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Sexo

Actrices porno están ayudando a los papás a hablar de sexo con sus hijos

"Lo más cercano que tuve a una charla de sexualidad fue un libro cristiano que explicaba los órganos reproductivos"
Still vía YouTube

Este artículo fue publicado originalmente en Tonic, nuestra plataforma especializada en temas de salud.

Uno de los primeros contactos que recuerdo con el sexo fue cuando llamé a una línea caliente que una vecina me había dado. Tenía ocho años y pensaba que ella, por su edad, tenía una sabiduría más avanzada. Pasó así: dos amigas y yo fuimos a una esquina de la casa de mis papás, con esa risita silenciosa, e hicimos la llamada. Escuchamos las opciones, oprimimos algunos botones y colgamos cuando nos dimos cuenta de eso en lo que nos estábamos metiendo. No tuvimos en cuenta las posibles consecuencias.

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Un mes después llegó la cuenta telefónica. Y, qué dice uno cuando es niño y los papás le preguntan: ¿Tú hiciste esto? Dices mentiras, por supuesto. Pero, a diferencia de mis amigas, yo no tenía un hermano o hermana mayor a los cuales culpar, entonces me castigaron por 1) decir mentiras y 2) tener un comportamiento inapropiado para mi edad. Ese pudo haber sido un momento perfecto para que mis papás me dieran un consejo o me enseñaran algo en ese momento, pero ellos no lo veían así en ese momento.

Mi segundo contacto con el tema fue en una salida de campo, un viaje educativo en Saint Augustine, una de las ciudades más antiguas de Estados Unidos. Estaba en quinto grado y mi mamá estaba a cargo de un grupo de niñas mientras aprendíamos sobre la historia de la Florida y los fantasmas de los Estados Unidos coloniales. Estábamos en cuartos de hotel consecutivos y, al tiempo que mi mamá dormía en la habitación de al lado, nosotras —cuatro preadolescentes— prendimos el televisor, nos cercioramos de que estuviera en silencio y sintonizamos el canal más sucio que encontramos, para un "viaje educativo" hacia el tema más tabú que había en la TV. Fue muy inocente, pero si mi mamá se hubiera despertado, se nos hubiera ido hondo… de nuevo.

Muchas veces, las conversaciones sobre sexo ocurren en la adolescencia tardía, cuando ya es muy tarde, dice Sheryl Ziegler, una psicóloga de Denver que creó una clase madre/hija para niñas preadolescentes y adolescentes que se llama "Comienza la conversación". Ziegler cree que el mejor momento para empezar a hablar sobre sexo con los niños es lo más pronto que se pueda —y de una forma abierta y honesta—. "Las conversaciones sobre sexualidad y desarrollo sexual pueden comenzar desde el prejardín, desde nombrar las partes del cuerpo hasta hablar de cómo se conciben los bebés realmente, evitando los eufemismos o los apodos para esas cosas", dice.

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Mi mamá, una cubana, católica y conservadora, era partidaria de la abstinencia en ese momento. Y, a pesar de que mi curiosidad pudo haber llevado a múltiples oportunidades de aprendizaje, mis padres (aún con su inteligencia) probablemente no tenían los insumos para tener esa conversación de una forma efectiva. Lo más cercano que estuve a esa "charla" fue la vez que mi mamá me regaló un libro cristiano que detallaba los detalles científicos de los órganos reproductivos.

El libro —no recuerdo el nombre— afirmaba que el sexo era maravillosos, pero que solo era aceptable entre un hombre y una mujer casados. La idea de esperar hasta el matrimonio para tener sexo no me interesaba y el libro no distrajo mi deseo por conocer más de él. Quería saber la verdad sobre el sexo y me di cuenta muy temprano de que no iba a ser por la vía de mis papás o mis profesores del colegio.

La verdad es que el porno es uno de los únicos espacios en los cuales los niños están obteniendo algún tipo de educación sexual

Los niños pequeños están expuestos a la pornografía a diario. Y la verdad es que el porno es uno de los únicos espacios en los cuales los niños están obteniendo algún tipo de educación sexual. Y aquí un dato: la industria del porno gana más plata al año que todas las ligas deportivas profesionales en Estados Unidos. Esto significa que hay más estadounidenses viendo porno que básquet, fútbol, fútbol americano y béisbol combinados. ¿Sorprendidos?

