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Trump

Así se organiza la resistencia ante la era Trump en Estados Unidos

Esto no termina con la toma de posesión.

Es la tercera semana de enero, el frío de principios de año en Estados Unidos se siente en todos lados, y lo último que se antoja es salir a la calle. Pero los trenes van llenos, los vuelos subieron de precio y no se encuentra una habitación de hotel: el fin de semana de la toma de posesión de Donald Trump como presidente, todo el mundo quiere estar ahí.

Desde la noche del 8 de noviembre de 2016, cuando Estados Unidos empezó a entender que no sólo Hillary Clinton había perdido la elección, sino que Donald Trump había ganado, —algunos, un poco más lentos, apenas asimilando que no, tampoco Bernie ganó— los grupos de resistencia empezaron a trabajar a marchas forzadas.

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Durante 40 días el colectivo Occupy organizó sus acciones de resistencia popular rumbo a la toma de posesión. Los activistas pro inmigrantes se apresuraron a reactivar el Programa Santuario, que busca que las ciudades se comprometan a nivel local para no aplicar medidas antiinmigrantes implantadas desde la autoridad federal. Black Lives Matter empezó a hacer lo suyo por los derechos de los afroamericanos; Planned Parenthood, por la salud reproductiva; los ecologistas por el oleoducto en Standing Rock; las organizaciones LGBTQ por el matrimonio igualitario. Todo el mundo ha reforzado su trinchera para protegerse del embate de una administración Trump.

Bajo el eslogan #DisruptJ20, estas organizaciones planearon sus actividades en Washington DC y en otras ciudades. Los disruptivos llamaron a un boicot para no comprar, no ir a la escuela, no ir al trabajo —y no, tampoco se valía trabajar desde casa— el día de la toma de posesión, pero también para planear acciones a mediano y largo plazo; porque cuatro años, son muchos.

"Tenemos que trabajar más de cerca con la comunidad latina, que por ahora son los más señalados, y con la comunidad musulmana", comentó Medea Benjamin, de la organización Code Pink, que se enfoca en la defensa de derechos civiles. "Tenemos que seguir impulsando los temas ambientales, porque ya vimos que su gabinete está lleno de personas que niegan que exista el cambio climático, y en realidad seguir con los mismos asuntos, porque también con Obama tuvimos que hacer protestas por las políticas en Medio Oriente, por las deportaciones, por las guerras, pero entonces era más difícil involucrar a la gente en nuestro trabajo. Ahora sin duda será más fácil".

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Una de las organizaciones más certeras en la planeación a largo plazo es National LGBTQ Task Force. En paralelo con los eventos de Washington, la Task Force realizó en Filadelfia una conferencia nacional bajo el nombre Creating Change Conference, en donde se reunieron más de 4 mil personas gay, lesbianas, bisexuales, transgénero y queer, y sus aliados; discutieron, entre otras cosas, las consecuencias de la cancelación del Obamacare que les brinda seguro médico, y que hacer ante una amenaza de incremento de los ataques de odio.

Pero además de las organizaciones tradicionales, hay otras iniciativas que, improvisadas por la frustración de la gente, han dado algunas buenas ideas. Acá, por ejemplo, hay tres.

#GrabYourWallet

El 7 de octubre de 2016 todos amanecimos con la filtración de un audio en el que se oía a Donald Trump hablando de mujeres: "Grab them by the pussy", aconsejaba orgulloso a un joven estrellita de la televisión estadounidense. El escándalo en plena campaña presidencial resonó durante días, y fue en entonces que Shannon Coulter pensó en la forma de regresarle el golpe al empresario en donde más les duele a los empresarios: en la cartera.

"Busqué una forma de iniciar una acción bajo la misma lógica que él aplica", relata Shannon, quien dirige una pequeña empresa de mercadotecnia. "Empecé hablando de la posibilidad de esto con mis seguidores en Twitter, y la respuesta fue tan inmediata y tan fuerte, que sentí la responsabilidad de llevarlo adelante".

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El 11 de octubre Shannon lanzó el boicot "Grab your wallet"; el nombre fue sugerido por su esposo. Hizo una lista de las empresas que distribuyen productos de la empresa Trump, o que le han dado algún tipo de apoyo; la publicó detallando los productos que venden, y los datos de contacto para que la gente les llame. Hasta el momento hay 76 empresas listadas, que van desde Amazon, Bloomingdale's y la cadena de zapaterías DSW, por vender la línea de Ivanka Trump, hasta Forbes por apoyar a Donald Trump, o a los Clippers, el equipo de baloncesto de Los Ángeles, por comprar publicidad en el programa de televisión The Apprentice.

La campaña se ha difudido a través de redes sociales con el link #GrabYourWallet, y en cien días el link a la lista de empresas a boicotear ha tenido un alcance de 500 millones de "views".

"No tenemos una manera de medir cuánta de la gente que lo está viendo participa en el boicot ", explica Shannon, "pero vemos las reacciones. Por ejemplo, hace unos días, cuando fue el día de Martin Luther King, la cadena Nordstrom tuiteó una cita del activista, y la gente empezó a responder indignada, '¿cómo pueden tuitear sobre derechos civiles y hacer dinero con los productos de Trump?' Todas las respuestas que vimos hacían alusión a #GrabYourWallet".

