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Sexo

Por qué follas menos y peor de lo que piensas

Entrevistamos a Adriana Royo, autora de 'Falos y falacias'.
dos tortugas follando
Imagen vía Pxhere

Que nos acomplejan nuestras pollas y nuestras tetas porque no son lo suficientemente grandes —no todo lo grandes que nos dice el porno que tienen que ser— es un hecho. Que fingimos orgasmos también. Que a veces incluso follamos por fardar no tanto, pero Adriana Royo, autora de Falos y falacias, dice que así es. Que en la sociedad narcisista que hemos construido el engaño es la moneda de cambio de los vínculos, tanto afectivos como sexuales.

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Royo ve en la sexualidad la última trinchera conquistada por el capitalismo y la sociedad de mercado contemporánea, una sociedad basada en máscaras que ni siquiera sabemos que llevamos puestas y que no nos quitamos ni para follar. Hablamos sobre cómo nos afecta el narcisismo entre las sábanas y en el amor, sobre la tinderización de nosotros mismos y sobre por qué follamos menos y peor de lo que pensamos.


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VICE: ¿Qué hay, Adriana? El subtítulo de Falos y falacias dice que "existe un abismo entre cómo nos gustaría vivir la sexualidad, cómo la mostramos a los demás y cómo la vivimos en realidad". Osea, que follamos menos y peor de lo que pensamos, pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Adriana Royo: ¡Porque ni siquiera nosotros la conocemos! Decimos lo que creemos que debemos decir porque creemos que debemos tener una sexualidad concreta. Nos unimos a una masa uniforme para sentirnos aceptados, y ese, es el sexo que creemos que debemos tener. ¿Ahora está de moda esta serie y este tipo de ropa? Pues para sentirme incluido, voy a ir a esa bandada de pájaros y así me sentiré protegido en un grupo.

No nos preguntamos de dónde sacamos nuestras creencias. No nos atrevemos a sacudirlas y averiguar si las queremos o no, si nos sientan bien. Antes prima el miedo a sentirme excluido solo y abandonado que la propia libertad para con uno. Y ojo, no hablo del individualismo, de bastarnos a nosotros mismos y no hacer en comunidad. Hablo del que se agrupa por miedo de sí mismo. Hablo del que no se pregunta acerca de sí para no remover la caca y no tener que afrontar la responsabilidad de ser uno mismo, la responsabilidad de cagarla y sostener las consecuencias. La responsabilidad de las propias emociones.

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En general, somos unos niños con miedo pero vamos de adultos transgresores. Y como adultos transgresores creemos que tenemos una buena sexualidad, cuando en realidad no tenemos ni idea, ya que lo que tenemos es una muy buena sexualidad de imitación. De ahí el narcisismo como mecanismo defensivo para encarnar un ideal y mostrar a los demás lo que sabemos que será elogiado, no lo que sentimos verdaderamente.

"Somos unos niños con miedo pero vamos de adultos transgresores"

¿Y qué relación guarda el narcisismo con la sexualidad, de qué manera nos ha afectado la egolatría y el culto al yo en la cama?
Nos ha afectado hasta el punto de tener sexo desde una máscara que ni siente ni padece, que ni disfruta ni sufre, que está disociada del cuerpo, que está hueca, fría y vacía, y creernos que eso es la hostia. Creernos que debe ser así. Que si encarnamos ese ideal todo estará bien y nos querrán.

Nos ha afectado hasta el punto de tener la consulta llena de personas que no saben qué quieren, cómo desean, personas que se sienten vacías, deprimidas, ansiosas, que les preguntas ¿cómo te sientes? y no te saben decir. Pero que luego postean unas fotos increíbles en Instagram personificando un ideal erótico-festivo magnífico, libre, desinhibido… Que luego consumen pornografía y la imitan en sus relaciones y cuela, pero vienen a terapia porque en realidad tampoco sienten mucho. A este nivel nos ha afectado.

