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Identidad

Por qué algunos hombres no comen coños

Desde “Persiguiendo a Amy” hasta las columnas de consejos de numerosas publicaciones, los hombres hetero que no visitan los bajos de las mujeres son considerados de forma generalizada como bárbaros antifeministas. Como ninguno de ellos quiso hablar con...
Photo by Luke Mattson via Stocksy

Pensé que sería sencillo encontrar un hombre joven y hetero que no comiera coños. Tenía que estar ahí fuera y lo que es más, tenía que estar dispuesto a hablar de ello. Yo ofrecía protección completa de su identidad y escucharles sin juzgar, solo quería saber cómo conseguían evitar hacerlo mientras seguían apañándoselas para saltar de novia en novia sin que los rumores sobre su poca disposición al cunnilingus les siguieran como una sombra. Ese anti-Santo Grial tenía que estar ahí afuera y yo necesitaba conocer sus trucos.

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Hace años, una amiga mía estaba saliendo con un tío que se negaba a 'revisarle los bajos'. Ella nunca abordó el tema, pero tras meses de mamadas sin recibir nada a cambio simplemente imaginó que era algo que él o bien no podía o no quería hacer. Si el motivo era la falta de habilidad o la repugnancia absoluta es algo que escapaba a su entendimiento; pensaba que sería demasiado extraño tener una conversación con un hombre al que se follaba de vez en cuando sobre por qué era incapaz de meter la cabeza entre sus piernas, especialmente cuando sus charlas habituales jamás iban más allá de "¿Mi casa o la tuya?".

En otras palabras, que yo sabía que los anti-comecoños existían. Ignorando los innumerables artículos de consejos sobre cómo deberías dar la patada a tu chico si se niega a poner tu clítoris en su boca, si la escritora Allison Stevenson fue capaz de escribir todo un ensayo sobre su reticencia a hacer mamadas, pensé que estaba claro que debía existir un equivalente masculino de esa aversión oral dispuesto a divulgar con orgullo su razonamiento lleno de matices.

¿Recordáis aquella fantástica escena de Persiguiendo a Amy en la que la escritora lesbiana de novela gráfica Alyssa, interpretada por Joey Lauren Adams, está hablando de sexo con el barbudo y extravagante Banky, interpretado por Jason Lee? "Apuesto a que es diferente con las [chicas] que amas, o sea, que apuesto a que les comes el coño durante más tiempo", dice ella. Él sacude la cabeza y responde: "Yo no hago esas cosas". Alyssa está estupefacta. "¿Qué?", dice Banky. "He perdido mi tolerancia hacia el bagaje de mierda que conlleva comerle el coño a las tías, ¿qué problema hay?"

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Puede que este artículo sea la primera vez en la historia en que una chica realmente necesite un Banky, pero he sido incapaz de encontrarlo.

Cuando publiqué una petición solicitando a los hombres que hablaran sobre el cunnilingus, recibí una abrumadora cantidad de respuestas entusiastas. Todas ellas empezaban igual: "Me encantaría hablarte sobre mi actividad favorita". Muchos hombres llegaron incluso a detallar sus técnicas, movimiento a movimiento. Otros fueron más introspectivos en cuanto a los motivos por los que otros hombres (¡ellos no, por supuesto!) podrían evitar el sexo oral. Algunos hombres me dijeron que les gusta comerle el coño a las chicas la primera vez que las cosas se ponen calientes (porque eleva el nivel de intimidad y comodidad para hacer otras cosas), mientras que otros insistieron en que cualquier tío que se abstenga a causa del 'factor del olor' "necesita una buena dosis de realidad". Las divagaciones fueron muy variadas, pero una cosa estaba clara: ninguno de aquellos hombres iba a admitir que hubiera sentido alguna vez, a lo largo de su vida, un desinterés total por el sexo oral.

"La masculinidad es una cosa muy, muy frágil", afirmó el Dr. Chris Donaghue, sexólogo residente en Los Angeles, cuando le llamé en busca de respuestas. "Con frecuencia va unida a la capacidad [de los hombres] para satisfacer a las mujeres y, puesto que muchas mujeres experimentan orgasmos mediante la estimulación clitoriana y un hombre puede proporcionar dicho estímulo con la boca, creo que la mayoría de tíos no quiere admitir que no sabe cómo dar placer completo a una mujer. Creo que temen perder su masculinidad".

