Los orígenes de Julio Jones
James Lang-USA TODAY Sports

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Los orígenes de Julio Jones

Julio Jones fue una leyenda en Alabama, Tuscaloosa, y ahora tiene la oportunidad de repetir su hazaña en Houston.

Una semana después de que Julio Jones, quizá el mejor receptor abierto del momento e indudablemente el jugador más habilidoso que veremos sobre el campo el próximo domingo, diera su voto de confianza a la Universidad de Alabama para jugar futbol americano, el jugador #11 de Atlanta se encontraba disputando un partido de postemporada con el equipo de basquetbol de su preparatoria.

Los Lions de Foley High School se habían dado cita en Mobile para enfrentar a los Rattlers de LeFlore High School. Además de ser el jugador de futbol americano más famoso salido de Foley desde Ken Stabler, y campeón estatal en atletismo, Jones también sabía recuperar rebotes y hacer tapones sobre la duela. Su talento era bien conocido en Alabama: estatura, velocidad, fuerza, visión, y paciencia para hacernos creer que sus hazañas atléticas más sorprendentes sucedían en cámara lenta.

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Pero Foley era una escuela especializada en futbol americano, y fueron apaleados en la duela de basquetbol por LeFlore —particularmente por un jugador de los Rattlers de nombre DeMarcus Cousins—. Sin embargo, Jones no se vio superado. Aún queda la duda en torno a si Cousins estaba parado bajo la canasta cuando recibió la clavada. Escuché varias versiones, pero los testigos concuerdan que durante el primer cuarto, Jones tomó un rebote en el aire y clavó el balón de manera grosera, lo cual puso de pie a los fans contrarios y les sacó una lluvia de aplausos.

Lo importante aquí no es si Julio Jones clavó o no el balón sobre DeMarcus Cousins. El punto es que nadie se habría sorprendido. Steve Clark, entrenador de Jones en la liga juvenil de futbol americano, estuvo presente aquel día y recuerda a Jones elevarse muy cerca de la línea de tiro libre. "Todo el gimnasio enloqueció", dice. "Descontrol total. La gente esperaba algo así de DeMarcus, el encargado de mover los hilos en Mobile, pero Julio Jones le clavó el balón en su cara".

El linebacker de los Packers, Jake Ryan, contempla a Julio Jones desde una distancia segura. Foto Brett Davis-USA TODAY Sports.

Clark Stewart, quien se encontraba narrando el partido por la radio en Foley, no recuerda si Cousins estaba tirado en el piso. Pero la clavada fue un momento especial, comentó. "Tuvieron que detener el juego unos tres minutos para que el público se calmara. Estaban demasiado agitados por la clavada de Julio".

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Foley perdió aquel partido contra LeFLore, pero Jones ya había dejado su marca; es lo que siempre parece hacer en sus compromisos importantes. Unos cuantos meses atrás, en un partido de futbol americano televisado por ESPN ante la escuela rival Daphne High School, Jones había tenido problemas para atrapar dos pases de anotación, incluyendo una recepción fenomenal con dos marcaciones encima, por una lesión de tobillo.

La gente que conocía a Julio Jones mucho antes de hacerse llamar Julio tiene la plena confianza que el receptor abierto de los Falcons de Atlanta hará lo mismo en el Super Bowl. Estará al nivel requerido, igual que lo hizo contra Daphne, Cousins y LeFlore. Es simple, dice Clark, "los jugadores fenomenales hacen jugadas fenomenales en partidos fenomenales".

Cuando tienes la oportunidad de conversar con todas las personas que lo vieron crecer, obtienes la sensación de que Julio Jones nació siendo un fenómeno del deporte —cuentan que humillaba a sus compañeros de Foley en cualquier deporte y el día que fuera—. Fue una estrella en todo: basquetbol, futbol americano, atletismo, y beisbol. Clark, su entrenador de la infancia, recuerda que hubo partidos en los que Jones ni siquiera se ensució el uniforme porque nadie lo podía derribar.

"Cuando Julio Jones tenía 11 años llegué a pensar que podía ser titular en Foley", dice Clark. "Era un niño muy talentoso, con velocidad, balance y poder".

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"Siempre fue un buen atleta de joven", recuerda su madre, Queen. "Julio tenía cinco años y se encontraba jugando con mi hijo mayor en el jardín. Me dijo, 'cuando crezca me vas a meter a la liga de la ciudad. Jugaré futbol americano profesional'. Le respondí, '¿De verdad? Te voy a inscribir. Y así fue como empezó y se ganó todos los premios'".

En ese entonces, Julio seguía usando su nombre de pila, Quintorris Lopez Jones, y nació en Foley en 1989. Quintorris es el latinismo de "gladiador", pero no es por esto que Queen lo escogió. "La razón de su nombre es que me habían dicho que esperaba una niña", confesó vía telefónica desde su casa en Foley. "Pero no lo fue, y como mi nombre es Queen le puse Quintorris".

Su madre encontró el nombre en un libro para bebés. No había mayor explicación. Simplemente le agradó su sonido y la forma en que se escribía. Pero por alguna razón no encajaba con su hijo. Él era un atleta talentoso, y desde niño fue rudo y resuelto, pero tampoco era exactamente un gladiador en su conducta cotidiana. En realidad todo lo contrario. Era tímido, silencioso, y hacía todo lo que su madre le ordenaba. "Julio nunca me dio problemas", comenta su madre.

