Photo by Eraldo Peres/AP Images
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Las cargos presentados en contra de Rousseff se dan en un momento donde los niveles de popularidad de la presidenta están extremadamente bajos, el país está batallando con la recesión y los políticos de todos los ámbitos han sido involucrados en grandes escándalos de corrupción.Pero muchos aún ven los esfuerzos por quitar a la presidenta de su cargo como una estrategia política, encabezada por varios políticos quienes también están bajo investigación por corrupción.Uno de ellos es el líder de la Cámara baja del congreso, Eduardo Cunha, quien en diciembre dio luz verde al proceso de acusaciones contra Dilma. Su partido — el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) — fue el principal aliado de coalición del Partido de los Trabajadores (PT). Desde entonces, el PMBD ha roto relaciones con el gobierno; por ello, Michel Temer, vicepresidente de Brasil, espera para reemplazar a Rousseff en caso de que sea suspendida.El debate sobre la destitución de Rousseff estuvo acompañado el mes pasado por protestas antigubernamentales masivas, en las que millones de personas salieron a las calles de todo el país. Pero, a pesar del gran tamaño de las mismas, las protestas no representaron a la sociedad brasileña en su totalidad.Un informe sobre las cárceles de Brasil evidencia un 'desastre en derechos humanos'. Leer más aquí.
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El instituto de investigaciones Datafolha concluyó que los hombres de 36 años o más, con buena educación, estuvieron representados desproporcionalmente en la manifestación más grande en Sao Paulo. A través de más de 2.000 entrevistas, los investigadores concluyeron que tres cuartas partes de los manifestantes habían alcanzado la educación superior, mientras que la mitad contaba con ingresos de cinco a veinte veces más altos que el salario mínimo de 880 reales brasileños, unos 245 dólares.Por su parte, los votantes de clase trabajadora han estado más presentes en concentraciones pequeñas, pero llamativas del PT. Da Costa, quien habló desde el podio en una de las manifestaciones en Río, dijo que las acusaciones contra la presidenta va más allá de los partidos político y se dirigen hacia el corazón de la lucha de clases en Brasil."No estamos luchando por el Partido de los Trabajadores", dijo. "Para muchos de nosotros, se trata de un gobierno que le dio dignidad a aquellas personas que estaban excluidas para toda su vida por la sociedad", agregó.La historia de Claudete da Costa es testimonio de la rápida transformación de Brasil en los últimos 20 años, período en el cual millones de personas han sido sacadas de la pobreza gracias a los programas de asistencia social implementados por el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.'Para muchos de nosotros, se trata de un gobierno que le dio dignidad a las personas que estaban excluidas por la sociedad'.
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Con una desaprobación del gobierno de cerca del 70 por ciento, de acuerdo con la encuestadora Ibope, es claro que el descontento popular por la presidenta no está confinado a la clase media y alta.El número de menores asesinados en Brasil se ha duplicado en los últimos 25 años. Leer más aquí.
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No obstante, en lugares como Sao Miguel dos Milagres, un poblado costero al noreste con 8.000 habitantes donde el salario mensual promedio en 2012 era de 907 reales (250 dólares), no todo mundo está convencido. Existe un sentido de desconexión y descontento de los principales centros de poder en Brasilia, Río, y Sao Paulo, provocando apatía en la población. La ola de protestas — a favor, o en contra de los cargos a Dilma — aún no llega a la región.El poblado experimenta una apogeo en el turismo donde hoteles boutique sobresalen sobre las playas paradisiacas. Sin embargo, la mayoría de las familias del barrio Toque siguen dependiendo de Bolsa Familia.'Si Lula se equivocó, estoy a favor de que pague por sus errores'.
Edvania da Conceição, de 33 años, es dueña de una tienda a un lado de la carretera principal que lleva al poblado. Es madre de dos niños y vive en uno de los humildes edificios de la zona; comenta que la opinión pública está dividida a pesar del alto número de familias que reciben el apoyo del gobierno. Además, añade, tiempo atrás había apoyado al gobierno, pero cambió de opinión en las últimas elecciones y ahora está a favor de las acusaciones, aunque no puede explicar el porqué.Brasil abre el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff. Leer más aquí.
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Marcos da Silva, sargento de la policía militar oriundo de Porto das Pedras, en el estado de Alagoas, dice que colocó un voto en blanco en las pasadas elecciones como protesta por la falta de líderes "competentes"."La crisis política es el resultado de la mala administración de ambos lados", comentó el brasileño de 51 años. "Brasil tiene los recursos necesarios para cambiar, pero ellos [los políticos] solo quieren robar".Da Silva, quien ha trabajado para la policía militar casi 30 años, dijo que estaba a favor de los cargos, pero cree que la única solución para la prolongada crisis es la intervención militar."Metan a todos a la cárcel", añadió. "La política en Brasil tiene que cambiar".Algunas voces han sugerido que una alternativa más democrática sería volver a convocar unas elecciones. Esta opción es respaldada por Rede Sustentabilidade, el partido liderado por la candidata a la presidencia en 2014, Marina Silva, quien perdió en la primera ronda.'Había votado por Lula, y voté por Dilma en el pasado, pero no hizo mucho'.
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