FYI.

This story is over 5 years old.

FIGHTLAND

Las boxeadoras que pelearon por su derecho a ser profesionales

Hace menos de cuarenta años, las mujeres no podían competir en el boxeo profesional en los Estados Unidos. En los años 70, sin embargo, un grupo de boxeadoras se unieron para cambiarlo.

Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:

En octubre de 1974, en la Comisión de Atletismo del Estado de Nueva York, Marian 'Tyger' Trimiar y Jackie Tonawanda aplicaron para obtener una licencia profesional. Las mujeres supuestamente fueron recibidas con risas mientras pasaban por un proceso que para los hombres era puramente rutinario.

A pesar de los comentarios sarcásticos de algunos hombres en la audiencia, Tyger y Jackie estaban emocionadas. Al ser las únicas chicas que recibieron sus solicitudes, dijeron elocuentemente: "Aquí es donde empezamos".

Publicidad

Más lucha: Hablamos con el actor de Harry Potter que cambió la magia por las artes marciales

No fue, sin embargo, un camino fácil para Jackie, Tyger o cualquier otra mujer que quisiera convertirse en profesional en los setenta. La Comisión de Atletismo del Estado de Nevada les negó la solicitud a ambas citando la Regla 205.15 que decía: "Ninguna mujer podrá tener una licencia como boxeadora o licencia para competir en ninguna exhibición de lucha con hombres".

El presidente de la Comisión, Edwin Dooley, admitió que creía que otorgarle licencia a una mujer "degradaría la imagen del deporte como forma varonil de defensa personal".

Esta es la historia de cómo Jackie y Tyger pelearon por sus licencias contra el sexismo institucional, la oposición de la sociedad estadounidense más conservadora… y también contra el racismo.

Cuando al principio se les denegó la licencia, la Comisión de Atletismo del Estado de Nueva York declaró que la batalla había terminado, pero Jackie no se dio por vencida: solicitó la intervención y ayuda de la Comisión de Derechos Humanos de Nueva York, quejándose de que si no recibía la licencia profesional, la junta le estaba quitando la posibilidad de ganarse la vida.

Las palabras de Dooley fueron parte de la demanda que Jackie Tonowanda llevó a la corte: el mandatario declaró que "darle licencia a las mujeres destruiría la imagen que atrae a los aficionados del boxeo y desprestigiaría el boxeo profesional". Dooley también dijo que la responsabilidad de la Comisión era proteger a los luchadores y el equipo disponible para las mujeres boxeadoras sería "insuficiente para protegerlas".

Publicidad

Escondiéndose detrás de este argumento de seguridad y preocupación por el bienestar de las boxeadoras, la comisión negó la licencia de nuevo a las boxeadoras. Las dos partes litigaron durante años.

Paul Muitrano, el famoso promotor de boxeo que comenzó la carrera de Rocky Marciano, pensaba en cambio que la presencia de mujeres en las carteleras aumentaría el público interesado en el boxeo… pero no todos estaban de acuerdo con él.

A partir de la popularidad de Tyger Trimiar y otras boxeadoras, emergieron dos posiciones con respecto al boxeo femenino: un grupo se alegró por las nuevas oportunidades para las mujeres, mientras que el otro se dedicó a denigrar a las pugilistas que se atrevían a meterse en un bastión dominado por los hombres.

El segundo grupo culpó al movimiento de liberación femenina; muchos periodistas enfatizaron su disgusto por las feministas y las boxeadoras. Nick Thimmesh escribió en el The Chicago Tribune que sentía que el boxeo femenino era "horrible", un producto del mismo movimiento feminista que promovía los derechos de los homosexuales y el aborto. Thimmesh incluso describió a la gente de ambos sexos que asistían a las peleas entre mujeres como "tontos".

Las mujeres que buscaban licencias de boxeo, sin embargo, no se detuvieron en la persecución de su derecho a competir. Aunque a mediados de los setenta, algunos estados como Maine y Connecticut comenzaron a otorgar licencias de boxeo a mujeres, Nueva York se oponía a hacerlo.

