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¿Por qué odiamos ver a otros besándose?

La tolerancia ante las demostraciones públicas de afecto podría estar vinculada a nuestra personalidad.
Una pareja joven besándose en el transporte público.
Simon Nentwich /EyeEm/Getty Images.

Artículo publicado originalmente por Tonic Estados Unidos.

Estás en la parada de autobús ocupándote de tus propios asuntos cuando ves a una pareja besándose con gran intensidad, tan apasionadamente que prácticamente están cogiendo vestidos. Miras hacia otro lado, pero aún puedes escuchar el sonido de sus labios mientras se besan, como un ancianito comiendo chili. Tu cuerpo se encoge con repulsión. En lugar de pensar, "¡Ay, el amor juveni!", te parece absolutamente desagradable.

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Mientras intentas no vomitar el desayuno, una parte de ti se pregunta por qué ver muestras públicas de afecto te hace sentir tan incómodo como cuando ves una escena de sexo con tus padres. ¿Eres un mojigato? ¿O simplemente un soltero amargado que no puede estar feliz por el amor de las otras personas?

Primero, no solo te pasa a ti, aunque tampoco les pasa a todos. La respuesta de la gente ante las demostraciones públicas de afecto varía ampliamente, dice Karen Blair, profesora asistente de psicología en la Universidad St. Francis Xavier y directora del Laboratorio de Investigación KLB. "A algunos les parece dulce, a otros asqueroso, y algunos otros ni siquiera lo notan", nos dice.

Vale la pena señalar que las muestra públicas de afecto son un fenómeno relativamente nuevo. Las caricias intensas y el cachondeo alguna vez fueron actividades que más bien se llevaban a cabo a puerta cerrada. El primer beso en pantalla sucedió en el año 1896 y fue solo a partir del siglo XX que dejamos de pensar que tomarse de la mano en publico era un acto escandaloso. Antes de la década de 1900, las muestras de afecto en público eran un tabú y, a veces, incluso eran ilegales (se castigaban con multas, cárcel y, en algunos casos extremos, hasta la muerte). Es posible que este pudor inicial sega influyendo nuestros pensamientos y comportamientos en la actualidad.

Como ejemplo hay al menos una encuesta, hecha por estudiantes universitarios que analizaron la ética en el trabajo y la percepción de las normas sexuales, que encontró que los valores puritanos tradicionales con respecto al trabajo y el sexo todavía influyen en el pensamiento de hoy en día. El contexto también importa, dice Blair. Las personas tienden a aceptar más las muestras públicas de afecto cuando ocurren en los entornos adecuados. Ella explica que tenemos una mayor tolerancia ante estas muestras afectivas en los lugares donde las personas suelen saludarse o despedirse.

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“Nunca faltan muestra de afecto públicas en los aeropuertos, y de hecho, por lo regular son mucho más frecuentes que en cualquier otro lugar, y la gente no parece reaccionar negativamente ante ellas". En esas situaciones, las personas se identifican con el proceso de despedirse o dar la bienvenida a un ser querido importante y, por lo tanto, le dan más espacio [y] aceptación a las expresiones de afecto", nos dice.

Como Charles Hill, profesor de psicología en el Whittier College, escribió en un artículo del New York Times en los años 80, una de las razones por las cuales las muestras públicas de afecto podrían ser menos aceptables en lugares donde no es la norma es porque obligan a las personas a convertirse en una especie de espectadores involuntarios, y eso puede ser incómodo.

Otro factor que influye es quiénes participan en esas muestras afectivas: un estudio de 2014 encontró que el 95 por ciento de los participantes heterosexuales estaban cómodos con una pareja heterosexual que se besara en la mejilla, pero solo el 55 por ciento de ellos aprobaron que una pareja gay se besara en la mejilla. Otro estudio, realizado por Blair y sus colegas, encontró que los hombres que tenían más prejuicios hacia las personas homosexuales eran más propensos a calificar las muestra afectivas de hombre a hombre como "repugnantes".

"También descubrimos que estos mismos hombres con un historial de comportamiento agresivo eran más propensos a mostrar expresiones faciales de desprecio en respuesta a las imágenes de dos hombres tomados de la mano y expresiones faciales de disgusto en respuesta a las imágenes de dos hombres besándose", agrega Blair. Esto podría explicar por qué es menos probable que las parejas del mismo sexo muestren afecto en público.