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Has mencionado el porno, ¿qué papel juega en esta ecuación? ¿En qué medida nos afecta en la manera en la que creemos que debe ser nuestro sexo y en los complejos y disfunciones que vienen cuando comprobamos que no es así?
No es lo mismo utilizar el porno que consumirlo, pero al final, si te expones a mucha pornografía estás dejando que te eduque, ¡la industria te educa en tu propia sexualidad! Te propone un molde y tú alimentas esos recorridos neuronales, nuestro cerebro es muy plástico, ¿sabes?

Se adapta a los estímulos que le das hasta que lo acepta como realidad. Es como un hábito. Luego cuesta abandonarlo, y por supuesto superpondrás tu propia sexualidad a la de la pornografía, que te dice qué es lo que deseas. Pero ese deseo no es tuyo, es un implante. Siempre he creído que nos controlan a través de la pornografía. Te mantiene disociado de ti mismo, de tu cuerpo, y te moldea para que desees o que los quieren que desees, así puedes seguir consumiendo. Está muy bien montado, una buena arma de control de nuestros instintos.

"Tenemos sexo desde una máscara que ni siente ni padece, que ni disfruta ni sufre, que está disociada del cuerpo, que está hueca, fría y vacía, y creernos que eso es la hostia"

¿Y el denominado "porno feminista"? ¿No es una —otra— estrategia que aprovecha lo que le interesa del feminismo con el fin de mercantilizarlo?
Totalmente. La industria ha visto el auge social y cultural que ha tenido el feminismo, lo ha aprovechado y se lo ha tragado, creando empresas en apariencia promujer pero que en realidad se siguen beneficiando de la desigualdad de género. El sistema capitalista se alimenta claramente de las desigualdades en general y en el caso de la lucha de género obviamente también lo hace. Se te dice: coge tu fuerza, ¡empodérate! Cuando en realidad están queriendo decir: ¡véndete, así podemos poseer tu cuerpo!

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Lo que yo veo es que el Estado, el capitalismo y el patriarcado siguen aprovechándose de las mujeres, sigue habiendo muchísima violencia de género, desigualdades de salario, abusos de poder… y tantas y tantas mujeres destinadas a ocupar esa esfera reproductiva y doméstica. O eso o ¡empoderada a servir al neoliberalismo! La esposa que se queda en casa y cuida de los hijos, si recibiera dinero por ello, haría caer al sistema capitalista, así que no, mejor dejemos a las mujeres en su sitio y calladitas, de mientras, nosotros vamos a aprovechar la moda feminista y vamos a crear nuevos nichos de pornografía, vamos a hacer que las mujeres deseen consumir pornografía, ¡es más! ¡Hagamos que quieran ser actrices porno empoderadas! Y así la industria solo ve mercado, consumidores y dinero. Es lo único que les interesa, no el bienestar humano desde luego.

Entonces, ¿no existe un porno feminista hecho sin malas intenciones, con fines que vayan más allá del mercado?
No dudo que debe haber grupos de personas comprometidas realmente con el feminismo y que deseen profundamente que las mujeres puedan recuperar su deseo, que ha pertenecido durante tanto tiempo al hombre y al Estado y se dediquen a crear pornografía, ¿pero sabes qué creo? Que hoy en día es inevitable que el capitalismo se lo coma todo. ¡Lo fagocita todo! Es muy difícil hacer algo y que no pase por el aro consumista. Ahora está la discusión de si se puede ser feminista siendo capitalista, o por el contrario, el hecho de ser feminista implica necesariamente la condición de ser anticapitalista.

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Yo creo que el feminismo realmente revolucionario está en contra del sistema patriarcal y por lo tanto del capitalismo. Para mi gusto, capitalismo y patriarcado acaba con la naturaleza femenina. De todas formas, es muy interesante lo que opina Ismael López Fauste acerca del tema, recomiendo seguirlo y leerlo a menudo. Su libro Escúpelo destapa muchísimas tramas relacionadas con la pornografía y la prostitución. Es un buen jarro de agua fría, una inyección de realidad. Es muy valiente y le admiro.

