Feminismo

Hablamos con Un Tío Blanco Hetero y Leyre Khyal sobre consentimiento y el poder sexual femenino

"Los misóginos necesitan del feminismo más institucional y rancio para existir y, de igual manera, las feministas más institucionales y rancias necesitan del machismo".
manzanaserpiente

"De ninguna manera", me responde Un Tío Blanco Hetero cuando le pregunto si cree que Prohibir la manzana y encontrar la serpiente, que acaba de publicar en Deusto junto a la antropóloga Leyre Khyal contribuirá a quitarle de encima algunas de las etiquetas que se le asignan. "Al contrario de eso, creo que me va a hacer ganarme otros epítetos que me van a venir por el otro lado: planchabragas, mangina, pagafantas, calzonazos, que si estoy blanqueando el femimarxismo, que si disidencia controlada", añade.

Publicidad

En el ensayo, ambos entablan una conversación dividida en 10 capítulos en la que abordan temas como la definición del patriarcado, la diferencia entre el feminismo de la igualdad y el de la identidad, la cultura de la violación, la relación entre el feminismo y el capitalismo, el #MeToo como herencia de las guerras contra el sexo o la cultura de la persecución que, dicen, se fomentó a raíz del movimiento nacido en Hollywood.

"Los misóginos necesitan del feminismo más institucional y rancio para existir y, de igual manera, las feministas más institucionales y rancias necesitan del machismo. Hay un peligro en eso y es que todo se va polarizando, y es ahí cuando apelo al sentido común, a la racionalidad", dice Leyre Khyal. De esos dos polos se han querido desvincular ambos. "Que VOX sea quien traiga la crítica al feminismo en sus término es catastrófico, es lo peor que le puede pasar a las posturas críticas con el feminismo", dice la antropóloga.

1557911365626-2000px_Prohibir-la-manzana

VICE: En el primer capítulo habláis de cómo se pasa del placer no normativo al imperativo de socavar la norma, mediante el placer o no. Me recuerda a que hace bien poco un amigo me planteó que si estaba liándome con un tío en una discoteca, me contaba que era transgénero y dejaba de liarme con él al conocer que sus genitales eran femeninos porque no me excitan los genitales femeninos estaba siendo tránsfoba.
UTBH: Eso afecta directamente a la libertad individual de con qué personas quieres estar y con qué personas no y a algo tan complejo como las cosas por las que te puedes sentir atraída sexualmente. Yo no niego que pueda haber condicionamientos culturales a la hora de relacionamos con personas de otros sexos, que eso no me puedan haber impactado a la hora de no aceptar un pene en mis relaciones sexuales. Pero tampoco creo que tenga por qué luchar contra ello o intentar retorcer mi sexualidad para entrar en unos cánones culturales que otra gente considere aceptables.

Publicidad

Leyre: Además es muy paradójico, porque a las mujeres se nos dice que a la mínima que tengamos dudas sobre si estábamos borrachas y no dijimos que sí cuando nos acostamos con hombres cisheterosexuales nos han violado, pero luego si son otras identidades tienes casi que forzarte a tener relaciones con ellas. Hay una paradoja sobre el relato de lo que es el sexo para unos y para otros, y eso es una confesión de que esas identidades sexuales no tienen la autoridad que tienen los hombres, es una confesión de sus valores más profundos, y es que no ven a las personas transexuales como a un igual. ¿Por qué yo me tengo que forzar a tener sexo con una persona transexual para no ser tránsfoba, mientras que con un hombre cisheterosexual tengo que estar vigilante para dar explícitamente el sí porque si no me han violado?

En el capítulo sobre el poder femenino, Leyre afirma que "caminar sola por la noche en minifalda y en solitario no es un acto de valentía, ni siquiera de libertad como anhelan las feministas. Es un acto de completa opulencia inconsciente del propio poder sexual que puede incitar al asalto de cualquier despreciable depredador". Pero, ¿nos serviría de algo ser conscientes del propio poder sexual en estos casos?
Leyre: No estoy diciendo en ningún caso que ninguna mujer sea responsable de una violación, ni estoy responsabilizando a nadie por llevar falda de ella, por supuesto. ¿Responsabilizarías a un guiri porque le roben un Rolex si pasa por ciertos sitios? No, pero tiene que saber a que se expone. Lo que no puede decir el feminismo es que somos mujeres con derecho a ir como queramos por la calle y no puede pasarnos nada, porque eso es mentira; tiene que decirnos que la calle es un lugar en el que hay personas que se sienten interpeladas por nosotras y que las agresiones ocurren. Que no son legítimas, por supuesto, pero es honesto decirlo todo. Claro que tenemos derecho, pero es que la vida es más compleja que eso.