Publicidad

En 1977, trece estados de los EEUU permitían que las mujeres boxearan, aunque California y Nevada lo hicieron con algunas restricciones: las peleas femeninas se limitaban a cuatro rounds de dos minutos, y las luchadoras no solo debían someterse a rigurosas evaluaciones físicas y de salud, sino que también debían firmar un contrato según el cual no estaban embarazadas o menstruando en el momento de la pelea.

Después de que a Tyger Trimiar, Jackie Tonawanda y Claire Piniazik se les negara la licencia, la luchadora Cathy 'Cat' Davis concentró sus esfuerzos en levantar la prohibición para las boxeadoras. El camino no fue sencillo.

Cat Davis era una boxeadora de peso ligero de 25 años, con catorce victorias y una derrota como récord. Vivía con su representante Sal Algieri, exboxeador con mala reputación, y en 1977 empezaron a trabajar para crear una federación de boxeo femenino.

Aunque la federación no se formó, la carrera de Cat despegó: apareció en la portada de la revista The Ring en 1978 bajo el titular, "¿El boxeo femenino ha nacido para quedarse?".

Cat fue la primera y única mujer en la portada de una revista deportiva hasta que Christy Martin apareció en Sports Ilustrated en 1996. La agresiva búsqueda de licencias profesionales de Cat ayudó a Jackie y Tyger en sus batallas, pero no había mucho apoyo entre ellas. Cat era rubia, delgada y encajaba en el estereotipo de chica bonita; atraía más atención que Jackie y Tyger, ambas afroamericanas.

Publicidad

En 1978, después de muchas demandas, la Comisión de Nueva York al fin acordó otorgar licencias profesionales a las boxeadoras. El movimiento histórico fue opacado por el drama entre las que recibieron la licencia: cuando la Comisión entregó la primera licencia, fue Cat quien la recibió, no Tyger o Jackie, a pesar de que las segundas habían luchado por su derecho años antes que Davis.

Esto dio pie a una disputa entre ellas, especialmente con Tyger, que retó a Cat a una pelea en la oficina de la Comisión el día que se otorgaron las licencias. Cat respondió, "¡Primero tendrás que aprender a boxear!", y casi se desata una pelea ahí mismo. Aunque algunos sintieron que la disputa fue una jugada para aumentar la atención del público, los representantes de ambas boxeadoras declararon que era real.

Es fácil entender el disgusto entre Cat y Tyger. A Cat se la describía como hermosa y graciosa, mientras que Tyger y Jackie eran consideradas como amazonas. En un artículo, el escritor Prentis Rogers describió a Cat como la "gran esperanza blanca" y de nuevo la compara con Tyger, amazona y afroamericana.

Rogers aseguró que, en la época de Muhammad Ali, la única oportunidad de que un boxeador blanco cumpliera las expectativas y dominara a los combatientes negros era en el boxeo femenino. Rogers también alabó la apariencia de Cat: "Al pensar en una boxeadora, pienso en mujeres marimachos llenas de músculos. Pero Davis no es así. Ella parece más una bailarina de ballet que una mujer cuya derecha puede dejar KO a quince oponentes".

El color de la piel fue un gran problema deportivo en los Estados Unidos durante los años 70. El movimiento a favor de los Derechos Humanos de los 50 y 60 —sin duda el movimiento social más grande del país durante el siglo XX— tuvo su reverberación en el mundo de los deportes a través de varios canales… aunque la oposición siempre fue dura.

Muchos estados, de hecho, prohibían peleas entre distintas etnias: debido a esto, algunos eventos de boxeo y lucha presentaban solo a luchadores blancos, o solo hispanos, o solo afroamericanos. Fue necesaria una larga lucha para normalizar los combates de todo tipo sin argumentos raciales.

No es seguro que Cat Davis recibiera la primera licencia profesional en Nueva York debido al color de su piel, pero no cabe duda de que sus esfuerzos ayudaron a que las Comisiones se mostraran a favor del boxeo femenino: fueron Tyger y Jackie, sin embargo, quienes defendieron agresivamente su amor por el pugilismo y convirtieron su pasión en profesión.

Sigue a la autora en Twitter: @Dr_LA_Jennings