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Los errores militares que llevaron a la ejecución de Palmarito

Un antiguo miembro de la Armada de México nos explica los errores que llevaron a las tres muertes ocurridas en Palmarito, Puebla.

Ya hacía tiempo que el problema de los huachicoleros existía. Como muchos problemas en México, no había sido atendido. Después de los enfrentamientos a principios de mayo en la comunidad de Palmarito, Puebla, el gobierno respondió con la misma fórmula: enviar fuerzas federales.

El día de ayer se dieron a conocer videos en los cuales se observa con claridad que un elemento del Ejército Mexicano ejecuta a un detenido con un tiro en la cabeza. Con justa razón, las críticas dirigidas a estos efectivos de las Fuerzas Armadas y su actuación, (la cual, en este caso, es indefendible) no se han hecho esperar. La confianza, ese preciado tesoro despilfarrado en esta administración, nuevamente se va a la baja.

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Sin embargo, hay una característica en todas estas observaciones: se concentran solamente en la ejecución y no hablan de los otros dos decesos que hay en el video. Esas otras dos muertes son las de un soldado y un delincuente y, quizá, por eso "dejan" de ser importantes en los comentarios e indignaciones.

Estas muertes, ¿podrían haberse evitado? Definitivamente sí. En el video se registran dos grandes errores de los efectivos involucrados: ningún efectivo catea al detenido que después asesina a un soldado; y se aprecia que no existe perímetro de seguridad en la operación. Señalo los detalles del video: en el minuto 1:51, en el ángulo inferior derecho de la Cámara 2, aseguran a un detenido, es sometido y pateado. Mínimamente tres soldados están junto al él. Ninguno lo catea para verificar que no porte armas de ningún tipo. En el minuto 2:10 se empiezan a replegar las fuerzas hacia el final de calle. Para el minuto 2:11, el detenido que ya había sido asegurado, saca una pistola accionándola contra los soldados. Hacia el ángulo inferior izquierdo se ve como cae un efectivo alcanzado por la espalda y la camioneta pick up blanca lo toca con la llanta derecha. De manera inmediata los otros soldados responden el fuego y neutralizan al atacante.

Esas dos muertes —la del soldado y la de su asesino— podrían haberse evitado si se hubiera cateado al detenido, lo que debería ser parte rutinaria de cualquier detención. Después viene la tercera muerte, la que hace revuelo.

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En el minuto 4:30 una camioneta se acerca. Al no existir perímetro de seguridad, se aproxima peligrosamente a donde ocurrió la refriega. Presumiblemente, al no saber si en el vehículo viajaban delincuentes que buscaban respaldar a los que habían estado en la refriega, los soldados abren fuego. Después de disparar, se aproximan y hacen descender a los tres ocupantes. Uno, herido, es arrastrado varios metros y, después, es ejecutado mediante un disparo a la cabeza. Esa muerte tampoco debió ocurrir, pues el sujeto estaba sometido y desarmado; pero incluso el herirlo habría sido evitado si hubiera existido perímetro de seguridad en el cual, por haber sido el primer evento un acto en flagrancia, sí le estaría permitido a los soldados prohibir el paso de otros vehículos hasta que se hubiera controlado la situación.

No existieron cateo ni perímetro de seguridad. El resultado son tres muertes innecesarias: un soldado, un delincuente y un civil que, al parecer, sólo pasaba por ahí.

Ante esto muchos dirán que entonces el error está en el entrenamiento. En este caso, sí, pero hay algo más de fondo. ¿Por qué los efectivos recurrieron a esta terrible práctica? ¿alguien se ha preguntado si hay alguna razón que, si no justifique lo ocurrido, lo explique? Sí la hay.

La debilidad y corrupción del sistema de justicia en México permite que muchos detenidos salgan libres y vayan en busca de los militares que fungieron como agentes aprehensores ante los MP, amenazándolos, a ellos o sus familias. Ante la indefensión que esto significa (que te maten a ti o a tu familia), ¿qué es mejor? ¿capturarlo vivo, presentarlo, que salga en un tiempo y amenace a tu familia o, matarlo y que tu familia esté a salvo? Difícil y terrorífico, pero cierto.

Ante estas circunstancias, ¿qué ocurre? El delincuente ya sabe que sus probabilidades de morir son altas (ya sea en un enfrentamiento o en una ejecución posterior al enfrentamiento), ¿tendrá caso entregarse? No, en realidad no, mejor "me llevo a uno conmigo".

El caso, por donde se vea, es terrible. Lo relevante es que en estas tres muertes están representadas las tres entidades que protagonizan y viven la terrible inseguridad que vivimos en México: un agente del Estado, un delincuente y un civil de a pie. Este último, el que menos "la debía" es por el que la Secretaría de la Defensa Nacional debe pronunciarse en un esfuerzo legítimo y necesario para recuperar la confianza de los ciudadanos.

Enoja que, por falta de preparación, tres personas hayan fallecido, pero no debemos de perder de vista que una pieza clave para entender esta escena es el contexto de impunidad que hay en nuestro país. Esperemos que este caso abone a revertir ese contexto, y no sea uno más que engorde la cuenta de impunidad.

Alejandro Juárez Ascencio se desempeñó como Teniente Corbeta del Servicio de Administración e Intendencia Naval Licenciado en Comunicaciones Gráficas en la Armada de México de 2007 a 2015. Los comentarios de este artículo son a título personal y no representan la postura de la SEMAR.