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Cosas que te ahorras si te envían a casa tus compras de segunda mano

Aunque quedar con gente desconocida para comprar o vender objetos de segunda mano no deja de tener su atractivo antropológico, quizás debamos plantearnos contratar algún tipo de notario que revise el proceso.
Imagen cortesía de vibbo

La primera vez que compré algo por internet, por ejemplo, me encontré yendo a casa de una señora que vendía el último libro de la saga de Harry Potter. Recuerdo que, al ver el edificio y la escalera (no se encendía la luz, y tuve que subir cuatro pisos a tientas), tuve un momento de terror. En realidad estaba entrando en casa de una desconocida. Al entrar en la casa, mis temblores fueron a más: por todas partes había colgadas muñecas de porcelana.

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Con el pelo rizado, pelirrojas, con gorrito, vestidas de invierno, con corona, en tutú… Nunca había visto tantas muñecas juntas. La visión resultaba, cuanto menos, inquietante. La señora fue majísima, le pagué el libro, me lo dio, y corrí a leérmelo en casa. Pero, aún hoy, a veces cierro los ojos y veo ese batallón de muñecas mirándome desde las paredes.

De todas formas, creo que en aquellos primeros tiempos de la venta por internet, las aplicaciones de segunda mano nos parecían algo legalmente difuso, más cercano al autostop de noche en una carretera comarcal que a las aplicaciones de coche compartido con valoraciones posteriores. Pero, por lo que se oye por ahí, el momento del cara a cara en los intercambios producto-dinero aún sigue causando ciertos reparos.

¿Cómo vas a saber qué debes hacer en el momento de encontrarte con esa persona a la que le vas a comprar dos sillas de camping, previo pago de ocho euros, para después no volverla a ver jamás?

De hecho, quizás debido a este tipo de situaciones que se pueden dar en la compra-venta entre particulares, la aplicación vibbo acaba de lanzar vibbo Express, un nuevo servicio gratuito que permite comprar y vender de forma segura sin moverse de casa. Por lo visto, esta nueva modalidad de compra-venta te permite recoger y/o enviar el objeto a través de SEUR sin quitarte las pantuflas. Además, este nuevo servicio protege el dinero hasta el momento de la entrega.

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Empecemos por el principio: El saludo. Si no sabes muy bien si darle dos besos, un abracito o simplemente un gestito así levantando un poco la cabeza a ese tío con el que te liaste en una noche loca y que ahora vuelves a toparte por la calle, ¿cómo vas a saber qué debes hacer en el momento de encontrarte con esa persona a la que le vas a comprar dos sillas de camping, previo pago de ocho euros, para después no volverla a ver jamás? En el caso de Laura, a quien le pareció bien dar dos besos, la cosa no terminó demasiado bien.

Los anuncios deberían indicar cómo saludarse: “de forma oriental, inclinando levemente los cuerpos, pero sin llegar a rozarse nunca jamás"

"No entiendo muy bien por qué lo hice", recuerda. "Supongo que la señora que me iba a vender aquella cesta antigua de costura me pareció un ser entrañable, con su pelito blanco y sus gafas doradas, y me salió saludarla con dos besos, como si fuera una tía abuela mía. Estábamos ahí, en medio de la Puerta del Sol, y ella, obviamente, no se esperaba ese saludo, así que movió la cabeza para el otro lado. Total, típico beso torpe que acaba en un medio pico. Juro que sentí parte de sus labios en los míos. El resto del intercambio casi no lo recuerdo, imagínate la vergüenza que pasé".

Tras sentir con violencia un ataque de intensa vergüenza ajena solamente al oír relatar esta peripecia con inesperado beso en la boca, una no puede evitar plantearse la posibilidad de crear ciertos protocolos que aparezcan en los anuncios de las apps como vibbo, algo así como "El vendedor y el cobrador deben saludarse de forma oriental, inclinando levemente los cuerpos, pero sin llegar a rozarse nunca jamás".

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"Varias veces el propio vendedor ha tenido que venir a buscarme, un poco harto de esperar"

Antes he comparado la confusión que produce la quedada del trueque de la venta por internet con el autostop, esa práctica confusa que te hace tener siempre el corazón en un puño, como si cualquier persona que venda su estantería Glönkvarxiä de Ikea fuese susceptible de ser Antonio Anglés. "No lo puedo evitar", confiesa Leonor entre risas.

"Siempre que quedo para comprar muebles para restaurar, me veo yendo a polígonos industriales semidesiertos, cocheras y garajes desoladores con personas que no conozco. Además, dadas mis dotes para la orientación, siempre tengo que llamar varias veces al vendedor para disculparme por la tardanza y pedirle indicaciones más exactas… Varias veces el propio vendedor ha tenido que venir a buscarme, un poco harto de esperar. Una vez me dio tanto apuro que invité a merendar a una señora que iba a venderme un coche teledirigido para mi hijo".

vibbo te ofrece la posibilidad de vender y comprar en pantuflas, sin encontrarte con coleccionistas de muñecas de porcelana ni niños que se arrepienten de vender sus juguetes

Como varios de los entrevistados que utilizan vibbo, Lola también ha tenido algún que otro tropiezo a la hora de vender mediante las aplicaciones de compra-venta por internet por una situación muy incómoda. "Como mi hijo ya tiene diez años y no juega con los legos, decidimos venderlos a través de la app", me cuenta. "Yo quería que fuese una especie de ritual de paso a la madurez, y me imaginaba a mi niño dándole sus legos a otro niño más pequeño. El caso es que cuando llegamos a la parada de metro en la que habíamos quedado con un padre y su niño de cinco años, a mi hijo le entró el arrepentimiento. De pronto, le pareció demasiado pronto para dejar de jugar con sus legos, se puso muy pálido, y dijo que de ninguna manera, que los legos eran suyos y que no los pensaba vender. Vaya pataleta le entró al otro niño. La gente al pasar nos miraba. Yo no sabía ya cómo disculparme", recuerda.

Por estas y otras razones, y aunque quedar con gente desconocida para comprar o vender objetos de segunda mano no deja de tener su atractivo antropológico, quizás debamos plantearnos contratar algún tipo de notario que revise el proceso, unos testigos que nos cubran las espaldas en caso de accidente involuntario o, por qué no, un sistema de mensajería que se ocupe de todo el jaleo que a nosotros puede provocarnos tanto quebradero de cabeza.

Y con esa intención llega el nuevo servicio de mensajería de vibbo, que nos facilita el proceso de compraventa y nos garantiza la seguridad en las transacciones, acompañando al usuario en todo el proceso, desde la negociación hasta la entrega, pasando por el envío y el pago. Aunque quedar con desconocidos para comprarles o venderles algo siga siendo un seguro de historias cómicas que contar en el futuro, ya sabemos que existe otra posibilidad que nos ahorra tener que salir de casa con este frío.

A partir de ahora, vibbo te ofrece la posibilidad de vender y comprar en pantuflas, sin encontrarte con coleccionistas de muñecas de porcelana ni niños que se arrepienten de vender sus juguetes.

Puedes descargar la app de vibbo aquí.