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Cultură

Cascadas para olvidar la vida urbana y el caos bogotano

La capital y sus alrededores tienen lugares privilegiados para hacer turismo de naturaleza. Solo a unos minutos de distancia en carro o incluso a la vuelta de su casa puede haber una fuente de agua rodeada de verde que debería conocer.

Este artículo fue hecho en colaboración con Cerveza Corona

Si de armar planes se trata en Bogotá siempre optamos por lo mismo: vitrinear en un centro comercial, parchar con amigos en un bar o encerrarse en la casa a ver Netflix. Sin embargo, y por fortuna, la capital no es solo construcciones: Bogotá tiene más de 14 mil hectáreas de bosques en los cerros orientales, que son el nacimiento de ríos como Arzobispo, San Francisco, San Agustín, San Cristóbal y más de 190 quebradas como La Vieja y Las Delicias.

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Bogotá oriental ilustrado por Dylan Quintero.

Ir a la quebrada y cascada Las Delicias es una experiencia surreal. El camino arranca en plena ciudad: calle 62 con carrera segunda en el barrio Bosque Calderón Tejada. En este punto no hay nada que uno no vea todos los días: calles de asfalto, andenes de cemento, edificios de apartamentos en ladrillo color terracota. Sin embargo, las calles se van haciendo más empinadas y el verde de las montañas empieza a hacerle competencia al concreto. El sendero reconstruido es un camino empedrado, a un lado fluye tranquila la quebrada y se alcanza a ver parte de la Bogotá rural, la que habita en las montañas. Del otro lado la avenida circunvalar que nos recuerda que aún seguimos en la urbe.

La montaña está cada vez más cerca, ya se alcanzan a ver los frondosos árboles que la cubren mientras el camino se inclina más, a veces vuelve a ser plano, el sendero de piedra desaparece para cruzar la quebrada por un puente hecho con troncos de madera. Antes de internarse en el bosque, el camino se encuentra con los postes que sostienen los puentes vehiculares de la avenida circunvalar que tampoco son ajenos a la recuperación del sendero. En ellos y en los muros que todavía quedan se puede ver graffitis de artistas urbanos que se inspiran en el respeto y cuidado del medio ambiente.

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Ilustración de Dylan Quintero.

En el último tramo del recorrido, el ambiente es húmedo: todo está rodeado de árboles, musgo y helechos de diferentes tonos de verde, la ciudad ya no existe. El sendero empedrado se ha convertido en unas escaleras angostas de madera, la quebrada a veces se esconde, pero nunca deja de escucharse el murmullo del agua. De nuevo, el camino se empina y luego se hace plano, ahora solo hay tierra húmeda bajo las botas de lluvia.

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Finalmente, el sendero se detiene sobre los 2,760 metros sobre el nivel del mar. Hemos llegado a la cascada Las Delicias, un cuerpo de agua cristalina de 41 metros de altura que baja por un canal de rocas. Se puede visitar desde 2013, luego de un proceso de recuperación ecológica en el que se sembraron más de 8 mil árboles y se recogió toda la basura que allí se arrojaba. Hoy la quebrada y la cascada Las Delicias pasaron de ser un basurero en las montañas para convertirse en uno de los espacios ecoturísticos mejor equipados de Bogotá.

Para visitar Las Delicias, y en general cualquier sendero de los cerros orientales, es necesario contactar un guía local que acompañe y muestre el lugar. Eduardo Campos, biólogo y director de Caminatas Ecológicas Bogotá, un grupo que realiza visitas guiadas a diferentes zonas de interés ecológico en la ciudad, es uno de ellos. Campos lleva más de 10 años recorriendo los parajes inhóspitos de Colombia para que la gente conozca la diversidad ecológica del país, y se tome en serio su conservación. Aquí en Bogotá suele hacer visitas guiadas a las quebradas que nacen en las montañas y a los pueblos cercanos a la ciudad.

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Ilustración de Dylan Quintero.

Las caminatas por los cerros orientales se hacen en un solo día, en recorridos de hasta cuatro horas, que suelen empezar entre las 6 las 7 de la mañana. Para reducir el impacto que pueden causar los visitantes al ecosistema, solo hay un par de horas disponibles al día para ingresar a los cerros. Si usted hace parte del combo madrugador, este definitivamente es su plan.

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Campos siempre recomienda usar tenis o botas con buen agarre para evitar resbalarse, llevar ropa cómoda y alguna prenda de color fuerte para que ser fácilmente identificable dentro del bosque. Uno de los atractivos principales de los cerros es que son el hogar de varias especies de aves que se pueden avistar con un buen par de binoculares, pero, si ese es su principal objetivo, Campos sugiere llevar ropa oscura para no ahuyentarlas. También es importante que lleve ropa y zapatos de cambio, si va a ir a la cascada lo más probable es que termine empapado hasta la ropa interior (es en serio).

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Ilustración de Dylan Quintero.

Además de Las Delicias, hay otras cascadas que se pueden visitar sin moverse de la localidad del Chapinero, cómo Morací, a la que se llega por el sendero Las Moyas en la calle 78, y que también fue recuperado de las basuras y resembrado de árboles nativos. O, desde el Parque Nacional se puede caminar hasta la cascada del río Arzobispo que nace entre los cerros del Cable y el Águila. Durante el recorrido, además de poder conectarse con la naturaleza, se puede ver el Monumento al Silencio del artista Eduardo Ramírez Villamizar.

“Caminar los cerros nos cambió la vida”, dice emocionado Andrés Plazas, fundador de Amigos de la Montaña, un grupo que promueve la apropiación y el respeto del medio ambiente en Bogotá. Para él, visitar una cascada o los 25 senderos disponibles va mucho más allá de un plan de fin de semana: “Los cerros son vida, son alegría, uno los sube para no enfermarse, es una forma de salud física y mental preventiva. ¡Y es gratuita!”

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Ilustración de Dylan Quintero.

Según la Organización Mundial de la Salud, el mínimo de zonas verdes persona en una ciudad son 10 metros cuadrados. En Bogotá hay escasamente 3.9 metros cuadrados de zonas verdes por habitante, así que subir a la montaña es casi un deber para no enloquecer.

Las montañas y las cascadas de la ciudad son espacios principalmente para caminar. Si quiere llevar la conexión con la naturaleza a otro nivel y hacer algo que lo desafíe no tiene que ir muy lejos. A 45 minutos de Bogotá, en el municipio de Choachí, Cundinamarca, puede visitar el Parque Aventura en el que se encuentran las cascadas La Chorrera, la caída de agua más alta de Colombia, con 590 metros, y El Chiflón, en la que se puede practicar torrentismo y rappel.

Encontrar el lugar y el momento adecuado para escapar de la ciudad es un privilegio bogotano. Aquí, reconectarse con la naturaleza está a unos pasos de casa. Aproveche.

Cada ciudad tiene tesoros escondidos. Detrás de los edificios o arriba de nuestros ojos, que se la pasan mirando la pantalla del celular, se encuentran grandes y pequeños espacios todavía naturales. Esta serie es una invitación de Cerveza Corona y Vice para levantar la mirada en búsqueda de un plan para visitar esos paisajes vecinos que nos aguardan y que comprueban que el afuera no está lejos. El afuera es una forma de vida dentro y fuera de la ciudad: en el parque de la esquina, en las montañas detrás de tu barrio o en el propio balcón de tu apartamento, la naturaleza te está esperando.