Curacrudas: Pancita y mole de olla de La Caldería

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Curacrudas: Pancita y mole de olla de La Caldería

Pocas cosas en la vida te reviven tanto como un caldo calientito. Y en la peor de las crudas, nadie le dice que no a este apapacho líquido.
FT
fotografías de Fernando Tovar

A unos pasos del tianguis de la Merced, en el centro de la capital mexicana, Isis Iturriaga lo sabe mejor que nadie y, como parte de su proyecto colaborativo Sanadoras, creó La Caldería, un lugar para "regresar a casa" y, en más de un sentido, a la vida.

Sea lo que sea que te lleve hasta el antiguo edificio que aloja al restaurante, y a otros miniproductores independientes, —entre los que se cuentan artistas plásticos, terapeutas con distintas especialidades, chocolateros, barberos y cocineras de barrio— lo que siempre encontrarás en los locales y el patio central del número 333, de la calle Fray Servando Teresa de Mier, en la colonia Esperanza, es buena vibra y muchas razones para volver.

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Desde que Isis vio por primera vez el edificio, supo que era ideal para Sanadoras. Todas las fotos son de Fernando Tovar.

Si se te pasó la mano con los tragos, en La Caldería encontrarás el remedio ideal. Desde hace casi dos años, tienen siempre seis caldos (que sirven en cazuelitas de barro): mole de olla, puchero (un cocido de res típico del centro de México), caldo tlalpeño (de pollo), caldo grosero (llamado así por la gran cantidad de comida por porción), pancita (mondongo o menudo) y de hongos (la opción vegana).

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La salsa picante verde combina bien con el mole de olla, puchero, el caldo de hongos o el tlalpeño.

De todos hay versión chica (que para nada es chica) y grande (destinada para estómagos o resacas verdaderamente sin fin) porque, tienes que saberlo, acá el tamaño SÍ importa.

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El caldo grosero lleva verdura, arroz y carne en trozos grandes.

Mole de olla.

Por si la carta fija no fuera suficiente, los cestos al centro de las mesitas te sorprenderán con tortillas de mano, y de maíz nixtamalizado, recién hechas. Según Isis, ahí radica gran parte del ritual de comer caldo: en que cada detalle te haga recordar el alivio de sentarte frente a un plato hecho por tu mamá o tu abuelita.

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Tortillas recién hechas.

En caso de que sobrevivas a cualquiera de las deliciosas y económicas porciones de La Caldería, no te vayas sin probar su tepache blanco hecho en casa y su café de olla especiado, ideal para el "bajón".

Haz acopio de todas las fuerzas que queden en ese deshidratado, pero bien feliz cuerpo, y acude a recibir el auxilio en forma de deliciosos caldos.