Publicidad

Habláis también en ese capítulo de la aparente inconsciencia de cómo apela nuestra sexualidad a los demás que fomenta cierto feminismo.
UTBH: Sí. A veces se cree que nuestra sexualidad es algo que evidentemente nos pertenece, pero que no afecta al que está a nuestro alrededor.

Leyre: Una tiene que saber que a veces la contratan simplemente porque es más guapa que la que ha venido antes que ella. Y a veces es incluso una decisión inconsciente porque el poder es así: se ejerce de manera inconsciente. Y las mujeres lo tenemos. Los hombres no.

UTBH: Es muy paradójico que ese poder se entienda como una forma de opresión masculina cuando es precisamente el que desarticula muchas veces a los hombres, que no sabemos cómo lidiar y tratar con mujeres porque nos rebasa absolutamente.

En ese mismo capítulo decís que el feminismo debe "reivindicar la alegría, el placer, la pasión, el encuentro y la reconciliación de las mujeres con su propia potencia", comentáis en este mismo capítulo. Y me recuerda inevitablemente al debate sobre si el perreo o la exhibición del cuerpo femenino pueden o no ser empoderadores. ¿O la puta o la santa? ¿Se trata siempre de eso, no hay un gris?
UTBH: Yo creo que sí que se utiliza ese gris. A veces nos encontramos con chicas que adoptan las dos posturas a la vez en las redes sociales, por ejemplo. Por un lado, la de vestirse de manera exhuberante, enseñar su cuerpo y ser conscientes del impacto que tiene poner un culo en tanga en Instagram. Pero por el otro, reproducir un discurso a través del feminismo que dice que la sexualidad de uno no afecta al otro directamente, de manera que se mezclan estas dos posturas, dando lugar a la creencia de que "esta foto la subo para mí", así que cualquier persona que me interpele a través de esto me está atacando.

Publicidad

Leyre: Pero es como un egocentrismo infantil, ¿no sabes que el hecho de estar en sociedad implica necesariamente una relación con el otro? Por eso vamos vestidos, por eso nos presentamos ante el mundo de determinada forma. Es una perversidad, porque en realidad es aprovecharse de un lenguaje para negarlo, y mandar un mensaje para luego negar estar haciéndolo.

"De alguna manera, se está ensalzando que las mujeres se comporten con rasgos típicamente masculinos mientras que a los hombres les estamos castigando por esos mismos rasgos", dice UTBH en un momento del relato. Pero sucede un poco igual con las mujeres, ¿no? De eso trata el posfeminismo al que apuntáis, cuyo fin último sería la destrucción del género por considerarlo en primera instancia simplemente un constructo y en segunda fruto y fuente de violencias contra las mujeres.
UTBH: Sí es cierto, y tiene que ver con la idea de socavar el sistema de clasificación por géneros en el que se intenta destruir la imagen típica que tenemos de mujeres y hombres y crear algo que sea homogéneo tanto en unos como en otros. Lo apunta Leyre, el posfeminismo ya no tiene a la mujer como sujeto político. Cualquier comportamiento típicamente femenino si se reproduce en los hombres es positivo y viceversa, cualquier comportamiento típicamente masculino está bien si se reproduce en las mujeres, pero no al revés. Porque si no viene Facua y te denuncia. Y que aparezcan, ya no expresiones culturales, sino poderes que estén luchando por eso es un poco absurdo.

Publicidad

Leyre: Desde los 90 que aparece precisamente el posfeminismo de lo que se trata es de tirar abajo el sistema de género. Lo que yo planteo es que las posfeministas utilizan la comparación cultural y el hecho de haber encontrado diferentes sistemas de género en diferentes culturas como una manifestación de que se puede tirar abajo el sistema de géneros. Pero claro, lo que se obvia es que no hay ninguna cultura sin sistema de género, y tirar abajo ese esqueleto nos convierte en radicalmente disfuncionales. Es como decir: como hablamos diferentes idiomas, vamos a dejar de hablar. Ya, bueno, pero es que todos hablamos aunque hablemos idiomas diferentes. Evidentemente estoy exagerando, pero es un poco así.

En el libro argumentáis contra una de las que parecen verdades incuestionables para el feminismo, la cultura de la violación. Decís que no existe. Sin embargo, tituláis uno de los capítulos "La cultura de la persecución". ¿No estáis cayendo en lo que criticáis del denominado feminismo institucional, pop o hegemónico al hablar de un Estado casi totalitario?
Leyre: Yo no hablo de estado totalitario, pero sí creo que el MeToo inauguró una cultura por la cual parece que tú puedes señalar a alguien y el resto de la gente también le va a señalar, y eso es una persecución, independientemente de lo que pueda o no haber hecho. El fenómeno del juicio paralelo y del juicio social ya es una parte de nuestra sociedad, ya existe.

UTBH: Además con las redes sociales es cada vez más palpable e inevitable.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.