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De cuando 'Zizou' era yazid: viajamos al conflictivo barrio de Zinedine Zidane

Veintiocho años después de que Zinedine Zidane abandonara ese lugar para buscar fortuna en el mundo del balompié fuimos de visita allá, a La Castellane.

Hoy en día, el barrio La Castellane debe más su fama a los sucesos negativos que a uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Veintiocho años después de que Zinedine Zidane abandonara ese lugar para buscar fortuna en el mundo del balompié, los rastros de la juventud del entrenador madridista han quedado enterrados entre los bloques de apartamentos de este degradado distrito de Marsella.

Lo primero que llama la atención al llegar a La Castellane son los camiones de las CRS, las fuerzas especiales de la Policía francesa. Están por todas partes: no es para menos, dado que detrás de los enormes edificios de color beige llenos de ventanas, que actúan como murallas, está lo que podríamos llamar 'el supermercado de la droga'. Aquellos que quieren comprar son —más o menos— bienvenidos; para quienes no están interesados, no hay razón alguna por la cual entrar.

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Al lado de un porche, dos adolescentes hacen guardia para evitar que la policía se acerque. "Ah, has venido por el fútbol… ven, que te acompañaré". Karim (nombre inventado por seguridad), un niño de 16 años con el pelo moreno, parece muy buen chaval y decide hacerme de guía. Me lleva por el centro de este laberinto habitado por 7.000 almas, y mientras tanto, me enumera sus colegas que han dejado la ciudad para ir a un centro de formación.

"Hakim está en Clermont, Memet en Metz…". Igual que ellos, Zidane dejó La Castellane para irse a un centro de formación: concretamente, se unió a la cantera del AS Cannes a los 15 años de edad. Desde que 'Zizou' se convirtió en el entrenador del Real Madrid, nada ha cambiado aquí —aparte el hecho que Karim es poco "más del Real que del Barça".

Sentado al lado de un banco delante del centro social, tres 'chibanis' ('ancianos' en árabe magrebí) mantienen un animado debate. "Conocíamos a su familia", dice uno de ellos, con bigote, sombrero y un bastón bajo en el brazo. "También en su país sabían quiénes eran los Zidane", recuerda uno de ellos nativo de Cabilia, en el norte de Argelia.

En 1962, cuando Smaïl Zidane —el padre de 'Zizou'— volvía a su país natal tras vivir varios años en París, conoció a Malika. La pareja finalmente se estableció en Marsella y allí formó una familia de cinco niños en los distritos del norte. Zinedine nació en 1972, y de pequeño se hacía llamar por su segundo nombre: Yazid.

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"Nuestros padres eran muy duros: tuvimos una educación casi militar aquí", dice Takilit en su pequeña tienda al pie de un edificio. Con su pelo recogido y la cara lisa, esta tendera de familia pertenece a la misma generación que Yazid y recibió una educación muy similar.

En la puerta de la tienda de Takilit, en cuyo letrero puede leerse "Alimentos-Frutos secos-Sandwich", hay un póster en formado A3 en el que aparece Zidane con la camiseta de la selección de Francia del 2006. Está dedicado: "Para Moktar, con cariño". El hermano de Takilit consiguió este póster gracias al hermano mayor de 'Zizou', que aún vive en el barrio: Jamel Zidane.

Jamel Zidane, el hermano mayor de Zizou, ha logrado prosperar en la escalera social: hoy es el bedel de la piscina municipal. Le encuentro justo entre la entrada de la piscina y el camión de la CRS con un chándal del Real Madrid y la mirada perdida en la rotonda. De lejos, el parecido con su hermano es increíble: tiene los mismos rasgos, solo que un poco más marcados, y el rostro más ancho.

La emoción, sin embargo, me dura poco. "Lárgate, que no quiero hablar", me espeta el hermano de Zinedine con un marcado acento marsellés. Ducha fría, directa y clara. En la ciudad, me dicen, es raro verle con su ilustre pariente.

El viaje en el tiempo continúa en la plaza Tartaria de La Castellane, una losa de hormigón rodeada de enormes edificios que solo los urbanistas de los años 70 pueden entender. Fue aquí donde Yazid pasó sus primeros días practicando con el balón. En la primera planta del número 28, la ventana de la habitación de 'Zizou' está tapada por una placa de metal. Los trozos de la vida pasada aún siguen en la pared.

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El edificio será demolido pronto debido a la renovación urbana: una decisión que tomó Manuel Valls con la intención de "abrir" el barrio. Traducido: permitir el paso de las patrullas y romper la red de comercios en su corazón. Cuando pregunto en las cercanías de la plaza Tartaria y en las tiendas que la rodean, la respuesta es siempre la misma: "Zidane ya no está aquí. Ya no volverá a jugar aquí nunca más, así que tenemos que ir adelante".

Cae la noche: no es momento para pensar en los recuerdos.

Zinedine Zidane firma autógrafos tras un entrenamiento de la selección francesa durante el Mundial de 1998. Imagen vía Reuters.