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En la escena de Persiguiendo a Amy, Banky dice que el motivo por el que ya no se acerca ahí abajo no es culpa de él, sino de las mujeres. "Me refiero a que no soy capaz de hacerlo bien", dice. "Y mi madre me educó en la creencia de que si no puedo hacer algo bien, es mejor que no lo haga". Banky afirma después que las mujeres son demasiado cohibidas con el tema del "factor del olor" y que se muestran dubitativas y temerosas en lugar de darle las instrucciones pertinentes que necesita para hacer un buen trabajo.

Si no puedo hacer que mi pareja tenga un orgasmo con el sexo oral, entonces prefiero no hacerlo

"Trabajo con muchas mujeres que se sienten incómodas con sus vaginas porque nunca se han masturbado, nunca se la han tocado e incluso nunca se la han mirado", explicó Donaghue. "Puede que tengan interés, pero su incertidumbre puede provocar ansiedad en su pareja y esta al final acabará por no hacerlo. [Pero] ellas quieren que ellos deseen su vagina para saber que está bien, de modo que se convierte en un complicado bucle".

Imagen vía Stocksy/Cameron Whitman

"Tengo muchas preguntas acerca de por qué alguien se niega a hacer algo placentero para su pareja que no le reporta ningún mal", continuó Donaghue, "porque al final todo eso desemboca en sexo mierdoso. Nosotros lo llamamos 'sexo de sobras', lo que significa que ambas partes descartan todos los actos sexuales que encuentran incómodos y solo hacen lo que queda. Si queréis tener una relación monógama duradera y de éxito, es preciso que aprendáis a abriros y a probar cosas nuevas juntos, o acabaréis por aburriros".

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La Dra. Shannon Chavez, otra sexóloga y educadora sexual, ratifica las opiniones de Donaghue y considera que se trata de un problema agravado por la falta de educación sexual. Chavez menciona que muchos de sus clientes más jóvenes usan el porno como forma no intencionada de educación sexual y esto sesga su visión de lo que deberían hacer y de la reacción que deberían esperar. Los jóvenes que ella ve a menudo están poco o mal informados sobre las ETS y sobre los riesgos para la salud, simplemente suponen lo peor sin tener conocimientos. Con sus clientes más maduros, ha podido observar cómo los factores psicológicos pueden pesar mucho a la hora de practicar sexo oral.

Existe un modelo de sexo orientado hacia un objetivo, centrado en los resultados, especialmente en el caso de los hombres", afirma Chavez. "Muchos hombres tienen esta actitud: 'Si no puedo hacer que mi pareja tenga un orgasmo con el sexo oral, entonces prefiero no hacerlo'. La mayoría de las mujeres pueden disfrutar de ello sin necesidad de llegar al orgasmo. Puede ser un gran preliminar o simplemente hacerles sentir bien, pero ellos se centran en conseguir que ellas lleguen al orgasmo. Es una especie de todo o nada". Chavez también confirma que ha trabajado con muchos hombres que comparten el código de conducta de Banky: una o dos experiencias negativas y tiran la toalla. "Creo que la falta de habilidad y de conciencia sexual suscitan mucha vergüenza", afirma.

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"Yo tenía un buen amigo al que le gustaba hacerlo, pero su esposa se negaba", me contó un hombre. "No es que a ella no le gustara, pero al parecer él no era muy bueno haciéndolo. Su mujer comparó sus habilidades con una mula comiéndose una manzana. Y conocí a otro tío que se negaba a hacerlo por motivos culturales, tenía unos 30 años y por algún motivo estaba totalmente en contra de hacerlo".

"La cultura tiene mucho que ver, desde luego", confirma Donaghue. "Algunas [culturas] se sienten más cómodas paseando por los bajos de las mujeres que otras y lo mismo sucede con las diferentes generaciones de hombres. Sin duda, hay que añadir este factor a la ecuación".

Hay un gran número de creencias religiosas y culturales que pueden disuadir a los hombres de practicar sexo oral", añade Chavez. "A menudo se considera como algo sucio y en algunos estados de EE. UU. incluso sigue siendo ilegal".

De hecho, las leyes anti-sodomía —la sodomía, por si no lo sabíais, incluye en su definición el sexo oral— siguen vigentes en 12 estados.

Aunque las leyes contra la sodomía en un principio se crearon para evitar el sexo entre homosexuales, el candidato gubernamental de 2013 del Partido Republicano en Virginia trató de reinstaurar la Ley de Virginia de Crímenes Contra la Naturaleza, que habría ilegalizado el sexo oral independientemente de la orientación sexual o el género de quien lo practicara. Pero a pesar de que definitivamente existen algunos hombres como los que no respondieron a mi solicitud para hablar, el candidato no tuvo éxito.