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Sin embargo, incluso sin tomar en cuenta las influencias sociales y culturales o las inclinaciones homofóbicas/racistas, la manera en que reaccionas ante las muestras públicas de afecto tiene mucho que ver con tu personalidad. Como explica Gwendolyn Seidman, profesora de psicología en la Universidad de Albright, cada uno de nosotros tiene un nivel particular de tolerancia para lo que nos resulta o no desagradable.

"Las personas difieren en su nivel de sensibilidad a lo de desagradable, [lo cual] define en qué medida algo nos parece desagradable o repugnante a cada uno de nosotros", dice, explicando que el que te cause asco algo como los fluidos corporales significa que es probable que te causen asco otras cosas, como los insectos, la comida en mal estado o los tabúes sexuales. "Por lo tanto, las personas con una mayor sensibilidad ante lo repugnante, pueden encontrar las muestras de afecto en público especialmente desagradables".

Entre tanto, Blair sugiere que tu tipo personal de apego —la manera en que reaccionas en las relaciones—, también podría tener algo que ver con cómo te sientes con respecto a las muestras públicas de afecto. "Aunque nuestro tipo personal de apego se relaciona con cómo nos sentimos con nuestras propias relaciones personales, también puede influir en cómo vemos las relaciones de los demás", dice. Por lo tanto, agrega, si tienes un tipo de apego evasivo, es menos probable que respondas positivamente a las demostraciones de afecto de otras parejas, tal vez por considerarlas innecesarias o "exageradas".

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Seidman agrega que la forma en que te ves a ti mismo al actuar en una situación similar puede influir en lo que piensas de las muestras públicas de afecto. "Las personas tienden a utilizarse a sí mismas como punto de comparación con las otras personas", nos dice. "Juzgan a los demás basándose en sí mismas". En otras palabras, si eres el tipo de persona que nunca cachondearía en un autobús, juzgarás a quien lo haga con más dureza. Y esto es especialmente cierto si además crees que la pareja en cuestión está sobrepasándose en sus demostraciones afectivas.

"Al parecer existe algo como las muestras públicas de afecto excesivas", dice Lydia Emery, una estudiante graduada del departamento de psicología de la Universidad de Northwestern. En la investigación de Emery, descubrió que a las personas se las ve como poco agradables si tienen una actitud muy efusiva sobre su relación en sus publicaciones de Facebook. Dice que lo mismo podría aplicar para las parejas que se besan apasionadamente en público, pero se necesita hacer más investigación para averiguar si el desagrado por las actualizaciones de las noticias de Facebook con más información de la que necesitamos también se aplica a las muestra de afecto excesivas en la vida real.

En cuanto a por qué las personas se precipitan de inmediato a odiar las muestras excesivas de afecto, Emery plantea la hipótesis de que podría deberse a que las personas identifican las motivaciones de la pareja. La gente participa en demostraciones públicas de afecto por varias razones, pero según un estudio de la Universidad de Kansas, que encuestó a 349 estudiantes universitarios sobre su participación en muestras de afecto en público y las razones detrás de ellas, la razón número uno por la que las personas lo hacían fue "mejorar su imagen o estatus para demostrar que podían conquistar a una persona en particular".

"A la gente no le gusta cuando otros se jactan o se lucen, o cuando perciben que eso es lo que está pasando", dice Seidman. En otro de los estudios de Emery, descubrió que las personas comparten más información sobre su relación cuando se sienten inseguras sobre los sentimientos de su pareja. Entonces, la gente podría estar reaccionando negativamente a la falsedad de la demostración de afecto, pero Emery enfatiza que se necesita hacer más investigación la respecto.

Como dato positivo cabe señalar que al parecer odiar las muestras públicas de afecto no tiene nada que ver con el estado de tus propias relaciones. "A las personas solteras y las personas en una relación parecen disgustarles en la misma medida las muestras publicas de afecto en Facebook", dice Emery. Sin embargo, ya sea que creas o no que mostrar afecto en público es desagradable, debes admitir que tienes suerte de vivir en un lugar y momento en que las pareja se sienten lo suficientemente cómodas como para besuquearse en público. Solo trata de no sentarte a su lado en el autobús, y usa unos audífonos.