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Pues Celine Faledam y Rachel Guest, dos mujeres de Los Ángeles, sí lo están. Así que decidieron que era hora de cambiar esa dinámica, usando aquella estadística a su favor. Las dos lanzaron una campaña llamada "Ten la conversación", que incluye videos de educación sexual para los padres. Con la ayud8a de algunas personas metidas en la industria del porno, el video exhorta a los padres a utilizar los recursos que tienen para hablar con sus hijos sobre sexo, con la esperanza de normalizar esa conversación y hacer que sea un poco menos incómodo para todos los involucrados.

A pesar de que este es un tema que afecta tanto a niños como a niñas, hablemos solo de las niñas por un momento, porque ese fue mi caso. El Good Men Project afirma que los padres muchas veces ponen presión sobre sus hijas para que se casen (así fue conmigo: lo hicieron tanto mis papás como mis abuelos); sin embargo, ejercer esa presión "crea una distancia con los grupos de apoyo necesarios, poniendo potencialmente en peligro a las niñas y llevándolas a tomar malas decisiones".

Muchas de mis lecciones de educación sexual preadolescente no vinieron del porno, sino de las hermanas mayores de mis amigas, a quienes les encantaba deleitarnos con todos los detalles —reales e inventados, estoy segura— de su vida sexual. Probablemente se nutrían de esos detalles que habían visto en videos porno. Aprendí sobre los tampones (aunque no propiamente cómo insertarlos), sobre las mamadas (aunque no propiamente como hacerlas) y del sexo anal de unas niñas que, sin duda, estaban tan perdidas como yo.

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Y en un tiempo que me pareció muy corto, empecé a tener amigas que comenzaron su vida sexual, sin información y sin protección. Yo seguí el ejemplo. Nadie me dio un condón. Nadie me enseñó sobre los embarazos, las enfermedades de transmisión sexual, el control de natalidad, la eyaculación prematura y la disfunción eréctil. Y la lista sigue. Ahora, las cifras de infecciones de transmisión sexual están más altas que nunca y esto se debe a que a los estadounidenses no se les está proporcionando el cuidado preventivo o la información que necesitan.


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Una investigación académica de los noventa (puede parecer muy vieja, pero sigue siendo relevante) afirma que "incluso los padres que intentan enseñar a sus hijos sobre sexo suelen hacerlo a través de admoniciones generales y difusas que no reconocen o agotan el interés de los niños en el sexo, sino que contribuyen al ocultamiento y la culpa subsiguiente… Se desarrolla un conocimiento culposo y los niños aprenden a mantener su sexualidad en secreto, especialmente lejos de aquellos a los que aman, perpetuando el ciclo".

Yo tenía 17 años cuando fui por primera vez al ginecólogo. Tuve suerte, supongo, y tenía el suficiente miedo como para cuestionar mi propia ingenuidad. Y aunque los padres en estos días son mucho más abiertos con sus hijos y viceversa (creo), seguimos viviendo en una sociedad que está muy confundida, a cualquier edad, sobre la salud sexual y lo que está o no está bien decir, hacer y pensar.

Ziegler dice que la falta de educación puede hacer que las niñas les tengan miedo a sus propios cuerpos y que la falta de conversación sobre esos temas con los hijos puede hacer que las relaciones amorosas sean confusas. Además está la desigualdad de género. Los niños sexualmente activos son "unos duros", mientras que a las niñas les dan instrucciones de cómo comportarse, vestirse o verse para no parecer "unas perras" y no ser violadas. Ziegler me dijo que una de cada cuatro niñas es abusada sexualmente cuando pequeña.

La falta de educación sexual puede hacer que las niñas les tengan miedo a sus propios cuerpos

Cuando a las niñas las hacen sentir mal por su sexualidad —o, peor, cuando ocurre un abuso sexual o una situación sexual incómoda—, muchas veces ellas sienten que deben culparse a sí mismas. Ziegler tiene pacientes que le han dicho en terapias que han recibido daños o que son impuras por tener pensamientos sobre, o haber actuado conforme a, sus impulsos sexuales.

Por la curiosidad innata de los niños y porque son pequeños ninfos hormonales y arrechos, son más propensos a tener sexo antes de que los papás quieran; y mucho de lo que impacta positiva o negativamente sus experiencias es el conocimiento (o ausencia de conocimiento) que moldea sus decisiones. Tener la conversación —o reconocer ese propósito del porno cuando es necesario— puede cambiar un círculo vicioso de silencio y verdades a medias sobre el sexo.