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Cultură

Charles Manson y su culto del terror y el amor

El disco de Manson es una maravilla podrida, imposible de separar de sus crímenes y sin embargo, contienen una música brillante y de una vitalidad retorcida y extrema muy difícil de encontrar en un disco cualquiera.

Foto de Charles Manson usada en la portada del disco.

Todo el que fue un adolescente más o menos alternativo durante los años 90 tuvo un tonteo con Charles Manson como personaje. Encontrábamos su historia explicada con fascinación en algunas canciones de Sonic Youth ("Death Valley 69") y descubrimos que escribía canciones increíbles a través de las versiones de Lemonheads y Redd Kross. ¿Cómo diablos debía sonar eso? A veces lo citaba Manuel Valencia en su sección en El Víbora, o en los números del Popular 1 que leíamos entre risillas en la biblioteca de nuestro barrio. Hablaban de un Nick Drake del lado oscuro, de conexiones con los Beach Boys y su obsesión con algunas canciones de los Beatles. Ponía la carne de gallina imaginarlo y bueno, ya saben que entonces no teníamos internet para correr a buscarlo. Era en ese vacío donde construíamos nuestros mitos, algo frustrante pero que en realidad estaba bastante bien.

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Cuando finalmente pude escuchar ese disco, me costó relacionarlo con la película que había hecho en mi cabeza. Había canciones de folk preciosas, otras encajarían perfectamente en los discos de folk loco de los Fugs, y alguna que podría ir de la mano de otros cantautores extraños como Peter Grudzien o medio autistas como Jandek. ¡Todo lo que me gusta! El disco tuvo su publicación española en plena dictadura, en 1971, con el nombre de 12 canciones compuestas y cantadas por Charles Manson, con una portada distinta y una tirada cortísima que en seguida se convirtió en una cotizada pieza de coleccionista. Ahora Munster Records reedita esa versión del disco tal cual salió en su día y no podemos estar más contentos.

Charles Manson estaba lo suficientemente obsesionado con algunos músicos como para intentar convertirse en uno de ellos. Durante el año 1967 estuvo revoloteando por la casa donde vivían los Beach Boys hasta que consiguió que Carl y Brian Wilson le grabaran una maqueta en su estudio casero. Esas sesiones nunca vieron la luz, pero se dice que ya grabó algunas de las canciones que entrarían en el disco. Lo que sí es seguro es que algo fructificó, porque los Beach Boys acabarían grabando una de sus canciones, con Dennis Wilson, su principal valedor dentro del grupo, como cantante principal.

De hecho las canciones de Lie: The Love And Terror Cult —el título original del disco— se grabaron en el estudio habitual de los Beach Boys, Gold Star Studios. Es extraño comparar el sonido del disco con el de los grupos que solían grabar allí, porque está muy lejos del oropel de los californianos y todavía más del sonido de los discos que produjo Phil Spector, otro habitual del estudio. Las cintas quedaron en un cajón y no fue hasta después de cometer los horribles crímenes en casa de Sharon Tate y el matrimonio LaBianca que se publicó, mediante un viejo compañero de prisión de Manson, Phil Kaufman, después de que éste se dedicara a llamarle compulsivamente desde la prisión para insistirle en que lo editara, cosa que a Kaufman le acabó pareciendo buena idea.

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Tienen que pensar que Phil Kaufman era un tipo especialmente pirado. Él fue quien robó el cadáver de Gram Parsons y lo llevó hasta el desierto de Joshua Tree para quemarlo y esparcir sus cenizas. Volvamos al disco. Después de un chingo de llamadas desde la cárcel, el buen Kaufman decidió hacer 2000 copias y distribuirlas a través de los mismos iluminados que empezaron el negocio de los discos pirata, vendiendo bootlegs de Bob Dylan. Esto pasó en medio del juicio a Charles Manson, y evidentemente se encontró con el rechazo de todo el mundo, horrorizados por sus crímenes. Pero el mal ya estaba hecho. Al poco Charles Manson era una figura de culto y el disco empezó a circular entre el underground de la época. Además de la española, Lie tuvo ediciones en sellos como ESP (The Fugs, Albert Ayler, Godz…) y se convirtió en una de esas rarezas cotizadísimas de las que se burlaban Poison Idea en su EP Record Collectors Are Pretentious Assholes —busquen el disco en la portada—.

En cualquier caso, es escalofriante escuchar el disco. Pasa con los discos de otros asesinos como Burzum. Son maravillas podridas, imposibles de separar de sus crímenes y sin embargo, contienen una música brillante y de una vitalidad retorcida y extrema muy difícil de encontrar en un disco cualquiera.