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Comida

Tus fresas fueron recolectadas por agricultores explotados en San Quintín Baja California

En un súper del DF la caja de fresas de 450 gramos cuesta entre 40 y 50 pesos, pero quienes las cultivan apenas ganan 10 pesos por pizcar 15 veces esa cantidad de fruta.

En cualquier supermercado de la Ciudad de México el precio de la cajita de fresas con 450 gramos cuesta entre 40 y 50 pesos (3.5 dólares), pero quienes están en los campos de cultivo apenas ganan 10 pesos (menos de un dólar) por pizcar quince veces esa cantidad de fruta.

Sí, mientras nosotros hacemos un licuado y un postre de fresa con 50 pesos, los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín, en Baja California, trabajan más de 15 horas al día para tener un salario de 100 pesos, tras llenar cajas y cajas de fresa en las fincas de sus patrones.

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Esa desigualdad es lo que originó «en parte» el paro de labores en los campos agrícolas de San Quintín, el cuál inició el pasado 17 de marzo y sigue sin resolverse.

Y es «en parte», porque las exigencias de los jornaleros no sólo son por los bajos salarios y las largas jornadas de trabajo, si no por las pésimas condiciones en las que laboran (sin protección ante la exposición a insecticidas u otros químicos, por ejemplo), sin seguro social, prestaciones o pago por hora extra de trabajo.

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Foto de Octavio Castellanos, cortesía de Vice México.

El Valle de San Quintín está ubicado a unos 300 kilómetros al sur de San Diego, California. Según datos oficiales, es la región más pobre y marginada del estado de Baja California y es en donde se concentran los principales campos agrícolas de la región, entre los que destacan los de fresas, tomate y calabacita.

Según la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social que lidera el paro de labores en el Valle, en la región hay 80 mil trabajadores afectados por los bajos salarios y malas condiciones de trabajo. Su demanda en marzo, al iniciar la huelga, era el pago de 300 pesos por día de los 100 que ganan actualmente, es decir, pasar de salarios de menos de ocho dólares diarios a 22, aproximadamente.

¿Y en qué va la negociación? Tras varias manifestaciones y reuniones con autoridades, los jornaleros aceptaron que el salario suba sólo a 200 pesos (unos 15 dólares) o que la caja de fresas pase de 10 a 20 pesos; pero los empresarios y dueños de los campos agrícolas aseguran que sólo les alcanza para aumentar 15% los salarios o 16.5 pesos por cada jornada (poco más de un dólar); por lo que pagarían máximo 130 pesos.

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Es justo cuando ninguna de las partes está dispuesta a dar marcha atrás que se acerca una fecha clave para esta huelga: el próximo 4 de junio se realizará una reunión en el Valle de San Quintín entre jornaleros, empresarios y autoridades locales y federales para definir el monto final del incremento salarial y con ello, acabar con el paro de labores.

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Según la Secretaría de Gobernación, que ha mediado en el conflicto, el gobierno federal está dispuesto a negociar y apoyar a los empresarios para que la propuesta final sea «la más cercana a los 200 pesos».

Pero como el conflicto en San Quintín no sólo es por salarios, hay otras demandas que avanzan en las negociaciones y que son clave para llegar al próximo 4 de junio en los mejores términos posibles.

En la última reunión entre jornaleros, empresarios y autoridades del pasado 14 de mayo se lograron otros acuerdos fundamentales, entre los que destacan: afiliación de los jornaleros en el Instituto Mexicano del Seguro Social; acabar con la retención y condicionamiento de salarios; iniciar un proceso de mejora de vivienda, alimentación y condiciones de seguridad e higiene de los trabajadores de la región; respeto a la Ley Federal del Trabajo y a derechos humanos de los jornaleros (este punto incluye inspecciones de trabajo en los campos para evitar abusos y explotación de mujeres y niños); las empresas del Valle de San Quintín deberán certificarse como firmas libres de trabajo infantil; crear un fideicomiso de inversión con recursos federales, estatales y privados para el desarrollo del Valle; la creación de un sindicato.

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Los dos meses de conflicto incluso han tenido repercusiones más allá de las fronteras mexicanas.

El 19 de mayo pasado un grupo se manifestó frente al supermercado Whole Foods de Hillcrest en San Diego, California. ¿La razón? La venta de fresas de la marca Driscolls, una de las compañías con mayor presencia en San Quintín.

Abraham Alvarado, uno de los manifestantes, dijo que la protesta en Whole Foods es para exigir que ni en San Diego o en México se consuman «los productos Driscolls hasta que haya pagos dignos a los trabajadores».

Incluso en la plataforma de peticiones ciudadanas, Change.org, existe una petición para que Whole Foods deje de vender las berries de Driscolls, pues sus campos en San Quintín son de fresas, arándanos y mora.

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Foto de Octavio Castellanos, cortesía de Vice México.blood berries

«En el Valle de San Quintín en Baja California los trabajadores están luchando por sus más elementales derechos: tener un salario decente, acceso a agua, vacaciones y seguridad social. Actualmente ellos no tienen ninguna de éstas y tienen un sueldo de en promedio 7 dólares por día por al menos 12 horas de trabajo sin descanso», dice la petición en Change.org que llama a los productos de Driscolls «».

Otras empresas involucradas en este paro es BerryMex y la Empresa Agrícola del Noroeste, conocida como El Rancho Los Pinos.

Pero lo que realmente deja el paro en el Valle de San Quintín a México es la visualización de las condiciones en las que trabajan los jornaleros agrícolas de todo el país.

La Red de Jornaleros Agrícolas, que agrupa a diferentes organizaciones civiles, advierte que la explotación laboral de jornaleros alcanza los dos millones de personas, según los datos de la Encuesta Nacional de Jornaleros Agrícolas de 2009, la última disponible.

Pues además de en Baja California, existen jornaleros en campos de Sinaloa, Sonora, Baja California Sur, Chihuahua, Guanajuato, Zacatecas, Jalisco, Nayarit, Colima, San Luis Potosí, Querétaro, Veracruz, Morelos, Hidalgo, Michoacán, Estado de México y Chiapas; y en el 90% de los casos no cuentan con un contrato formal de empleo.

Los líderes jornaleros aparentemente confiados esperan la solución final para el 4 de junio. Sin embargo amenazan realizar un boicot electoral en las próximas elecciones intermedias para diputados federales.

«No hay solución, no hay elección», gritan sus pancartas de protesta. Otras cantan: «Strawberry Fields are not Forever».