue el sábado y sea hora de escoger un equipo, el corto plazo es lo mejor. José Mourinho habló de esto la semana pasada: "Es justo que la gente trate de encontrar soluciones para los jugadores locales. Pero los agentes y los jugadores quisieran esto: 'Necesito cinco juegos seguidos para demostrar mis habilidades.' ¿Necesitas cinco partidos seguidos? ¡Fantástico! No necesitas esa cantidad. Necesitas 10 minutos. En 10 minutos pueden mostrarme si estás listo o no."

Ahí lo tienes, de la boca de uno de los entrenadores más venerados. No es algo común que Chelsea profese debutar su lista de espera con una cálida bienvenida, pero, dada la impaciencia de Roman Abramovich, puedes ver la lógica detrás de las palabras de Mourinho.

El futbol de élite en Inglaterra es una pantomima de carreras por el título y despidos a lo loco donde la auto-preservación es lo único que importa, todos los días. La imparable expansión económica no preocupa por asuntos locales que tienen que ver con la herencia del pasado o los prospectos del futuro, sin importar cuánto se les ruegue. Si no, pregúntale a Frank Sobotka.

@a_hess