"La industria ha visto el auge social y cultural que ha tenido el feminismo, lo ha aprovechado y se lo ha tragado, creando empresas en apariencia promujer pero que en realidad se siguen beneficiando de la desigualdad de género"

Hablas del macho alfa en el libro, de sus roles interiorizados, de las máscaras en las que vive. Pero, ¿hemos interiorizado también las mujeres esos roles y nos hemos supeditado a ellos, a esa mirada construida del macho alfa a la hora de vivir nuestra sexualidad?
La hemos interiorizado, claro. Nos han dicho "estarás guapa en esos tacones, te desearán con esta barra de pestañas"… Lo siento, pero solo puedo ver capitalismo y patriarcado vendiéndote amor a través de tu propio cuerpo, de tu forma de vestir, de tu forma de ser. "Sé así, usa esto y compra esto otro y no se te resistirán". Como si hubiéramos relegado una parte de nosotras en pos de que nos quieran pero en base a lo que nos han dicho, no como una elección consciente y crítica y desde nuestra libertad, sino por la inercia social, la presión, la deseducación emocional y sobre todo, el miedo. El miedo de no ser como creemos que los demás quieren que seamos.

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Creo que lo básico es preguntarnos mucho a nosotras mismas de dónde hemos sacado esas creencias y si las queremos o no. Para qué vestimos así; no por qué, sino para qué. Para qué nos maquillamos, para qué colgamos esta o esta otra foto. Sencillamente, hacer el trabajo de averiguar para qué hacerlo o no y con qué consciencia. En mi mundo ideal, me encantaría que al ver una película o desear un vestido o ver pornografía lo podamos hacer también desde este ojo crítico, y no tragarnos las mierdas de creencias que nos vende el sistema todo el rato con la publicidad, las modas, la ropa, las pelis, las series…. ¡Estamos rodeados!


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El 81% de las mujeres a las que has entrevistado dicen que han fingido orgasmos. ¿Por qué ni siquiera entre nosotras somos capaces de reconocerlo? ¿Por qué nos da tanta vergüenza hablar de ello aun cuando el feminismo se está convirtiendo en una ideología hegemónica?
El feminismo que está ganando es un feminismo mainstream que no sacude mucho cimiento. Es un falso feminismo, un feminismo de postín. Una parte más del sistema capitalista que hace mucho ruido pero cambia poco, una forma muy inteligente de control. Evidentemente hay grupos feministas que sacuden, pero hablo de este ruido general en las redes.

En fin, me he encontrado a mujeres que son honestas entre ellas y tienen comunicación real entre ellas: hablan de sus miedos, de sus problemas, se muestran vulnerables, etc. Pero como trabajo en lo que trabajo, me encuentro a más grupos de mujeres y a más mujeres que se autoengañan por miedo a ser raras, a hacerlo mal, por culpa, por vergüenza…

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Así que se viven al margen de sí mismas e interpretan un papel, al final muchas se lo creen y se convierten en sus propias impostoras. Todo por el miedo a que nos juzguen, nos rechacen y nos abandonen. Preferimos mentir e interpretar un papel que exponernos. Una miente, la otra miente, así que por presión grupal ¡no voy a ser la única con un problema! Así que mentiré también.

"Preferimos mentir e interpretar un papel que exponernos"

Cierras el libro con una sentencia demoledora: "amar aterra". Pero, ¿nos aterra más últimamente, en la era del amor líquido, de las relaciones líquidas, de la tinderización de todo?
Pues fíjate que no lo sé. Creo que debería estudiar historia. La historia ha ido cambiando, los momentos económicos, políticos, artísticos, etc., pero las pasiones humanas no. Las pasiones humanas siguen siendo las mismas, no cambian, siguen ahí, guiando la historia. Y creo que el amor siempre ha aterrado. Digo en el libro: se ama desde una posición femenina (y no digo femenino como mujer sino como principio energético), tenemos que asumir que estamos castrados del otro sexo, que estamos incompletos, y que necesitamos nuestra complementariedad. La nuestra propia. Para ello debemos aprender de nuestro lado femenino y masculino. Pero todo tenemos miedo a uno o a dos de esos lados. Hay mujeres más masculinas a las que les aterra su propia feminidad, por lo que sea (su cultura, sus propias experiencias, haber sufrido abusos…). A muchos hombres, por ejemplo, amar les intimida su ridículo, y muchos querrán atesorar su virilidad por lo que no se permitirán amar, porque amar es un principio femenino. Para amar a alguien, hay que amar todas sus partes, no solo las ideales o las que te caen bien. También las perversas, las miserables, las podridas. Pero ahí ya no nos mola tanto.

