tus derechos

Qué hacer si hacen un vídeo porno con tu cara

Cada vez hay más apps que permiten poner cualquier cara en cualquier vídeo, y cualquiera puede crear vídeos porno con tu cara y sin tu permiso.
deepfake
Fotografía original por Nan Palmero vía Flickr/CC by 2.0. Modificación por VICE

No hace falta ser Taylor Swift o Emma Watson para que alguien pille tu foto y la convierta en un deepfake. Basta con que tu ex se case y a algún amigo suyo se le ocurra hacer una Playboy con un histórico de todos sus ligues haciendo alarde de sus conocimientos de Photoshop. O, y esto es aún peor, te cruces a un pervertido con el DeepNude instalado en el móvil y te desnude virtualmente, o ponga tu cara en un vídeo porno. Pueden pasar tantas y tantas cosas.

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Lo que los pervertidos old school hacían desde la imaginación o mediante un collage manual a lo corta y pega, ahora es tan real que incluso puede llegar a ser verosímil. El grado de realismo de ciertos vídeos porno protagonizados por gente anónima y renderizados al momento es tan elevado que lastiman de forma extrema la dignidad de cualquier mujer, porque curiosamente este tipo de aplicaciones y programas siempre empiezan utilizándose con mujeres (o como DeepNude, solo funcionan con nosotras).


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Según nos dice el abogado especialista en derecho digital Sergio de Juan-Creix, no hay ninguna legislación específica en España que regule este tipo de montajes hechos mediante la realidad virtual. En ciertos estados de los Estados Unidos, como en Virginia, estos supuestos estarían contemplados y penados como tal, pero en nuestro país la ley general que se aplicaría en estos casos es la de imagen, honor y derecho a la intimidad.

“Hay casos que son totalmente denunciables por vía civil, o incluso por vía penal cuando son muy graves. Lo que deberá aportar la víctima es muy relativo, porque tendrá que demostrar la falsedad del montaje y la ofensa que ello genera”, nos dice.

“En el supuesto de que una mujer encuentre un vídeo porno hecho con su cara la víctima debería denunciarlo inmediatamente tanto al sitio web que aloja el contenido como a la policía si es muy grave. Este caso puede ser considerado una vulneración de los derechos de honor y a la propia imagen por lo que la persona perjudicada podría llegar a pedir, además del cese de la infracción, una indemnización económica (el importe depende de múltiples factores, pero oscilaría entre un rango de 1000€ y 30 000€)”, explica Sergio.

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Si se trata de una fotografía donde se recrea un desnudo y se ha publicado en internet o difundido por redes sociales o Whatsapp la tipología de delito que se estaría incurriendo sería de injurias, un ataque al honor y a la dignidad de la persona que atenta contra su propia estimación.

Según se prevé en el Código Penal, las personas que cometan un delito de este calibre recibirán una pena de multa entre 3 y 14 meses, aunque si el acusado se arrepiente ante el juez la pena podría ser menor. “Las indemnizaciones a reclamar por parte de la víctima dependerán de la gravedad, del realismo y de otros factores, como por ejemplo la difusión, el impacto o del tipo de vejación”, nos explica Sergio.

“Cuanto más realista es un montaje, más grave sería el hecho porque da apariencia de realidad y no de parodia”, nos comenta de Juan-Creix. “Aunque se especifique claramente en el copy o en una marca de agua que se trata de un deepfake, puede ofender igual a terceras personas. Existe una delgada frontera entre el humor y la libertad de expresión que se ha de analizar caso por caso”; nos dice.

Los que a pesar de no ser autores del deepfake hayan difundido un montaje audiovisual en el que aparezca una mujer desnuda virtualmente sin su consentimiento no quedarán exentos de responsabilidad. “Estas personas están realizando un acto de difusión y como tal también son partícipes del acto lesivo aunque generalmente en menor grado que el autor. Delito puede serlo o no dependiendo del hecho, lo que sí estaríamos hablando de un ilícito. En ambos casos, ya sea un ilícito civil o penal se podría pedir indemnización, pero la vía penal se reserva para los casos más graves”, nos asegura Sergio de Juan-Creix.

Sin embargo, es realmente complicado por parte de las víctimas que sean conocedoras de este tipo de montajes. Este desconocimiento del hecho sumados a los largos y costosos procesos que suelen suponer las denuncias provocan que no se registren a menudo casos de este estilo, pero esto no significa que no ocurran, la mayoría de veces en la clandestinidad.

El debate de si prohibir o no las apps o programas que facilitan los deepfakes está servido. De hecho la aplicación DeepNude, que permitía desnudar a mujeres, cerró en junio de este mismo año después de las presiones recibidas por parte de múltiples colectivos y sus creadores reaccionaron diciendo que “el mundo aún no estaba preparado para esta aplicación”.

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