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Relaciones

Gente nos cuenta sus peores citas a ciegas

Desde gente que te pasa su ropa interior por debajo de la mesa a adictos al sexo, pasando por escorts encubiertas.
Yhasmina García

No hay duda de que somos atrevidos por naturaleza. A veces, incluso, algo kamikazes (o inconscientes). Es más, hay estudios que aseguran que al menos dos de cada diez adolescentes españoles han tenido citas con personas que conocieron a través de internet.

Pero eso de quedar a ciegas no es patrimonio de los chavales. Son muchos los adultos que también quedan con alguien a quien no conocen de nada (y que ni siquiera han visto por fotografía, si la cita ha sido organizada por cierto amigo-celestina, compañero de trabajo o familiar bondadoso).

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Atrás quedan los tiempos en que se pensaba que las citas a ciegas eran cosa de gente superficial y desesperada. Hoy, este tipo de encuentros entre dos solteros que quieren conocerse, y que no han coincidido físicamente antes, están a la orden del día. Todo sea por (tratar de) encontrar el amor.

Gente hiperrácana, tipos que te horrorizan físicamente o personas que a mitad de una cena te pasan la ropa interior por debajo de la mesa. Hablamos con varias personas que tuvieron (al menos) una cita a ciegas para no recordar.


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"Mi colega me programó una cita a ciegas con una chica con la que él llevaba tiempo hablando, pero con la que no seguiría en contacto ahora que se había echado novia. Solo me dijo que era maja pero que nunca la había visto, porque ella no tenía cam y se resistía a mandarle una foto suya. La cosa es que le habló de mí y quedamos en un bar de Malasaña un sábado por la noche. La chica era guapa y tenía un aire algo pijo. Tenía conversación y parecía que la cita funcionaba. Nos tomamos algo y luego fuimos a dar una vuelta, hasta llegar al sitio donde ella había dejado aparcado su coche.

Al subirnos, me dijo que tenía que comentarme algo y que esperaba que no me molestase. Le dije que me contase y que seguro que sería una tontería. Me dijo: ‘Llevo unos meses trabajando como escort y te tengo que pedir que me pagues cien pavos por las dos horas que llevamos juntos’. Yo pensé que estaba de coña pero, cuando me di cuenta de que no, me empecé a poner tenso y no sabía dónde meterme.

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Solo alcancé a decirle que tenía que ir un momento a hacer pis. Me salí del coche y me faltó calle para salir corriendo. Lo primero que hice tras meterme en una boca de metro fue llamar a mi amigo para decirle que me había citado con una prostituta y que le iba a matar cuando le viese. Lo peor es que él tampoco sabía nada de ese asunto".

Toni, 23 años

"Tuve una cita con el compañero de clase de una de mis mejores amigas. No le había visto pero ella me dijo que era muy majo y guapete, y que creía que podía salir bien la cosa. Quedamos para ir a cenar un día.

Parecía mono, pero empezamos a hablar y vi que no pasaron ni cinco minutos antes de que su ex saliera en la conversación. Me dijo que lo habían dejado hace poco y que aún estaba enganchado a ella. No fue eso lo que me espantó, aunque casi todos los temas acabaran derivando en los recuerdos que tenía de su exnovia, algo que no vi muy atractivo para una primera cita.

Me dijo que quería invitarme a cenar. Le dije que no hacía falta, pero él insistió, por lo que le dije que vale. La cosa es que me llevó a una hamburguesería porque decía que era su restaurante preferido. Cuando nos sentamos, va y me suelta algo así como: ‘Te invito yo, pero tendrás que pedir hamburguesa para poder escoger la oferta de 2x1. Y, si te parece bien, pediré una jarra de agua, que aquí me conocen desde hace tiempo y me la ponen de buen grado’. Le dije que no pasaba nada y, por no levantarme y pirarme, pasé por el aro. Se terminó la hamburguesa en tres minutos. Comía como si no hubiera un mañana y lo acabé agradeciendo, porque en cuanto acabé de comerme lo mío le dije que una amiga me acababa de escribir y que, sintiéndolo mucho, me tenía que marchar. Pedimos la cuenta, pagó y yo me despedí dándole un abrazo, porque vi que tenía la boca llena de kétchup y no le quería dar dos besos. Fue todo bastante asquerosete".

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Sandra, 27 años

"Hace unos meses tuve una cita a ciegas con una chica que conocí a través de una página web. Solo me había enseñado una foto pero, cuando la vi en persona, no se parecía en nada. ¡Era una foto de hacía cinco años! En ella aparecía con el pelo largo y moreno. Y cuando quedamos me encontré con una chica rubia platino y con el pelo cortado al tres. Estaba estropeada.

Un día quedamos en un restaurante del Barrio Húmedo, el casco antiguo de León. Llegué diez minutos antes de la hora acordada. Me dijo que había reservado la mesa a su nombre, pero ella ya me estaba esperando allí. Era muy lanzada. Mientras comíamos, se quitó el tanga y cuando dije que no quería postre, me respondió que ella me daría el postre, y me pasó el tanga por debajo de la mesa. Luego fuimos a una discoteca. Allí vi que definitivamente no era mi tipo. Al final aprendí que tengo que ser más cauteloso a la hora de quedar".

Fran, 38 años

"Un compi de carrera me puso en contacto con un tío de su clase que parecía tener las mismas aficiones que yo. Me tiré a la piscina, sin verle antes ni nada, y quedamos una noche. Quería quedar en terreno neutral, y decidimos vernos en un bar de Chueca. Los dos lo conocíamos bien, ya que solíamos salir por allí de vez en cuando. Cuando le vi, me sentí aliviado, porque físicamente era mi prototipo. Un tío alto, delgado, bien peinado y con pinta de chulete. Empezamos a hablar de lo que estudiábamos y de lo buenos que eran los shows de transformistas del local.

Pintaba bien la cosa. Yo creo que también le gusté a él. Empezó a ponerse más cerca de mí para hablarme, y a susurrarme cosas en el oído. Me puse como una moto. Y, en estas, apareció una chica que le conocía. Veo que se acerca a él y le planta un pico en la boca. Me la presentó y al preguntarles de qué se conocían ella me respondió que "de los baños y eso". Le dije al chico de irnos a dar una vuelta y me dijo que sí, pero que antes quería saludar a un colega que andaba en el local. Y veo que se va con esta chica, en dirección al baño. Al cuarto de hora volvió y le dije que había estado a punto de marcharme, viendo lo mucho que tardaba. Su respuesta fue: 'A ver, no te voy a engañar. Tengo un problema de adicción al sexo y he estado en el baño con mi amiga, que me la ha comido. ¿Te hace un trío?'.

Le dije que no era mi idea inicial, pero que gracias por la propuesta. Y que mejor nos veíamos ya otro día. Obviamente, no volví a escribirle".

Miguel, 19 años

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