Una noche en la Feria de Abril de Barcelona

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Cultură

Una noche en la Feria de Abril de Barcelona

La Feria de Abril de Barcelona es la segunda más grande de España por detrás de la de Sevilla, pero no va de coches de caballos, gomina y patillas en forma de hacha.

Barcelona, la ciudad del hipsterismo ilustrado, cuna de tótems de la modernidad como el Primavera Sound o el Sónar, alberga en su interior un lado oscuro y charnego que se resiste a perecer en un océano de modernidad y erasmus vomitando. Una de las principales manifestaciones de esta rebeldía antimoderna es la Feria de Abril de Cataluña, de la que se celebra este año la 44ª edición.

Desde pequeño he ido a la feria con mis padres. No vengo de una familia muy folklórica, pero sí con mucha afición a la jarana y os aseguro que no vais a encontrar una juerga como esta en la Ciudad Condal en todo el año. En este artículo voy a intentar explicaros qué hace de la Feria de Abril el evento legal más salvaje de Barcelona. Porque esto no va de coches de caballos, gomina y patillas de en forma de hacha. Esto es el underground de la juerga andaluza. La segunda Feria andaluza más grande de España después de la de Sevilla.

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Una cosa que me sorprende al meterme en la web de Fecac (la Federación de Entidades Culturales Andaluzas de Catalunya, organizadora del evento) es que la segunda entrada después de "introducción" sea "seguridad". Sé que para muchos habitantes de Barcelona, especialmente aquellos para los que bajar de la Diagonal es equiparable a ir de safari, el concepto de Feria de Abril está vinculado a lolailos, fritanga y reyertas a navaja. Pero yo en la feria nunca he tenido una sensación de inseguridad real.Vamos a ver que nos depara la noche.

El bar BBB, o sea, Bueno, Bonito y Barato. Bueno, lo segundo no

Para coger fuerzas antes de ir a la feria me meto en un bar de la vecina Rambla Prim. Escojo el que me parece el preferido por la fauna local. Me obsequian con unas aceitunas al pedir mi cerveza, algo casi milagroso en Barcelona. En la tele, Urdaci predica desde 13 Tv y unos parroquianos comentan la película que vieron anoche "Los últimos golpes del Torete". En su juventud conocieron a todo el plantel artístico. Unas bravas sorprendentemente sabrosas, jamón y cerveza me dan las energías necesarias para aventurarme en la feria.

11 p.m. Entro pasando por debajo del pórtico de Luces, ya estoy rodeado de grupos de señoras vestidas de flamenca y noto el olor a frito penetrar por mis poros. Estoy en la Feria, "La nostra". En seguida me planto en la calle donde están todas las casetas. Entro en la primera y pido una jarra de rebujito. El personal es muy variopinto. Aún hay gente cenando, pero hay bastante ambiente verbenero y mucha jamelga vestida de flamenca.

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El rebujito tiene fama de peligroso, entra fácil y cuando te das cuenta vas como las cabras. Mientras acabo la primera jarra pasa por mi lado el Alcalde Trias junto con un batallón de escoltas. Se hace unas cuantas fotos y se va. Se acercan elecciones, claro. Lamentablemente no se arranca a bailar unas sevillanas y en general pasa bastante desapercibido entre el público. Alguien le espeta un "feixista" y poco más.

El alcalde de precampaña

Decido tomar prestada la jarra vacía de rebujito, ya que un amigo me dice que pidiendo el 7up y el fino por separado sale más barato, y a mi me encantan las cosas baratas. Después de que una señora intente, infructuosamente, enseñarme a bailar sevillanas en una caseta llamada "Andalucia y Catalunya" y ya contento de rebujito, decido que es momento de acercarme a "La calle del infierno".

La desierta caseta de Ciutadans/Ciudadanos

Por el camino, paso por delante de las Casetas de los partidos políticos, casi vacías. me sorprende ver que solo están los partidos abiertamente unionistas: PP, PSOE y Ciutadans, ¿dónde está la clásica caseta del PSUC? Una lástima, porque otra cosa no, pero los comunistas siempre han sabido como pegarse una buena jarana. La influencia soviética supongo. Otros años recuerdo ver la caseta de ERC, vacía, con un par de chiquillos de sus juventudes detrás de la barra con cara de circunstancias, mientras sonaban los grandes éxitos de "El Pets".

