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Música

Pelear contra todo: Sobre los festivales de música experimental en Latinoamérica

Se vienen dos meses con festivales claves para el fortalecimiento de esta escena en Latinoamérica, ¿en qué andamos?

​Foto tomada del Festival Novas Frequencias​

Muchas cosas han pasado desde que en 1953 se realizará el First International Decade of Experimental Music, a cargo del The Groupe de Recherches de Musique Concrète, en Francia. La aparición de un festival dedicado a la experimentación sonora fue el mejor signo de una época de florecimiento de las investigaciones acústicas con grabaciones que venían realizando Pierre Shaeffer y compañía. Tiempo después llegaría el histórico festival de Wiesbaden, en 1962, organizado por George Maciunas, y que reunió a los artistas del grupo Fluxus, provenientes de Europa, Japón y Estados Unidos: un colectivo radical, donde los conciertos podían terminar con instrumentos destruidos.

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Aquellos eran los tiempos aurorales de los festivales de música experimental que recogían también las nuevas revoluciones tecnológicas y compositivas de la música erudita.

Por esa época lo que se conocía como "música experimental" era lo que venía asociado a las ideas del compositor norteamericano John Cage. Su presencia marcaba una emancipación a las ideas de la vanguardia europea, bien representada en los famosos Cursos de Verano de Darmstadt, por donde pasaron compositores como Pierre Boulez, Olivier Messiaen, Stockhausen  y muchos más. De acuerdo a lo que ha escrito Michael Nyman en su célebre libro "Música Experimental, de Cage en adelante", las diferencias esenciales entre la música experimental (representada por John Cage) y la vanguardia europea (representada por Pierre Boulez) era el tipo de relación que proponían hacia los sonidos. Para Cage era un asunto de dejar ser a los sonidos, liberarlos del yugo del compositor, apelar por ello a métodos de indeterminación. Mientras que para Boulez y el serialismo integral, se trataba más bien de un control total de los sonidos, y de un tipo de composición racional, matemática.

Las indeterminaciones de John Cage y su apertura a la influencia de prácticamente todos los elementos del entorno en la producción de las obras musicales, abrió la puerta para una diversidad de manifestaciones sonoras que antes hubieran resultado inimaginables.  Y esto en cierto modo dio carta libre al ingreso de una actividad ejercida ya no necesariamente por compositores formados en escuelas. De hecho a sus famosas clases en el Black Montain College, se inscribieron más poetas y actores que músicos.

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La aparición en Londres, en la década del 60, de diversos conjuntos de improvisación libre, como The Scratch Orchestra, llevó al límite las cosas aún más, pues el trabajo colectivo de la improvisación buscaba disolver esa jerarquía al involucrar en los conjuntos a músicos con variada formación.

La aparición de Brian Eno y su hiper difundida designación como "no músico" agregaba otra arista, y en cierto modo tenía que ver con todo lo que se estaba discutiendo en Londres en esta época, además de su filiación a las ideas de Cage, representado en el alejamiento de lo que Eno denominaba "música como ejercicio muscular". Justamente el trabajo de Eno en solitario, como sus múltiples colaboraciones, nos ayudan a definir un área para la experimentación sonora, que no sólo se circunscribe al que proviene de los predios de la música erudita. Las innovaciones del free jazz, del rock psicodélico, la improvisación libre y el uso de nuevas tecnologías en la música han terminado por definir un universo muy amplio.

Lo que se da en llamar ahora música experimental es el resultado de la convergencia de artistas unidos por un espíritu en común de exploración, y donde se concentran un cúmulo de posibilidades sónicas. Y donde el uso innovador, creativo, del sonido es finalmente lo que cuenta. Difícilmente poder hablar de un estilo homogéneo o escuela predominante, de una manera de hacer las cosas. Más que un asunto formal, quizá la música experimental deba entenderse en la actualidad como una investigación acústica y una actitud de desafío contra una hegemonía de mercado.

