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Drogas

Por qué no ha llegado a Europa la epidemia de fentanilo

El lucrativo mercado de la heroína en Europa parece estar en el momento más propicio para la llegada del fentanilo. ¿Por qué no se ha producido ya?
Max Daly
London, GB
FentEvil
Una caja de fentanilo con el mensaje: ‘¿¿¿Sabes qué es esto??? Es el mal’. Foto: National Crime Agency

En 2017, un repunte de muertes relacionadas con el fentanilo en el norte de Inglaterra y una serie de redadas policiales a proveedores indujo a algunos a creer que este potente opioide finalmente se había abierto camino en el mercado británico de narcóticos. Creían que sería cuestión de tiempo que los efectos devastadores que había tenido la droga en Estados Unidos y Canadá —debido a que los proveedores adulteraban la heroína con un fentanilo más barato y también más potente— empezarían a hacerse notar también en Europa.

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El 18 de enero, tres traficantes a los que habían arrestado en abril de 2017 ingresaron en prisión para cumplir una condena de 43 años por vender 2800 paquetes de fentanilo y 635 g de carfentanilo puro por la dark net desde unos almacenes en Leeds, West Yorkshire. Sin embargo, en los casi dos años que median entre el arresto y el encarcelamiento, no se ha producido la temida explosión de fentanilo que han vivido los Estados Unidos. Si bien es cierto que ha habido un aumento de la droga en Europa, ni mucho menos se acerca a los niveles vistos en Norteamérica.

En el año 2017, en Estados Unidos hubo 29 000 muertes vinculadas a los opioides sintéticos, principalmente el fentanilo. En 2016, esta droga desbancó a la heroína como la sustancia ilegal más letal de Norteamérica. En comparación, en Reino Unido hubo solo 58 muertes relacionadas con el fentanilo en ese mismo año, y 75 en 2017. La National Crime Agency (NCA), la versión británica del FBI, explicó a VICE que, pese al aumento de la vigilancia, no se han encontrado proveedores importantes de fentanilo desde 2017. Según esta agencia, en los últimos 18 meses, las incautaciones de fentanilo en las fronteras y las calles del Reino Unido se ha mantenido “en niveles muy bajos”.


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Un análisis realizado a 460 consumidores de heroína en 14 proyectos de tratamiento en Reino Unido llevados a cabo entre diciembre de 2017 y mayo de 2018 por la Universidad de Mánchester y el organismo contra la droga CGL, reveló que un promedio del 3 por ciento de los sujetos dieron positivo en fentanilo.

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“Actualmente, el fetanilo desempeña un papel muy pequeño en el mercado europeo de la droga”, según la agencia antidroga de la UE. Aparte del caso aislado de Estonia, que viene de largo, y varios casos de muertes en Ucrania, Suecia y Lituania, en el resto de Europa —y, de hecho, del mundo—, el fentanilo sigue siendo una droga tan temida como escasa. En 2016 hubo 738 incautaciones de esta droga en Europa, comparada con las 40 000 que hubo de heroína.

En su Informe Mundial sobre Drogas de 2018, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señalaba: “A excepción de Norteamérica y Estonia, donde el fentanilo domina el consumo de opiáceos desde hace 15 años, el impacto de esta droga y de sustancias análogas es relativamente bajo”.

Mientras en Estados Unidos se busca una solución a la espiral de muertes causadas por el fentanilo y el resto del mundo observa con horror, surge la pregunta inevitable: ¿por qué hasta ahora los principales proveedores de heroína, un negocio sumamente lucrativo, no han querido adoptar el perverso pero económico modelo de negocio estadounidense de mezclar fentanilo con la heroína que se vende en las calles para maximizar las ganancias, aunque ello suponga acabar con las vidas de algunos de sus valiosos clientes?

O formulado de otro modo: ¿por qué ha ocurrido en Norteamérica y en ninguna otra parte?

Una tormenta perfecta de factores ocurridos a lo largo de la última década ha sido la causante de la actual epidemia del fentanilo en Estados Unidos. Empezó con un aumento de la marginalidad social y el exceso de prescripción médica de opioides, lo que provocó un repunte de la adicción a estas sustancias. Luego llegó una campaña para restringir la prescripción de opiáceos y un aumento de la demanda de heroína, que por aquel entonces era escasa y de mala calidad. Así, para satisfacer esa demanda, los proveedores recurrieron a la adición de fentanilo importado de China.

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En un informe publicado esta semana por el International Journal of Drug Policy, Dan Ciccarone, profesor de la Universidad de California, San Francisco, y experto en el mercado de la heroína, señala que la crisis del fentanilo se produce después de tres epidemias sucesivas de opioides. “En la primera, las sobredosis relacionadas con opioides empezaron a repuntar en el año 2000 y fueron en aumento a lo largo de 2016 . En la segunda epidemia, las muertes por sobredosis de heroína empezaron a aumentar de forma significativa en 2007 hasta sobrepasar las muertes por sobredosis de fármacos opioides en 2015. La tercera oleada de mortalidad tuvo su causa en el fentanilo, las sustancias análogas a este y otros opioides sintéticos suministrados de forma ilícita. Inicialmente, las muertes aumentaban lentamente, pero se dispararon después de 2013”.