Si el infierno no se parece a esto, entonces ya no sé cómo es el infierno

Después de bajar una interminable cuesta del Forum, llego a la "Calle del Infierno". Bajo este grandilocuente nombre encontramos la clásica feria de toda la vida, con sus tómbolas, norias y autos de choque. Por la mezcla de procedencias, me da la sensación de estar en una concentración de las juventudes del Papa, si los magrebíes fueran a esas concentraciones. Grupos de latinoamericanos de estética swagger se mezclan con marroquíes peinados como Neymar, atléticos africanos y adolescentes chinos. Muchos. Hablo con unos chicos chinos que pasan por mi lado y les pregunto si saben que esta es una feria andaluza. "Sí claro, pero nosotros no sabemos bailar, eso es para españoles, nosotros venimos solo a las atracciones".

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Los chavales chinos con los que hablé

Paso al lado de unos niñatos de Badalona que me felicitan por mi outfit, me acerco a ellos, van evidentemente puestos de algo. Hablo con uno de ellos, tiene una bolsita con polvo blanco entre los dedos. Les pregunto de dónde son y que hacen en la feria -¿Qué pasa? ¿eres poli? Me pregunta uno de ellos nervioso. Le contesto que sí, pero que no se preocupe, que no estoy de servicio.

Un puesto de tiro al blanco poco concurrido

Juego una partida al tiro al blanco, a mi lado una chica que resulta ser mestiza (medio gitana, medio paya) discute con el chico que me ha alquilado su trucada carabina sobre el himen de las gitanas. El chico está nervioso porque no sabe si su novia pasará la prueba del pañuelo. "¿Y si no lo pasa qué? ¿La vas a dejar? Si tú la quieres deberías escaparte con ella, además se le puede haber roto de casualidad". Intercedo en la conversación para dar la razón a la chica. El chaval, que no tiene más de 14 años, reconoce que no le hace gracia que su novia se haya podido zumbar a otro, pero que si lo ha hecho se "escapará" con ella.Es decir, convivirán sin pasar por las ceremonias tradicionales gitanas. Me pregunto como acabará la historia.

Tras dar en el blanco con un éxito del 100% y no ganar más que un triste peluche made in China, me dirijo al sancta sanctorum de la feria: la caseta de los Gitanos de la Mina, donde según mi amigo Paco (todo un experto en la materia) se sirve el alcohol más barato y tiene las mejores actuaciones sobre su tablao. Ciertamente el nombre no engaña, es evidente que somos los únicos payos del lugar. Decidimos probar el fino mezclado con seven up más económico del real. Me sorprende que la jarra es sustancialmente más grande que en el resto de casetas. Me dispongo a llenar el vaso cuando se me acerca un chico gitano que ronda la treintena, viste chándal y cadenas de oro, tiene un ligero sobrepeso y porsu sandunguera forma de caminar, intuyo que sus percepciones sensoriales están afectadas por el uso de alguna sustancia. Viene con dos cubatas, uno en cadamano y se planta delante de mí como si me fuera a decir algo, yo le ofrezco rebujito de mi jarra, él acepta, pero previamente se bebe de un trago lo que le queda de combinado en uno de los vasos. Más de la mitad. Él mismo coge la jarra y llena el tubo que acaba de vaciar en su gaznate, así durante tres veces, mientras me pregunta si me gusta la música que está sonando. Cuando se da cuenta que ha vaciado la mitad de mi jarra me dice "Perdona compadre, no me he dado cuenta… Entre los cubatas, el rebujito, los porros y el pico de jaco que me acabo de meter, no se ni donde estoy". Realmente no se si se ha machacado el macarrón y va puesto de heroína, pero tampoco necesito verlo para creerlo. Me ofrece un porro como compensación por haberse agenciado mi rebujito, le contesto que gracias, pero que no fumo, se despide de mi con un fuerte apretón de manos y se va.

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La fiesta en la caseta de La Mina

Justo en frente hay una caseta llena de mozas bailando, no ponen sevillanas, sino rumba y música española. Decido quedarme allí bailando para sudar lo máximo posible el rebujito, previendo la resaca que azotará mi cabeza mañana. La fiesta se alarga hasta el amanecer. Cuando me retiro, me paro a observar a una niña gitana de unos 6 años bailando al son que le marca su padre con una guitarra. No puedo evitar despedirme con un último zapateado.

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