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Ediciones VICE

'Fallout 4' es grandioso, ambicioso y muy, muy bueno

Fallout 4 es simplemente el mejor videojuego creado por Bethesda hasta la fecha.

Fallout 4 es el mejor videojuego creado por Bethesda. Pese a que se apoya sobre unos pilares ya conocidos, el grado de refinamiento —en la trama, el desarrollo de los personajes, el diseño de las aventuras, las mecánicas de disparo y la construcción del mundo— alcanzado en esta entrega la convierten en una de las experiencias más precisas y difíciles que se han visto en el sector.

Aunque puede no convencer a quienes se se sientan intimidados por la idea de pasar cientos de horas de aventuras y exploración o a los que sienten vértigo ante la idea de tener total libertad de acción y decisión, Fallout 4 regala momentos maravillosos de exploración y descubrimientos. Raras veces puede encontrarse un mundo tan rico y vivo como el Commonwealth postapocalíptico —es decir, lo que queda de Nueva Inglaterra en el año 2077— en el que se ambienta el juego, y menos veces aun se muestra un estudio tan confiado con un proyecto tan ambicioso como es este.

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Empieza de forma intrépida. Después de realizar las gestiones habituales (escoger el tipo de rostro, el pelo, la barba e incluso la ubicación de tus pecas y lunares), te encuentras sumido de lleno en EU antes del apocalipsis. Fallout 4 quiere mostrarte cómo eran las cosas antes de que todo se fuera a la mierda, y lo hace sin demasiados excesos ni elaboraciones. Simplemente una breve mirada a la representación idealista del sueño americano, la sublimación de la perfección, aderezada con robots flotantes que realizan las tareas del hogar y niños jugando en las calles, aunque puede sentirse la inminente amenaza de guerra nuclear. Después de una visita del representante de Vault-Tec, que asigna tres plazas en el refugio de la zona para tu familia, se nos ofrece un último retrato de las últimas horas de la civilización humana mientras corremos hacia nuestro fuerte subterráneo, huyendo de las bombas nucleares.

No voy a revelar más detalles sobre la trama porque la arruinaría, obviamente, pero cabe señalar que la historia tiene algo de detectivesca, hay una pizca de venganza, de thriller y varios otros elementos. A medida que avanzas, todo se amplía y se transforma. El comienzo es lento, como ocurre en muchos títulos de Bethesda. Accederás a lugares increíbles que se vuelven más intrigantes cuanto más los exploras. La amplitud de este título no tiene precedentes, incluso para los estándares de Bethesda, y su capacidad para trastocar tus expectativas y ofrecerte siempre algo nuevo constituye un elemento inherente a su ya conocida fórmula.

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Bethesda ha aprendido a inyectar vida a sus mundos, a dotarlos de dinamismo y receptividad a tus acciones como jugador. Cada facción se trata de forma compleja y atrevida, y se introducen en la historia de forma inesperada, lo que te obliga a planificar tus actos con detenimiento y pensar en las consecuencias. El resultado es altamente satisfactorio y, sobre todo, emocionante.

Las mecánicas internas de Fallout 4 resultan mucho más solidas que las de sus predecesores. El saqueo es sumamente fluido (basta con pasar el cursor sobre un espacio de almacenamiento desbloqueado para ver su interior), mientras que los disparos suenan y parecen más potentes con un sistema de gatillos dobles. El sistema táctico de selección de objetivos a cámara lenta, V.A.T.S., sigue siendo una opción perfectamente válida, aunque el intercambio de disparos en tiempo real ahora es tan bueno que se ha convertido, con mucho, en mi método preferido.

Las propiedades únicas de cada arma y la infinidad de opciones para modificarlas hacen de la personalización del arsenal un entretenimiento en sí mismo. Todos los enemigos combaten con técnicas distintas: humanos y supermutantes buscarán cobertura, en tanto que los gules y los hombres pinza cargarán contra ti sin miramientos. Sus reacciones ante tus disparos también son geniales. Si disparas a un gul a las piernas, no morirá, sino que se arrastrará hacia ti retorciendo la mandíbula frenéticamente; cuando luchas contra robots, puedes apuntar a zonas específicas de los circuitos de su cuerpo; además, cuando estés a punto de destruirlos, cambiarán de táctica y empezarán a correr hacia ti para autodestruirse. Si disparas a una de las armas nucleares que portan los supermutantes suicidas, lo harás volar por los aires en un miniapocalipsis antes incluso de que tenga oportunidad de acercarse lo suficiente a ti como para arrastrarte al infierno con él. Resulta sumamente gratificante que cada muerte que te anotas vaya acompañada de un "da-ding".

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Cuando las cosas se complican, como ocurrirá en más de una ocasión, deberás hacer uso de tu servoarmadura, que funciona de modo completamente distinto a la de los otros títulos de la saga. En lugar de considerarla una pieza más de armadura, Fallout 4 trata la servoarmadura como si fuese una entidad viva. Deberás construirla utilizando una serie de estructuras energéticas dispersas en ciertos puntos del mapa. Una vez la tengas, podrás personalizarla y modificarla como el resto de objetos de tu inventario, pero para usarla necesitas un núcleo de fusión, además de cuidados y reparaciones constantes.