Para la mayoría de los proveedores de heroína, el fentanilo era una opción más atractiva, rentable y fácil de importar y producir que la heroína. Era una sustancia habitual en el mercado negro de Estados Unidos, donde venía consumiéndose desde la década de 1970, y con 6 millones de recetas médicas de fentanilo prescritas al año, presentaba numerosas oportunidades de inversión ilegal.

"Para la mayoría de los proveedores de heroína, el fentanilo era una opción más atractiva, rentable y fácil de importar y producir que la heroína"

Los cárteles de la droga mexicanos, que desde 2006 han estado experimentando con sustitutos de la heroína, son responsables del suministro de gran parte de la heroína que se vende en las calles de Estados Unidos. Descubrieron lo fácil que era obtener fentanilo, principalmente importándolo de China, pero también produciéndolo en sus laboratorios. Esta potente sustancia resultaba de gran utilidad cuando el suministro de heroína escaseaba y se disimulaba muy fácilmente al mezclarla con la heroína “blanca” producida en México y que cada vez era más predominante en los mercados del noreste y el Medio Oeste de Estados Unidos. La desventaja, como quedó patente enseguida, era que debido a su altísima potencia, estaba matando a más personas que la heroína que sustituía.

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Este factor constituye un alejamiento drástico del “modelo de negocio normal” en el tráfico de drogas. Los proveedores de heroína estadounidenses, por primera vez en la historia, han decidido ignorar una de las reglas de oro de la venta de droga: no matar a tus clientes. Existe un consenso cada vez mayor respecto a que los productos adulterados con fentanilo que se comercializan como “heroína” se producen por razones puramente económicas, y no porque exista una demanda entre los consumidores, que obviamente prefieren la sustancia no adulterada. Pero ¿qué llevó a los proveedores a asumir el riesgo de perder a gran parte de sus clientes, unas 30 000 personas, en 2017?

“La única respuesta razonable es que la clientela estadunidense es mayor de lo que queremos reconocer y esa ‘pérdida’ no se percibe como tal entre los líderes del negocio”, señala Ciccarone. “La otra hipótesis es que estamos ante un negocio sin un líder definido, que esto es como el Salvaje Oeste y nadie esté al mando. Tal vez una subfacción de un cártel ha tomado las riendas de la venta en una zona de Estados Unidos y están promocionando el fentanilo. Incluso así, se trata de una jugada arriesgada y de consecuencias letales”.

Tino Fuentes es asesor para la reducción de daños causados por las drogas. Para él, el modelo de negocio del fentanilo está resultando tan rentable para los proveedores que en muchas ocasiones realiza análisis de dosis de heroína que, de hecho, no contienen ni un gramo de heroína. Añade que en un futuro la heroína en Estados Unidos podría convertirse en una “droga VIP”, dado lo barato que resulta sustituirla. Fuentes dice que un kilo de heroína cuesta entre 26 500 y 44 100 euros y genera unos beneficios de 220 800 euros, mientras que un kilo de fentanilo cuesta 10 600 euros y puede llegar a generar 1,1 millones de beneficios. “Ahora a los traficantes no les preocupan demasiado los clientes”, añade. “No es que intenten matarlos, pero operan por ensayo y error para perfeccionar la mezcla de fentanilo y no les importa si muere gente durante proceso. Es muy retorcido”.

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Entonces, ¿qué frena a los proveedores europeos de seguir los pasos de sus análogos estadounidenses? ¿Podría hallarse en ese factor la solución a la tragedia que se está produciendo en Norteamérica?

Aunque parezca una obviedad, lo que es exitoso en un mercado de la droga puede no serlo en otro.

La metanfetamina, por ejemplo, es una sustancia muy consumida en Estados Unidos, mientras que en Europa su consumo es casi simbólico. Asimismo, en Europa no se ha dado esa tormenta perfecta de marginalidad social, exceso de prescripciones de fármacos con opiáceos y suministro de heroína adulterada.

"La pureza de la heroína que se vende en las calles del Reino Unido alcanza la cota del 40 por ciento, y el kilo se vende por cerca de 22 000 euros"

Además de una gestión más controlada de los opiáceos con receta, Europa quizá tenga su salvación de la epidemia de fentanilo en su némesis histórica: Afganistán. Un país que las tropas británicas han intentado someter sin éxito en tres ocasiones durante los últimos 200 años. El año pasado, se cultivaron amapolas en una extensión de terreno similar a 263 000 campos de fútbol en este país, un narcoestado que produce el 90 por ciento de la heroína que se vende en todo el mundo. Todo ello pese a los reiterados intentos de invasión por parte de los ejércitos de países de Occidente y de arruinar los cultivos por parte de los talibanes.

