Ahora mismo peso 52 kilos, que es lo adecuado para lo tapón que soy (o, para decirlo de una forma más discreta, para lo pequeña que soy. Mido 157 cm), así que mi apariencia física quizás no tenga nada que ver con la imagen que puedas tener de alguien que padece un trastorno alimentario."Hay mucha gente con un cuerpo normal pero que sufre trastornos alimentarios", explica Lauren Smolar, directora de los distintos programas que se llevan a cabo en la Asociación nacional de Trastornos Alimentarios de EUA. "Los trastornos alimentarios llegan en todas las formas y medidas, se trata de distintas combinaciones de comportamientos y pueden llegar a ser muy graves"."Los trastornos alimentarios llegan en todas las formas y medidas, se trata de distintas combinaciones de comportamientos y pueden llegar a ser muy graves" — Lauren Smolar
En la universidad era corredora en la modalidad de campo a través. Por esa razón, comía muy poco y me obsesioné con el peso. Llegué a pesar 45 kilos. Pero el problema que me atormentó casi durante diez años fueron los atracones. Y es que eran lo peor, me hacía brownies y me acababa sartenes llenas de comida como si no hubiera un mañana.Después de un atracón de los míos, me pasaba días comiendo solo una manzana al mediodía y otra por la noche
Es difícil saber cuántas personas en los Estados Unidos sufren trastornos alimentarios porque mucha gente no pide ayuda. Un estudio nacional reveló que el 0,9 por ciento de las mujeres sufre anorexia nerviosa, el 1,5 bulimia nerviosa, y el 3,5 trastorno por atracón. (En el caso de los hombres, la prevalencia es de 0,3, 0,5 y 2 por ciento, respectivamente). Se estima que 20 millones de mujeres y 10 millones de hombres en los Estados Unidos sufrirán algún trastorno alimentario clínicamente significativo en algún momento de sus vidas.Yo he formado parte de esos porcentajes, pero hoy en día tengo el control de mi alimentación. Ya no me pego atracones, ni como en secreto, ni me preocupo demasiado por haberme comido una galleta. Ahora mismo puedo decir que he aprendido a que me vuelva a gustar la comida, pero diez años de problemas con la alimentación, claramente, han dejado huella.Un estudio nacional reveló que el 0,9 por ciento de las mujeres sufre anorexia nerviosa, el 1,5 bulimia nerviosa, y el 3,5 trastorno por atracón
Sigo pensando demasiado en lo que comer antes de decidirme por algo, pido los platos más saludables del menú, y sigo sintiéndome culpable si como más de la cuenta. El problema no es necesariamente lo que como, sino lo que yo pienso respecto a lo que como.Y así está el tema. Los trastornos alimentarios están clasificados en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (abreviado DSM-5), que es la clasificación estándar de trastornos mentales de los Estados Unidos. Esto significa que los trastornos alimentarios tienen un componente mental y uno físico. Es decir, para llegar a ser diagnosticado con uno de estos trastornos, la enfermedad debe "influir en tu vida hasta el punto de perjudicar tu día a día", explica Rachel Goldman, licenciada en Psicología y especializada en trastornos alimentarios, además de profesora auxiliar clínica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.Un trastorno alimentario comprende todos los comportamientos y pensamientos poco saludables relacionados con la comida
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Antes, la alimentación estaba presente en cada uno de mis pensamientos, y afectaba a mi vida diaria, pero ya no. Entonces, ¿qué se supone que tenemos los que, como yo, estamos en el medio, es decir, que no sufrimos los síntomas que presenta la definición clínica pero que tenemos una relación complicada con la comida?
El proceso de una persona que come con normalidad es "escuchar a su cuerpo, comer lo que necesita y cuando lo necesita, y parar cuando está saciada", dice Smolar. Ahora bien, es totalmente normal tener antojos de vez en cuando, comer más algunos días y otros menos, y limitar la cantidad de alimento que se ingiere hasta cierto punto. "Pero el tener una relación poco sana con la comida, podría asociarse a aquellos individuos que sufren un sentimiento de culpabilidad, o que se comportan de manera introvertida o ritualista". Eso incluye el sentirse mal por comer y el eliminar ciertos grupos de alimentos de la dieta como, por ejemplo, el azúcar o el pan a diario, simplemente para no tener la tentación de probarlos.El cerebro es un sistema muy complejo, y lo que no podemos hacer es exprimirlo y sacar los pensamientos negativos en un abrir y cerrar de ojos
Si una persona es capaz de reemplazar un pensamiento, comportamiento o emoción perjudiciales por unos más positivos y beneficiosos para la salud, se acabará convirtiendo en un hábito
Una de las lecciones que aprendes en las terapias cognitivas conductuales es a plantar cara a los pensamientos negativos de "siempre" y "nunca". Por ejemplo, cuando te dices a ti mismo, "siempre voy a tener problemas con la comida" o "nunca aprenderé a controlar mis problemas alimentarios". Es posible tratarse y recuperarse, poniendo un poco de esfuerzo por tu parte. "El objetivo, por lo general, es tener un peso normal y una relación sana con la comida", aclara Goldman. "Los trastornos alimentarios no son imposibles de tratar, y la gente puede tener una vida saludable después, sin ninguna duda".Durante diez años, me iba a la cama casi cada noche estresada por lo que había comido ese día, y me levantaba cada mañana preocupada por todo lo que comería antes de la noche. Solía estar triste, sin motivación por seguir viviendo. Ahora, por supuesto, me preocupa el tema de la comida, y seguramente pienso más en eso que cualquier otra persona, pero creo que gran parte de mi energía mental la dedico a esas cosas que realmente importan. No me paso la vida pensando en lo que tengo en el plato, y esa es una buena forma de vivir.Durante diez años, me iba a la cama casi cada noche estresada por lo que había comido ese día, y me levantaba cada mañana preocupada por todo lo que comería antes de la noche