Inicialmente no me convenció demasiado el sistema de la armadura, pero con el tiempo he aprendido a utilizarla de forma más táctica, hasta el punto de que ahora es la mejor opción para situaciones críticas, incluso mejor que una pieza con mejores estadísticas. Me encanta la animación que muestra cómo te metes en la armadura, cuando las piezas activadas por sistema neumático se abren con un silbido para dejarte paso, y el hecho de que el HUD cambie cuando llevas puesta la armadura.

Al haber dotado a nuestro personaje de voz propia, los desarrolladores han dotado al juego de una riqueza temática no vista en otros títulos de la casa. El guión y la voz que lo interpreta son simplemente fantásticos. El pulso de la historia personal se mantiene y los personajes que te encuentras son como cabría esperar: raros, absurdos y maravillosos. Asimismo, los contrastes entre las escenas cómicas y las siniestras se producen de forma tan fluida que en ningún momento generan sensación de incoherencia.

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Además del elenco de personajes del juego, te encontrarás con compañeros especiales que se unirán a ti si se lo permites. Puedes desarrollar relaciones con cada uno de ellos e incluso desbloquear nuevas misiones si alcanzas determinado grado de afinidad. Su intervención acabará influyendo en las decisiones que tomes a la larga.

Cuando reclutas compañeros, estos pasan a formar parte de tu red de asentamientos, tus remansos de paz en medio de este vasto terreno baldío. La construcción de asentamientos es prácticamente opcional, y al margen de algunas perspectivas de cámara que dificultan la tarea, construir asentamientos contribuye a la inmersión en la historia.

Actualmente tengo seis o siete asentamientos repartidos por el mapa, aunque tengo mi atención centrada en Sanctuary Hills, mi ciudad natal preapocalíptica. He construido hogares para mis colonos y defensas para repeler posibles ataques de incursores. He cultivado alimentos y he creado bombas de extracción para proporcionar alimento y agua a toda la colonia. Sanctuary Hills realmente parece un santuario porque yo lo he creado así, y es el lugar al que regreso cada vez que quiero limpiar el barro radiactivo de mis botas y descansar un rato.

A diferencia del páramo de tonos marrones de Fallout 3, la Commonwealth es una tierra vibrante, radiante, dinámica y activa pese a la desolación que la domina. Existe un gran contraste entre las distintas zonas y, pese a ello, todo encaja y es coherente. Las ruinas del centro de Boston –un distrito financiero en el que los rascacielos crujen y chirrían entre algunos de los principales símbolos de la ciudad- reflejan fielmente los restos de lo que una vez fue una gran ciudad, mientras que en las poblaciones menores abundan las casas modestas, los complejos Super Duper Mart y las estaciones de repostaje Red Rocket. Hay mucho más que descubrir, desde escondrijos ocultos en pasos elevados a bases del ejército, cafeterías, iglesias y aeropuertos abandonados y otros lugares a los que todavía no he llegado pero que atisbo en el horizonte, pidiendo a gritos que vaya a echarles un vistazo de cerca.

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Los gráficos son fantásticos. Gracias a una serie de necesitadas mejoras en la dirección artística, Fallout 4 logra alejarse de las texturas en baja resolución y los problemas con el antialiasing. El mundo está plagado de detalles y se aprecia una preocupación por dotarlo de una ambientación que nos ayude a ubicarnos, a lo que también contribuye una banda sonora soberbia, tanto la parte instrumental como la música que suena en las cadenas de radio y que dan ese toque cincuentero al juego. La meteorología dinámica es la cereza del pastel; uno nunca se cansa de ver ese azul brillante del cielo en contraste con la devastación de la superficie de la tierra o las salidas y puestas de sol, que tiñen de naranja la escena. La lluvia intensa hace que las salidas nocturnas sean aun más espeluznantes, y en ocasiones es posible presenciar una tormenta nuclear en todo su esplendor, acompañada por una neblina verde y rayos.

El único elemento que resta brillo a esta maravilla es la tasa de imágenes por segundo. Se producían caídas frecuentes jugando en PlayStation 4, incluso con el parche instalado. No era algo insoportable, pero el problema refleja calidad básica del juego. Las caídas de la tasa de imágenes por segundo ocurren principalmente en lugares concurridos, durante combates intensos o cuando se exploran las ruinas del centro de Boston, aunque en ocasiones afecta de forma aleatoria a los interiores, aunque estén vacíos, o a las localizaciones descubiertas por primera vez. A veces dificultan el combate: si ya resulta difícil seguir el movimiento del enemigo, estas bajadas lo convierten en toda una proeza.

Pero esta inconsistencia es el único problema técnico que he experimentado tras más de 40 horas de juego, lo cual no deja de sorprender teniendo en cuenta su magnitud. Hay algún que otro problema con la IA de los compañeros para buscar el camino y ciertas animaciones de poca calidad, pero las he clasificado como pequeños errores que no han socavado mi diversión en ningún momento.

Fallout 4 es el resultado de siete años y dos juegos de esfuerzo y aprendizaje y uno de los mundos virtuales con más riqueza que hayamos visto. Esta edición no ha perdido ni un ápice de la magia que tenían sus predecesores Fallout 3 y New Vegas. El título sirve como modelo de los defectos de Bethesda —la mayoría técnicos, más que artísticos— pero sobre todo de sus virtudes, entre las que han incluido novedades que jamás habría esperado. Es una experiencia de mundo abierto que hay que probar, superior a cualquier otra, con una personalidad suntuosa y que aporta una intensa sensación de libertad. Un juego ambicioso hasta límites a los que pocos otros títulos podrían aspirar.