Como consecuencia de ello, los distribuidores europeos de heroína llevan nueve años disfrutando de un suministro estable de heroína de alta pureza y bajo coste, por lo que, mientras Afganistán siga siendo la gigantesca granja de opio que es, no existe necesidad alguna de buscar alternativas como el fentanilo. La pureza de la heroína que se vende en las calles del Reino Unido alcanza la cota del 40 por ciento, y el kilo se vende por cerca de 22 000 euros. En Estados Unidos, en cambio, la pureza media de la heroína es del 33 por ciento y el kilo se vende por aproximadamente casi el doble que en el Reino Unido, unos 44 200 euros.

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Otro factor a tener en cuenta es que cada vez resulta más fácil pasar heroína de contrabando desde Afganistán. Hoy es menos probable que nunca que se intercepten alijos de heroína llegados al Reino Unido. El número de incautaciones en la frontera británica ha alcanzado mínimos históricos en 2018, pese al aumento de la pureza y la bajada de los precios de la heroína, lo cual es indicativo de que el suministro de la droga en el país es estable y abundante. A diferencia de la heroína que se produce en México, la de Afganistán es de color marrón, lo cual dificultaría que se adulterara con fentanilo, un polvo blanco.

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Grafiti sobre las muertes que causa el fentanilo en Vancouver, Canadá. Foto: Gerry Rousseau / Alamy Stock Photo

Para los traficantes europeos, por el momento el fentanilo no resulta lo suficientemente atractivo. “Mientras haya disponible heroína barata y de fácil acceso, ¿para qué cambiar a algo más problemático? ¿Por qué ibas a querer cambiarte un iPhone por otro teléfono? Tendrías que tener un motivo, un producto que te ofrezca algo mejor”, señala Jonathan Cole, profesor de la Universidad de Liverpool y experto en mercados de la droga. “Si el negocio de la heroína te está yendo muy bien, ¿en qué te beneficia añadirle fentanilo si ya estás teniendo beneficios sin necesidad de matar a tus clientes?”.

Preguntado sobre el fentanilo, un camello de heroína de Liverpool que hace entregas a domicilio dijo que no conoce a ningún traficante en la ciudad que añada esa sustancia a su producto: “Nuestro material es lo suficientemente bueno sin fentanilo y no queremos matar a nuestros clientes”.

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Quienes tienen la tarea de perseguir a las bandas organizadas de tráfico de drogas aseguran que por el momento nada apunta a que el fentanilo esté experimentando un aumento de popularidad entre los traficantes británicos. “La producción en Afganistán ha aumentado significativamente y aquí se está vendiendo material de alta pureza; quizá esa sea la razón por la que no se esté adulterando con fentanilo”, señala Vince O’Brien, jefe de operaciones contra el narcotráfico de la NCA. O’Brien también apunta a otros factores, como el cierre del mercado de drogas por internet Alpha Bay en 2017, que ha dificultado la compra de fentanilo por esta vía. O’Brien señala que quizá la cobertura mediática de la crisis del fentanilo en Estados Unidos generado cierta alarma entre los líderes del tráfico de heroína en Europa: “El fentanilo es muy tóxico y quizá las bandas tienen miedo de enfermar ellos mismos o de que les caigan penas muy grandes por matar a sus clientes”.


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Todo esto podría cambiar, por ejemplo, si ocurriera algún desastre en la maquinaria del opio afgano, como una plaga que afectara a las plantaciones de adormidera o un decreto antiopio impulsado por los talibanes similar al que afectó al suministro en 2000. En el caso norteamericano, la respuesta obvia parece ser la de combatir el fuego con más fuego.

En lugar de malgastar millones de dólares en la construcción de un muro que no servirá para mantener a raya el fentanilo, o de intentar frenar el tráfico de esta sustancia en internet y por correo, la aparición de un producto que le haga la competencia podría suponer una vía de escape a la trampa mortal en la que se encuentran los Estados Unidos actualmente. Al margen de que este nuevo producto se comercialice a través de servicios de tratamiento de toxicomanías a pacientes que quieran desengancharse de la heroína o por medio de organizaciones criminales con capacidad de frenar el modelo actual, el resultado será una disminución del número de muertes.

En cualquier caso, lo que parece cada vez más inevitable, a medida que se prolonga la prohibición, es que el tráfico de drogas se está apartando inexorablemente de las sustancias de origen vegetal distribuidas por las vías tradicionales y está adoptando un formato más tecnológico: drogas sintéticas elaboradas en laboratorios clandestinos, compradas en línea y distribuidas ocultas entre un millón de otros paquetes marrones; drogas que también son mucho más letales que las sustancias naturales a las que pronto sustituirán.

@Narcomania

Este artículo se publicó originalmente en VICE UK.