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Queremos que nos quieran como nosotros queremos y queremos amar al otro como nosotros queremos. No con lo que hay. Lo que hay nos da miedo porque no lo podemos controlar. Tú no puedes controlar que a tu marido le guste otra de pronto. Así que le castraras o te castrarás tú, para no ver que un humano tiene más dimensiones y en esas dimensiones tú no controlas nada, por lo que no te puedes asegurar que el otro esté ahí para siempre. Queremos amar y controlar. Eso no es amor, es miedo.

¿En qué medida han influido las aplicaciones, ya sean para ligar como Tinder o redes sociales como Instagram, a la hora de vivir nuestro yo, tanto en su expresión sexual como en la no sexual?
Influyen en la medida en la que les damos poder. En sí mismas son inofensivas, pero nosotros le damos el poder que pueden tener sobre nosotros. Lo que más me asusta es que son muy adictivas, alimentan nuestro sistema de recompensa del cerebro, segregamos dopamina, nos sentimos bien; deseados, estimulados, así que queremos más. Más likes, más matches… nada nuevo. El problema es que nos volvemos adictos a algo que viene y se va, y necesitamos estar hiperestimulados todo el día. Necesitamos mucha caña para sentir. Imagina si estás en la cama con alguien, ¡o en una relación de pareja! No será suficiente desde luego. Esto está cambiando nuestros cerebros y los está atontando. Creo que estamos en decadencia máxima de la inteligencia humana.

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¿Podemos hablar de disfunciones y problemas sexuales derivados del uso de las redes sociales o aún no?
¡Y tanto! Sobre todo sobre todo, la dismorfia corporal, que consiste en mucha preocupación por nuestras características físicas. Eso te impide muchas veces relacionarte con naturalidad, establecer relaciones, conseguir trabajo, tener sexo… Ves a todo el mundo que está tan bueno que tú a ti mismo te pareces un horror. Ahí te distancias de ti mismo deseando ser otro. Cualquiera menos tú. Eso y la ausencia de deseo en general.

Parece que la hiperexcitación nos lleva a todos a desear mucho, pero en realidad, cada vez veo consultas más consultas por todo lo contrario. Generalizando, parece que de cara a la galería todo el mundo es muy sexual pero de puertas para adentro padecemos todo lo contrario. Las redes sociales son una oda hedonista al hiperestímulo. Tetas, coches, sexo, cuerpos, bailes eróticos… Todo es sexo. Y tus globos oculares están expuestos todo el día a eso.

"De cara a la galería todo el mundo es muy sexual pero de puertas para adentro padecemos todo lo contrario"

Cuando uno lee tu libro piensa "Vale, ¿y ahora qué?". ¿Qué hacemos? ¿Cómo podemos reconducir la situación, cómo podemos amar, follar y vivir mejor?
Qué pregunta tan difícil, básicamente porque yo no tengo las respuestas. Además, eso de “vivir mejor” exactamente no sé qué significa. ¿Mejor según quién?, ¿mejor para qué? ¿Para ser quiénes? El tema para mí no es exactamente vender una sexualidad ideal en la que vas a gozar como nunca has gozado. No. Se trata de que cada uno pueda preguntarse a sí mismo cosas como ¿en qué creo? ¿cuáles son mis creencias? ¿las he escogido yo? Y de esas creencias, ¿cuales están relacionadas con mi sexualidad?, ¿con el amor de pareja? ¿Me van bien? ¿Cómo afectó mi educación o falta de educación sexual y amorosa a mis creencias presentes? ¿Me molestan, me hacen disfrutar? ¿De todas las experiencias amorosas y eróticas que he tenido, hay alguna que me de asco o me haga sentir rechazo? ¿Qué me gusta a mí cuando tengo relaciones sexuales? ¿Soy distinto con cada persona? Y un largo etcétera.

Lo primerísimo es tener un diálogo de autocrítica con uno mismo. Cada uno se contesta una cosa distinta, no hay una respuesta para todos, aunque ansiemos que la haya.

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Sigue a la autora en @anairissimon.