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el curioso caso de lebron james

LeBron James, el rey sin corona de la NFL

¿Qué habría sido de LeBron James si hubiese optado por jugar como receptor abierto para algunas de las mejores universidades?
Foto: USATSI

El deporte es la perfecta metáfora de la vida. A veces se gana y a veces se pierde. Siempre hay nuevas oportunidades para desarrollar tu potencial, pero se tiene que ser cuidadoso a la hora de escoger cómo quieres ser recordado, planear tu legado, y todas esas cosas que nuestros padres y abuelos nos han dicho desde pequeños —todo se reduce a una serie de consejos y expectativas—.

La vida de los deportistas de gran éxito, mediáticos, aquellos que siempre aparecen en los encabezados sin importar si se encuentran ocupados ejerciendo su profesión o de vacaciones en algún lugar remoto y exótico, nos resulta familiar, cercano, a pesar de que no sabemos un carajo de lo que hacen fuera de las canchas y los vestidores. Como aficionados solemos pensar que el deportista que idolatramos nunca tuvo otro amor que el deporte en el cual se desempeña; muchas veces es cierto, pero no nos ponemos a pensar que tal vez en el camino rumbo al éxito se sobrepuso a tentaciones que bien pudieron haber escrito una historia diferente para bien o para mal.

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El misterioso caso de LeBron James es uno que no mucha gente conoce. El recién nombrado MVP de las Finales de la NBA no deja cabida a reflexiones sobre su pasado puesto que a nadie le importa lo que ya fue: sus increíbles jugadas nos hipnotizan, nos susurran al oído que lo fascinante está en el pasado inmediato y que nada más es relevante.

Sin embargo, la otra historia de James es igual de fascinante que sus logros en la NBA. Sabemos que el tipo cuenta con uno de los poderíos físicos más temidos y admirables de toda la liga. Su capacidad para saltar es admirable y digna de un atleta olímpico concursando en salto de altura; tal vez no es el mejor lanzador pero qué importa cuando puede atacar el tablero de forma intimidante y sublime, y hacer tapones como este:

Fue gracias a su genética que LeBron tuvo un romance con el futbol americano colegial que pudo haber terminado en matrimonio. Todo comenzó en la preparatoria católica St. Vicent- St. Mary de Akron, Ohio, donde LeBron jugaba como receptor abierto.

Su físico y facilidad para improvisar jugadas llamaron la atención de sus entrenadores desde el comienzo quienes aseguraban que el 23 de Cleveland podía hacer todo tipo de cosas sobre el emparrillado, incluso hasta jugar en la posición de mariscal de campo. Sus 1.88 metros de altura y 83 kilos —estamos hablando de un LeBron en pleno crecimiento y que a lo mucho tenía 18 años— les hacían la vida de cuadritos a los jugadores encargados de marcarlo y su inteligencia era un factor invaluable a la hora de improvisar sobre la marcha.

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Pero no sólo el joven LeBron sobresalía en el futbol americano, también era miembro del equipo de basquetbol de dicha institución, tanto que antes de llegar a su último año de preparatoria, los cazatalentos de la NBA ya lo tenían en su radar.

En su segundo año de prepa, Urban Meyer, en ese entonces entrenador de receptores de la Universidad de Notre Dame —una de las potencias en el futbol americano colegial—, se acercó a James luego de que este acumulara 42 recepciones para 820 yardas esa misma campaña.

LeBron James jugando como receptor abierto para la preparatoria St. Vicent-St. Mary

Meyer relata que la respuesta de LeBron ante la oferta de Notre Dame para que jugara como receptor abierto fue un simple "Muchas gracias, lo voy a considerar", y que posteriormente el entrenador de James de ese entonces, Frankie Walker, no tuvo de otra más que echarse a reír. Posteriormente, Walker le preguntó a Meyer que si sabía quién era ese chico, a lo que Meyer respondió con un "no", "Es LeBron James, el próximo Michael Jordan", contestó Walker. Como era de esperarse, Meyer replicó con un tono burlón "¡Por Dios!"

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Para su tercer año, LeBron había logrado 61 recepciones para 1,245 yardas y 16 anotaciones, lo que llamó la atención de los gigantes del futbol colegial como Ohio State, Alabama, y Miami (Florida). Pero nadie podría convencer a la futura estrella de la NBA a cambiar de aires y forjar un futuro alejado de la duela.

Tal vez así habría sido el futuro de James en la NFL

A pesar de su irrevocable decisión para jugar basquetbol, algunas universidades no le quitaron el ojo de encima, y hasta algunos entrenadores creyeron que si LeBron tenía una rápida y exitosa carrera en la NBA —lo cual no era una idea descabellada considerando el pulcro estado físico del jugador— podría jugar para la NFL aunque fuese un par de temporadas. Pero la falta de campeonatos en sus primeras siete campañas sepultaron dicha posibilidad, y tampoco es como si LeBron quisiera repetir el penoso acto de Michael Jordan cuando su "Majestad" optó por jugar beisbol profesional en las ligas menores para los White Sox de Chicago.

Nadie sabe con certeza si LeBron James hubiese cosechado la misma cantidad de logros jugando para un equipo de la NFL —no sería el primero, ni el último jugador prospecto en decepcionar a las estadísticas y cazatalentos—. Pero nos alegramos que haya optado por jugar un deporte que lo vería erigirse como uno de los mejores basquetbolistas de toda la historia. Después de todo, Walker no estaba tan perdido cuando dijo que LeBron era el nuevo Michael Jordan.