El 6 de enero, #GrabYourWallet incluyó en la lista a LLBean, una empresa distribuidora de ropa, debido a que Linda Bean, una de las integrantes de su consejo, recaudó fondos para la campaña de Trump. Dos días después, la empresa denunciaba en un programa televisivo, que Bean estaba siendo víctima de "bullying" por parte de #GrabYourWallet. El 12 de enero, Trump lanzó un mensaje en Twitter apoyando a la mujer y a su empresa.

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"Nosotros seguimos", dice Shannon. "En nuestras redes sociales la gente nos dice que esto no termina con la toma de posesión; todos están pensando en una estrategia de largo plazo, hasta que cada compañía deje de tener en su inventario el nombre Trump.

The pussy fights back

 "Grab them by the pussy" se volvió una de las frases más indignantes de la campaña, pero con la misma indignación llegó la respuesta: "The pussy fights back" es uno de los eslogans que apareció en carteles y consignas durante las distintas versiones de la Women's March organizada en Washington, D.C. un día después de la toma de posesión de Trump, y replicada en más de 200 ciudades de Estados Unidos.

El icono de esta marcha fue el "pussy hat", un gorro tejido en color rosa brillante que termina en dos puntas como orejas de gatito. La idea original fue de Krista Suh, una guionista de comedia, y Jayna Zweiman, una arquitecta basada en Los Ángeles.

Las dos mujeres lanzaron la página pussycatproject.com con una propuesta: utilizar el gorro que diseñaron para hacer un "statement" visual durante la marcha, y permitir que quienes no pudieran participar en las marchas, lo hicieran tejiendo los gorros y vendiéndolos o donándolos a quienes sí irían. La página incluye las instrucciones y el patrón para tejer, e información para conectar a tejedoras con marchistas.

Katie Figueroa tiene 24 años y llegó a la marcha de Los Ángeles con su "pussy hat". Se lo tejió Suzy, su mamá, quien también llegó con su versión del gorro. Las dos marcharon. La razón por la que marchan —la campaña promociónal de Women's March pregunta a las mujeres "tú, ¿por qué marchas?"—, es porque el padre de Suzy, de origen mexicano, vino a Estados Unidos, se incorporó al ejército y fue enviado a la guerra. Así es como obtuvo su ciudadanía.

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"Mi papá se sacrificó para que yo, y mi hija, tuviéramos derechos. Nos corresponde cuidar esos derechos", dice Suzy.

Foto cortesía de Paty Soto.

La generación del relevo

Paty Soto no sabía muy qué hacer con Isabel, su hija de 9 años. Las dos son originarias de México; Paty es bloguera y asesora de imagen, y quería que Isabel participara de alguna manera en lo que está ocurriendo en Estados Unidos, pero en una actividad acorde a su edad. La solución llegó desde UCLA, la Universidad de California en Los Ángeles.

La UCLA tiene una escuela experimental en donde se prueban teorías de la educación; entonces los papás de los estudiantes decidieron abrir un espacio para que los niños se pudieran expresar, y enseñarles a manifestar sus sentimientos y sus deseos. Le llamaron "Teaching tolerance".

"La idea era explicarles por qué tienen derecho a protestar, por qué hay que dejar claro que su opinión importa, y que supieran un poco de la historia de los movimientos de derechos civiles",  cuenta Paty, quien se enteró por una amiga y decidió que ahí estaba la solución que estaba buscando.

En un prado dentro de la universidad, los niños salieron a marchar con carteles; la única condición fue que los mensajes fueran positivos, orientados a defender lo que es correcto, y que en el caso de los que iban dirigidos a Trump, se le hicieran sugerencias con respecto a su gobierno y no a sus acciones personales. Isabel había escrito un mensaje que decía "no ande besando a señoras que no conoce", pero al final lo cambió por otro. Así que un miércoles por la tarde, y para sorpresa de los alumnos y los maestros de UCLA, marcharon más de 600 personas, casi todos niños, con pancartas hechas por ellos mismos.

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Foto cortesía de Paty Soto.

"La escuela tiene un programa de inmersión al idioma español, entonces era chistoso ver niños de ascendencia india gritando consignas en español. Iban de todas las edades y grupos étnicos, mamás con carriolas, algunos en sillas de ruedas, y al final firmaron una petición por la igualdad de derechos. Desde un megáfono, una de las niñas más grandes gritaba: 'When I say people, you say rights'… 'People!', 'rights!'"

Los carteles de los chicos decían "rainbow nation", "immigrants welcome", "future voter", o "yo voy a votar en 2028". Una banda de los mismos niños covereó canciones de Los Beatles y todos comieron pizza. Al final les pidieron que escribieran cartas a Trump.

Foto cortesía de Paty Soto.

"Me parece un buen proyecto que los pone a ellos como protagonistas. Los niños responden muy fuerte a las circunstancias; a veces se quejan, pero no proponen. Esto ayuda a que decidan qué van a hacer al respecto, cuando puedan votar. Yo cuando era niña fui a muchas marchas y protestas, mi papá nos llevaba. Ahora me siento pasándole la antorcha".

El cartel con el que marchó Isabel decía: "Kindness rules!".