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El alfabeto (ilustrado) del narco mexicano

Q de Quintero

Así se originó el arquetipo del narcotráfico como negocio en la economía actual.

Éste es uno de 29 testimonios que he recogido entre gente metida en la Guerra contra el Narco. Los nombres y locaciones específicas han sido omitidas por seguridad. Lo he acompañado de un dibujo y mi definición sobre alguna de las 29 palabras que he escuchado mentar a esta gente. Aquí les dejo la palabra de esta semana: Quintero.

I. “Uno de los batos era el más cagapalos de la escuela, el otro el más cabrón para los putazos. El primero, no mames: hizo que la secundaria esa, fresa y pedorra, fuera un infierno para mí; me agarraba del cuello en el recreo y me estrellaba en la puerta del salón; en el patio, en la cafetería, en la cancha se la pasaba chingando la banana —la mía y la del resto—; nadie le decíamos nada por miedo a que con su compa se armaran los putazos. Un día me agarró a sopapos frente a la morra que me gustaba, la morra como que jipi, como que desmadrosona de la generación; qué chingados se iba fijar en mí, que era un nerdillo vale verga. La vieja la jugaba a estar ondeada, pero estaba bien buena y lo sabía. El bato bueno-pa-los-putazos una vez le preguntó si quería ser su novia y me agüité. Pero más me agüité cuando los sopapos de su compa; tanto que a partir de esa madre me les voltee, me agarré las bolas y luego del cuello del bato cagapalos; le apreté el pescuezo: Bájale de huevos, y el bato se asustó; Te pasaste de verga. Hasta entonces me empezaron a respetar e incluso me hicieron su compa, comenzaron a sentarse uno a cada lado de mi mesabanco. A quien mejor conocía era al bato cagapalos; al bueno-pa-los-putazos lo comencé a tripear hasta entonces: sabía que estaba cabrón más bien por rumores y porque estaba mamado, nadie en verdad lo habíamos visto pelear. El cagapalos me advirtió que su compa era sobrino de un narco bien famoso que hasta hoy sigue en el bote. Pues en una fiesta el bato bueno-pa-los-putazos se puso pedo y tumbó a la morra jipi desmadrosa de un madrazote en el estómago; alguien llamó a la placa y su compa cagapalos sacó fusca y los abrió a cuetazos. Los chotillas pidieron refuerzos; al detener a aquellos güeyes se descubrió que efectivamente uno era el sobrino de aquel narco. Los batos confesaron de volada que se dedicaban a cruzar droga. Para ese entonces ya me habían invitado a jalar y, a pesar del pedo, jamás me pusieron dedo; total, yo ni tuve que ver en ese desmadre. De eso han pasado un chingo de años; los batos siguieron en el bote, yo cero: seguí trabajando como si nada.”

II. A Rafael Caro Quintero se le responsabiliza de haber industrializado el cultivo de mariguana, aludiendo la existencia del legendario rancho El Búfalo, en Chihuahua, que operaba él mismo en coordinación con la Dirección de Seguridad Federal mexicana de la época. En el rancho, donde trabajaban unos diez mil campesinos, fueron incautadas mil hectáreas sembradas de cannabis, por lo que bien podría señalársele como el arquetipo histórico del narcotráfico como negocio implícito en la economía actual. Tras la supuesta ilegalidad de la producción y tráfico de estupefacientes, casos como el del rancho operado por Caro Quintero y la DSF revelan, desde hace más de treinta años, que el narco es constitutivo de la economía global por su alta rentabilidad tanto de mercado, como política. Lo primero, debido a que produce una acumulación de ganancia descomunal y extraordinaria, tanto por las condiciones que reclama su producción (geografía, procesos químico-farmacéuticos específicos); la segunda, debido a que su característica de “ilegal” permite que las llamadas luchas contra las drogas o guerras contra el narco deriven en violaciones impunes de derechos humanos por parte del Estado. Lo más importante, sin embargo, es que casos como los de El Búfalo, revelan cómo el aparato capitalista que sostiene el tráfico de droga avala formas de esclavitud complejas amparadas en la supuesta oscuridad de dicho negocio. Así, segmentos de población son esclavizados en el campo para producir droga. Esta esclavitud no se limita al ámbito campesino, sino que se reproduce en todos los que involucra el “lado oscuro” del crimen organizado. ¿Ejemplos? Pequeños empresarios obligados a trabajar para pagar un derecho de piso, o migrantes reclutados en estados fronterizos como sicarios a cambio de no morir.

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P de "periodista"

Lee más en nuestra columna semanal El Alfabeto (Ilustrado) del Narco Mexicano.