Cuando tenía 12 años, Jones estaba jugando en la calle con su primo cuando Queen decidió que no le diría Quintorris nunca más. Le llamaría Julio. ¿Por qué Julio? Se rumora que cuando Jones estaba en la Universidad de Alabama, su madre lo apodó así como honor por la muerte de un amigo fallecido. Pero no fue así. De hecho, no hay explicación.

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"No fue una ocurrencia", dijo Queen. Pero Quintorris, ahora Julio, estuvo de acuerdo con el nombre porque iba de la mano con quien era.

Su padre desapareció cuando Julio y su hermano Philip eran tan sólo unos niños. Queen tuvo que trabajar horas extra en un restaurante de comida rápida para alimentar a sus hijos. Fue muy estricta con Julio.

"Fue una mujer muy buena", dice Todd Watson, el entrenador de Julio en la preparatoria. "Una mujer trabajadora. Me atrevo a decir que fue gracias a ella que Julio adquirió su ética de trabajo. Ella estaba dispuesta a hacer todo para darle una mejor vida".

La ética de trabajo desapercibida de Jones encajaba perfectamente con la ciudad en la que creció. Foley, Alabama, está localizada entre Mobile y Pensacola, Florida. Es una ciudad de bajo perfil con cerca de 15 mil habitantes, donde la principal atracción turística es el Foley Railroad Museum.

"Sigue siendo un lugar muy tranquilo", comenta Clark Stewart, el encargado de narrar los partidos de futbol americano y basquetbol de Jones para la estación local de radio, WHEP. Cuando Stabler jugaba para Foley High School a principios de los 60, el padre de Stewart fue quien narró los encuentros. "Es algo especial", dice Clark. "Medio siglo después tuvimos a Julio".

En su primer año de preparatoria, Jones jugó como corredor en un parado ofensivo Wing-T. Cuando Watson llegó y realizó cambios, Jones se pasó a receptor. Se dio cuenta que tenía facilidad para encontrar espacios en el campo. Su altura le permitía saltar y atrapar balones que otros jugadores no alcanzaban. Y su fortaleza le ayudaba a quitarse los embates.

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"Me enojo cuando alguien me derriba", confesó Jones en 2009. "Soy muy exigente conmigo mismo. Creo que lo aprendí cuando jugué como corredor. También fui esquinero y safety. No tengo miedo de golpear a nadie".

Al igual que Stabler, quien era buscado por los mejores programas de futbol americano universitario (al igual que equipos profesionales de beisbol), Jones era un jugador prospecto que no podían dejar escapar. De acuerdo a ESPN, Jones fue el mejor receptor abierto de los Estados Unidos, y también estudiaba en la Universidad de Alabama como Stabler. Pero a diferencia de éste, Jones no tenía la costumbre de emborracharse un día antes de sus partidos o patear los focos de las patrullas.

"No tenías que ser un genio para darte cuenta que tenía un físico impresionante", opina Watson, su entrenador de la prepa. "Cuando te dabas cuenta que de verdad tenías un jugador especial era al momento de verlo trabajar en el gimnasio. Amaba hacer ejercicio".

A veces tenemos la impresión que Julio Jones fue creado en un laboratorio. Foto por Derick E. Hingle-USA TODAY Sports

Jones siempre ha tenido las herramientas físicas que su posición como receptor en la NFL le exige, pero también las fortalezas mentales y emocionales que le permiten aprovechar al máximo su talento. A veces tenemos la sensación que Jones es una creación de algún laboratorio secreto. En una entrevista con Max Preps, cuando aún estudiaba la preparatoria, Jones dijo, "no tengo metas. Sólo compito contra mí mismo e intento mejorar".

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Incluso en la actualidad, Jones lleva una vida sencilla. Va al trabajo, regresa a casa, y se pone a jugar videojuegos, dice su madre. No se divierte tanto con sus compañeros. No le interesa mucho salir. Watson recuerda que algunos reclutas de universidades vieron a Jones como una persona presumida y arrogante porque hablaba muy poco, pero no era el caso. Todo se lo guardaba.

"Es un chico callado hasta que te conoce un poco más y te integras a su círculo de personas", dijo Watson. "Una vez que estás dentro, descubres que tiene un gran sentido del humor, es muy gracioso, y se preocupa por sus compañeros y su éxito".

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En la baja de temporada, Jones regresa a Foley para visitar a la familia. Es la misma persona, comenta su madre. Por su parte, Queen sigue yendo a los partidos de futbol americano de Foley High. Cuida su jardín y lleva una vida tranquila. Cuando los Falcons juegan en casa, conduce cinco horas y media para llegar a Atlanta y se queda a dormir en el condominio de Jones. Ama a los Falcons, dice que allá no son presumidos, y le encanta que su hijo juegue tan cerca de su hogar.

"Es una bendición. Está muy cerca de mí. No tengo que cruzar todo el país para verlo. Pero si tuviese que hacerlo lo haría. Siempre estaré ahí cuando me necesite", dice su madre.

Queen estará en Houston el domingo por la tarde y cree, como todos en Foley, que su hijo es un jugador que da la cara en los momentos más difíciles. Lo ha visto de cerca: desde que Julio tenía cinco años y le dijo que quería ser jugador profesional hasta llegar a Alabama y la NFL. Lo sabe porque ella fue quien lo puso en este camino.

"Siempre y cuando siga haciendo lo que le digo, tener a Dios presente ante todo, estará bien", concluye. "Vamos por ese anillo. Lo vamos a obtener. Lo presiento".

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