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Empieza de forma intrépida. Después de realizar las gestiones habituales (escoger el tipo de rostro, el pelo, la barba e incluso la ubicación de tus pecas y lunares), te encuentras sumido de lleno en EU antes del apocalipsis. Fallout 4 quiere mostrarte cómo eran las cosas antes de que todo se fuera a la mierda, y lo hace sin demasiados excesos ni elaboraciones. Simplemente una breve mirada a la representación idealista del sueño americano, la sublimación de la perfección, aderezada con robots flotantes que realizan las tareas del hogar y niños jugando en las calles, aunque puede sentirse la inminente amenaza de guerra nuclear. Después de una visita del representante de Vault-Tec, que asigna tres plazas en el refugio de la zona para tu familia, se nos ofrece un último retrato de las últimas horas de la civilización humana mientras corremos hacia nuestro fuerte subterráneo, huyendo de las bombas nucleares.
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Los gráficos son fantásticos. Gracias a una serie de necesitadas mejoras en la dirección artística, Fallout 4 logra alejarse de las texturas en baja resolución y los problemas con el antialiasing. El mundo está plagado de detalles y se aprecia una preocupación por dotarlo de una ambientación que nos ayude a ubicarnos, a lo que también contribuye una banda sonora soberbia, tanto la parte instrumental como la música que suena en las cadenas de radio y que dan ese toque cincuentero al juego. La meteorología dinámica es la cereza del pastel; uno nunca se cansa de ver ese azul brillante del cielo en contraste con la devastación de la superficie de la tierra o las salidas y puestas de sol, que tiñen de naranja la escena. La lluvia intensa hace que las salidas nocturnas sean aun más espeluznantes, y en ocasiones es posible presenciar una tormenta nuclear en todo su esplendor, acompañada por una neblina verde y rayos.