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Cultură

Me arrepentí de mi primer tatuaje

La música, el amor, el fútbol y el hecho de no pensar que esto será una marca eterna. Tatuajes y arrepentidos en Argentina.
Tatuaje de Sabrina

Artículo publicado por VICE Argentina

La tinta baja, la aguja se mete, la piel se estruja: el tatuaje ha sido consumado. Siempre hay tiempo para recordar el primer tatuaje. Y siempre estará con vos. Ahí: estoico, feo, anacrónico y permanente. Ese tatuaje que fue pensado durante meses, años o, incluso, esto es muchísimo más probable, durante unos pocos minutos. El relámpago del capricho o la certidumbre adolescente. Tomar esa decisión puede ser algo emocionante y hasta puede significar un evento importante en la vida.

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Desde el final de una etapa hasta el fanatismo por una banda o un club de fútbol, puede ser estético o sin valor sentimental, el primer tatuaje depende del más irracional de los gestos: saltar al vacío de la juventud escrachada. Por eso, hablamos con personas que dejaron atrás la piel desnuda por primera vez. Y que se arrepienten de ello.

¿Hay vuelta atrás? ¿No verlo es —en parte— no tenerlo? ¿Se lo taparían? ¿Qué quería decir? ¿La resignación al tattoo maltrecho y permanente es un camino? Y, lo más importante: ¿En qué estaban pensando cuando no estaban pensando? Hay historias personales, de amor, de reparaciones emocionales, de rebelión y hasta algunas bromas internas. Este es el testimonio de jóvenes que se arrepienten de su primer tatuaje.


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El más malo entre los malos

Mi primer tatuaje me lo hice a los 19 años. Fue simplemente porque tenía ganas de hacerme “algo”. Para ese momento escuchaba un montón al trío de Djs británicos Above & Beyond y un track de ellos es "On my way to heaven", que es lo que dice mi tatuaje, aunque no lo parezca. Un ala representa al demonio y la otra a un ángel. Había visto un diseño parecido en Internet. Creo que es mi peor tatuaje. Y eso que tengo tatuajes malos, pero éste sí que me da vergüenza. Supongo que me arrepentí a los meses. La tinta nunca quedó 10 puntos y la letra es mala. No se entiende lo que dice. Pensé en tapármelo. Sí, me lo voy a tapar. Cuando veo este tatuaje de Above & Beyond pienso: “¡Qué manija al pedo!”

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—Sabrina, 28 años, dueña de una dietética

Steven Tyler Aprroved

Tatuaje de Conrado

Mi primer tatuaje me lo hice a los 15 años. Era muy fanático de la banda Aerosmith y en ese momento pensé que era lo mejor del mundo hacerme ese tattoo. También pensaba que la banda iba a gustarme para siempre. Después de siete años teniendo ese tatuaje en la espalda, vino Aerosmith a la Argentina en 2016. Era domingo, yo estaba paseando con mi novia por mi barrio, San Telmo. De pronto, en plena feria de la calle Defensa, aparece Steven Tyler. Se llenó de gente instantáneamente y pensamos que iba a ser imposible acercarse aunque sea a sacarle una foto. De lejos, vemos que Steven se mete al mercado de San Telmo y tras él cierran las puertas. La gente se desilusiona y deja de perseguirlo. Pero yo, al ser del barrio, sabía que ese mercado tiene puertas por otras calles. La agarré a mi novia de la mano y salimos corriendo para ingresar por esa puerta. Recorrimos todo el lugar hasta encontrarlo. Estaba mirando unas antigüedades y me acerqué a él como si de un amigo se tratase, lleno de confianza. Mostré mi omóplato, me bajé la remera y le dije: "Steven, this is for you". Steven Tyler dejó de observar las antigüedades y vino directo hacia mí. Miró el tatuaje atentamente todavía sin decir ninguna palabra, luego me miró a los ojos y me dijo: "Wow, that's beautiful!" Y se alejó caminando. Yo quedé medio en shock. Me arrepentí un poco cuando pasaron los años y crecí. Me empezaron a gustar otras cosas y ya nada tenía que ver con mi personalidad. Obvio que uno cambia bastante desde la adolescencia. Aunque, al tenerlo en la espalda y no verlo muy seguido, nunca me llegó a molestar demasiado. Todavía lo conservo y me río de mí mismo cuando me acuerdo de ese tatuaje u otra persona lo ve y se sorprende. Pensé en tapármelo alguna que otra vez, pero la verdad que no hace falta. Quizás hace algunos años me molestaba un poco más, pero ahora ya lo asumí y no pienso en taparlo ni en esconderlo. Es una marca de la adolescencia y está bien que quede ahí para recordar una etapa de mi vida. Además, ya lo aprobó el mismísimo Steven Tyler: no hay nada más que hacer.