Más a sur de la ciudad, al otro lado de la autopista, el ambiente es un poco más acogedor. Los chavales de 11 a 13 años de la AJ Nouvelle Vague, el club de La Castellane, entrenan en el campo de Saint-André. También hay otros pequeños espacios de césped sintético en las cercanías de La Castellane, pero tienen fama de ser campos de tiro… en el sentido balístico del término.

En los tiempos de Yazid, el Nouvelle Vague solía llamarse AS Foresta y jugaba en un campo ubicado donde ahora hay el centro comercial Grand Littoral. Hoy en día, el club entrena en terrenos municipales como solo Marsella y algunas ciudades del tercer mundo pueden tener: las instalaciones consisten en un edificio medio torcido, con las tribunas conquistadas por la vegetación y unos vestuarios pequeños y sin luz.

Aunque las condiciones no sean las mejores, queda lo esencial: "Es todo para los niños, para sacarles de la ciudad. Somos más profesores que entrenadores", dice Nordine, un entrenador del club de 46 años que lleva una gorra calada para taparse del viento del invierno.

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Un día, dos bandas rivales empezaron a dispararse en el barrio. Advertido por una llamada telefónica, Nordine "alargó los entrenamientos hasta las 19:30h", me asegura, con tono fatalista, un padre que ha venido a acompañar su hijo al campo. "Ya sabéis, también nos arruinan la vida a nosotros", añade.

En La Castellane viven unas 7.000 personas, de las cuales 2.000 son jóvenes. Muchos de ellos han caído en las redes de la delincuencia organizada: así lo explica el periodista Philippe Pujol, autor del libro El nacimiento del monstruo: 10 años de inmersión en los distritos del norte de Marsella, la zona más pobre de Europa.

Evitar que los niños cayeran en manos de los delincuentes es una de las razones por las que Farid, el segundo hermano de Zidane, decidió refundar el AS Foresta como Nouvelle Vague en 1992. Aún hoy, 'Zizou' sigue siendo el presidente de honor del club.

Zinédine Yazid Zidane, de pie al lado del portero, con los colores del Saint-Henri FC. Imagen vía Saint-Henri FC.

Zizou solo pasó un año en el club de su barrio: pronto escapó para ir a jugar en el US Saint-Henri, una entidad vecina algo poco más estructurada. En el club, que hoylleva el nombre de Saint-Henri FC, todos quieren contar su historia personal con 'Zizou'.

"Un día Zidane me aplaudió. Yo jugaba en el Estaque y él para el Castellane, y yo marqué un gol en el partido de vuelta", se ríe uno de los presentes. Philippe Bisch, el actual entrenador del primer equipo femenino, tuvo la oportunidad de jugar con él.

"En ese momento, el único objetivo del entrenador era proteger a Yazid", recuerda Bisch, que jugó con el número 6 a la espalda junto al futuro '10' de la selección francesa. "Un día estábamos jugando contra el Olympique de Marsella en las semifinales de la Copa Louis Crouzet, un torneo que organiza el club marsellés", continúa con el tono de un veterano de guerra.

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"Perdíamos 1-0 en el primero tiempo. En el vestuario, Yazid estaba llorando, tenía la rabia dentro… lo llevaba todo por dentro… todo. En la segunda mitad, salió y marcó 4 goles", asegura Bisch.

Tras ese partido, el ojeador del Olympique se fijó en Zinedine. Hizo una prueba, "pero no le cogieron a la primera", recuerda su antiguo compañero.

En la cabeza de Zinedine Zidane siempre hubo la determinación de triunfar con aquello que más amaba: el balón. Imagen vía Reuters.

Llega Franck Gomez, un hombre de cara redonda y barba de chivo que ejerce hoy de entrenador del primer equipo del Saint-Henri. Coincidió con Zidane tanto en la escuela como en el centro de formación de Cannes. La última vez que habló con Zizou fue pocos días después de ganar su primer partido con el Real Madrid: Gomez aún mantiene su relación con el flamante técnico madridista.

"Todos los años, Yazid nos invita a mí y a tres antiguos compañeros más a pasar algunos días en Madrid", explica Gomez. "Nos lleva a ver los entrenamientos, a un partido en el Bernabéu, y luego vamos a un restaurante". Zidane, fiel a sus amigos, no ha dejado que el estrellato le cambiara. "Si tú sigues siendo el mismo con él, él sigue siendo el mismo contigo", asegura Franck. No en vano el asistente de Zidane en el Real Madrid es David Bettoni, también un ex compañero en Cannes.

Poco a poco, los jugadores que van llegando para el entrenamiento se colocan en círculo para escuchar las historias de Gomez. "Venga, id a los vestuarios", les dice el entrenador. "Bueno, me voy a entrenar a estos… y aquí no está Cristiano Ronaldo", bromea.

Gomez, no obstante, nos deja un par de perlas antes de irse. "A pesar de que Yazid era técnicamente muy bueno, no era el mejor de su generación", asegura. "Su hermano Nordine era mejor, aunque demasiado confiado. La diferencia es que Yazid sabía lo que quería. En su cabeza había una gran determinación".

Así era Yazid, el Zinedine Zidane de catorce años.

El resto de la historia ya la conoces.

Sigue al autor en Twitter: @ebesatti