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Un buen panorama de lo que ocurre en la experimentación sonora internacionalmente la encontramos si revisamos los carteles de festivales como Unsound (Polonia), LEM (España), Incubate (Holanda), Victoriaville (Canada) o CTM (Berlin), pero las actividades independientes y pequeños festivales recorren el underground en todas partes del mundo donde, con mayor o menor dificultad, se realizan con mucha pasión. Con la socialización de la tecnología, el acceso a herramientas para generar sonidos se ha expandido la posibilidad de publicar música también, gracias a las plataformas digitales no hay casi obstáculo alguno para que todos podamos poner nuestra música al alcance del público, miles de discos se suben a internet en este momento y el balance es que la expansión ha traído como consecuencia un exceso, que puede ser tan transgresor como a la vez autocomplaciente. La superabundancia informativa ha también puesto un poco en crisis la jerarquía cultural de qué es lo que debe consumirse y que no. Hoy se accede a un archivo de música de diversas épocas y geografías, y esa anarquía del consumo  se ha reflejado también en algunas tendencias que se reflejan en los circuitos de exploración sonora.

En el ámbito Latinoamericano los Festivales de Música Experimental han empezado a cobrar una gran importancia, pues son reflejo de un crecimiento de escenas de experimentación sonora cada vez más sólidas, visibles y de larga tradición. El Festival Aural, en México, es un buen ejemplo: "La oferta de músicas creativas y experimentales suele ser escasa en todo el mundo. Por esta razón considero que la presencia de festivales dedicados a este tipo de manifestaciones es de gran importancia. Y es ahí donde radica la principal ventaja de este tipo de iniciativas. La mayor dificultad es evidentemente el subsidio. En México sigue siendo difícil hacer entender a las instituciones y el sector privado que la importancia de estos festivales es de índole cualitativa y no cuantitativa", sostiene su director Rogelio Sosa. El Festival Aural se realiza del 30 de noviembre al 4 de diciembre, en Ciudad de México.

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Rogelio es también uno de los invitados al Festival Integraciones, que se realiza del 9 al 11 de noviembre en Lima, en el Espacio Fundación Telefónica. El festival que va por su sexta edición, bajo la curaduría de Luis Alvarado, se ha convertido en un epicentro para la experimentación sonora que se produce en Latinoamérica, en el caso limeño propiamente, dicho festival está de la mano del trabajo de investigación que realiza su curador respecto a la historia de las músicas de exploración que se ha dado en Perú y en otras partes de la región.

Pero es mucho lo que hay por hacer, y este es quizá uno de los aspectos clave para un desarrollo mayor de los festivales de música experimental en Latinoamérica pues, sin lugar a dudas, una de sus principales falencias es la falta de espacios para la discusión, reflexión y producción de material teórico, que como ocurre en otras partes del mundo, pueda acercar al público también a estas manifestaciones y generar también iniciativas de documentación. El rol que la crítica musical juega en esto es también muy importante y su ausencia es alarmante.

Un aspecto paradójico está en las dificultades para poder movilizar a artistas Latinoamericanos en la propia región. Como también sostiene Chico Dub, director del festival brasilero Novas Frequências, que va por su sexta edición: "En nuestras dos últimas ediciones del festival, hemos tenido más o menos el mismo número de artistas brasileños y extranjeros - 50% para cada lado. En representación de América Latina, lo confieso, es muy pequeña. Tuvimos dos mexicanos el año pasado y dos este año. Pero yo creo que es poco, muy poco. Me gustaría, por ejemplo, haber tenido este año nombres de Uruguay, Chile, Argentina y Perú. Pero como todos sabemos, hacer un festival es bastante complicado. Y llegan más artistas europeos porque les es mucho más fácil viajar fuera del país que nosotros los latinoamericanos. Y en tiempos de crisis económica, esto es algo que no se puede dejar de lado", explica.