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—Conrado, 24 años, editor de cine y video.

Si no lo veo, me lo olvido

Tatuaje Meli

Mi primer tatuaje me lo hice los 15 años. Fue por rebeldía y por estar al pedo en vacaciones. Mi mamá no me dejaba hacérmelo, entonces fui sola a la casa de tatuajes y me hice lo primero que se me cruzó. Dice: “Chill out”. Me arrepentí unos cinco años después. Lo bueno de esto es que lo tengo en un lugar donde no me lo veo seguido y me olvido que está ahí. Entonces, el arrepentimiento es esporádico. Especulé con borrármelo pero pienso que taparlo va a empeorar la cosa. La verdad es que cuando lo veo creo fervientemente que está perfecto que te pidan documentos y que sólo a los mayores de 18 años los dejen tatuarse.

—Meli, 28, diseñadora de indumentaria


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Tatuaje compartido

Tatuaje Manu

Mi primer tatuaje me lo hice a los 21 años. Fue una propuesta de mi ex novia. No recuerdo exactamente dónde estábamos. Seguramente en alguna de nuestras casas, y de la nada dijo: “¡Hagámonos un tatuaje juntos!” Coordinamos para que no sea nada con iniciales, nombres o algo que se note que tiene que ver con el otro. Entonces, yo tiré la idea de hacernos una pareja de caricaturas estilo Mickey y Minnie Mouse. O, en nuestro caso, Bugs y Lola Bunny, (en su versión de los Tiny Toons). Elegimos un lugar poco visible como la cadera del lado izquierdo. Y por supuesto que cuando lo ven da ternura pero, ahora, al momento de contarlo, dejó de ser algo simpático. Realmente me arrepentí hace poco, ni bien comenzó este año porque dejé de verla después de tantas idas y vueltas ya que entendí que no funcionábamos juntos y se me había pasado todo el amor. Le guardo un cariño enorme porque es muy importante para mí, pero dejó de ser “la mujer de mi vida”. Tengo decidido tapármelo y ya averigüé para hacerlo. Cuando lo veo pienso en ella. Me gusta el dibujo y si no tuviese que ver con ella, me lo re dejaría, pero inevitablemente pienso en ella. No me hace mal, ni me entristece pero no quiero hacerlo toda la vida.

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—Manu, 25 años, agente de viajes.

Los tatuajes son para siempre

Tatuaje Maria Eva

Mi primer tatuaje me lo hice a los 18 años. Fue apenas terminé el colegio. El “om” es un mantra budista que representa la unidad con lo supremo y la combinación de lo físico y espiritual. Yo lo tomo como un memo para encontrar un equilibrio. Me arrepentí cuando me hice otros tatuajes que me quedaron mucho mejor dibujados que ese. Me ha pasado que me pregunten por qué tengo tatuado un número 30, o el loguito de la banda Callejeros, o el gorrito de bufón de la banda Guasones. La verdad, no sé por qué tanta confusión. Muchas veces pensé en tapármelo. A su vez, no sé qué me haría. Y también creo que no está tan mal como para taparse y que, en definitiva, los tatuajes son eso: algo que está para siempre, independientemente del momento en el que nos los hacemos. Eso sí, cuando lo veo pienso: “La puta madre, ¿por qué no fui a un buen tatuador?”

—María Eva, 23 años, niñera y estudiante de docencia


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¿Preferís un nombre o un pentagrama?

Tatuaje Anahí

Mi primer tatuaje me lo hice a los 18 años. Fue después de mi primera desilusión amorosa. Decidí hacerme algo que expresara lo que había sido esa relación para mí: era joven y bastante más hippie de lo que me gusta asumir. El chico en cuestión era músico y aunque yo no sé tocar ningún instrumento, me hice una clave de sol con alas (sí, con alas) de la que sale un pentagrama con un montón de notas sin ningún tipo de criterio. Ni siquiera tiene un criterio estético, nada. Lo diseñé en una hoja de carpeta que le pase a mi amigo quien llevaba tres meses tatuando y lo hicimos en dos sesiones. Él le agregó unos efectos de difuminado y fundidos bien del Conurbano. El momento en el que me arrepentí no sabría precisarlo pero sí sé que estuve más tiempo tratando de buscarle la vuelta que el que lo disfruté. Como está en la espalda no lo veo seguido pero cada verano me acuerdo de él. Este año cumplen 10 años del tatuaje y creo que ya es hora de taparlo, ya pasé suficiente vergüenza. ¿Cuándo lo veo qué pienso? Que si me hubiera tatuado el nombre del pibe me arrepentiría menos.

—Anahí, 28 años, trabaja en un restaurante.

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