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Acéfalo es el nombre de un festival que se realiza en Chile, y que lo dirige Luis Toto Álvarez, va por su cuarta edición que se realiza del 9 al 12 de noviembre en Valparaíso, y se reúnen muchos de los mejores exponentes de la experimentación sonora chilena, además de artistas de Argentina, Inglaterra y Suiza. Acéfalo enfatiza mucho la presencia de sonoridades latinoamericanas e incluye en su programación "candombe, tierra latino americana y memoria de la sangre. Un paso hacia la descolonización de tu imaginación y sonido; una escapada del mundo diatónico".

Y he ahí otro aspecto fundamental al hablar de un festival de música experimental en Latinoamérica. ¿Hasta qué punto se generan vínculos con la producción local,  y con las tradiciones locales? O es que, por otro lado, ¿hay un sobre abuso de lo exotista cuando se piensa en Latinoamérica o Sudamérica y quizá es una imagen de la que a veces uno quiere desprenderse? ¿Hay una visión de la experimentación Latinoamérica, gestada a partir de condiciones propias, diferente a la cultura de experimentación que proviene de Europa y Estados Unidos?  ¿Es posible definirla? Chico Dub nos dice: "Estoy seguro que en el hemisferio norte existe una visión demasiado exótica de cómo debe sonar nuestra música.  Referencias no explícitas de sonido de elementos populares locales tiene mucho menos posibilidades de lograr visibilidad internacional. Es como dicen, "¿Por qué escuchamos techno brasilero si nosotros los berlineses lo hacemos mejor que los demás?"

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La infraestructura también juega un rol fundamental al momento de marcar las diferencias y las formas de producción. Agrega Dub: "En Estados Unidos tienen más infraestructura que América Latina, en el sentido que hay más lugares para tocar en vivo. Al mismo tiempo, es muy difícil de conseguir apoyo institucional del Gobierno para las acciones experimentales allí. Y aquí, en América Latina podría ser mejor, más amplia, pero no lo es". Explica además que en Europa todo es mucho más desarrollado, y los artistas pueden contar con subsidios con cierta facilidad para viajar y salir del país e incluso ir a otros continentes. Además hay un gigantesco universo de música durante todo el año con picos en los festivales de verano.

Esto es apenas un poco de lo que puede decirse sobre la situación de esta escena. La actividad acontece a pesar de las dificultades, los festivales se realizan contra viento y marea, y con una ambición grande y una visión inteligente. En particular  en Noviembre y Diciembre concentran la principal actividad. Destacamos algunas importantes presentaciones de los diversos carteles presentados por los festivales mencionados. El Festival Aural presenta a artistas como Ricarda Cometa (Argentina), Anna von Hausswolff (Suecia), Okkyung Lee (Corea del sur), y en colaboración con el Festival Bestia, presentan a Godflesh (UK), entre el noise de guitarra, el folk de vanguardia, la improvisación libre y el metal industrial. El Festival Acéfalo presenta por su parte a la mítica Agrupación Ciudadanos (Chile), los ensambles integrados por Bella/Thomas Rohrer/Philip Somervell (Brasil/UK/ Suiza), y al dúo argentino Kurch&Nacht, entre otros, dándole una importancia grande a las músicas de improvisación libre. Por su parte el Festival Integraciones presenta a Föllakzoid (Chile), Sexores (Ecuador), Cao (Peru) y Marco Scarassatti (Brasil), entre otros, space rock, shoegazing, música industrial e improvisación libre.  Y finalmente el Festival Novas Frequências presenta a Xiu Xiu (USA), Rabih Beaini (Líbano), Stephen Grew (UK), Elysia Crampton, Ratka (Brasil), Rob Mazurek (USA), entre una abundante y variada representación, que va del rock experimental, la improvisación el post rock, el post punk y la electrónica de club.

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Únete a los festivales: 

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FESTIVAL NOVAS FREQUENCIAS

FESTIVAL AURAL

FESTIVAL INTEGRACIONES