Con la técnica: DMOE
Mauricio Atencia

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Música

Con la técnica: DMOE

En Medallo visitamos a DMOE para inaugurar nuestra nueva serie, donde el selector nos habló de sus técnicas y bagaje musical.

*Con la técnica es una nueva serie en la que artistas nacionales nos revelan cuáles han sido las herramientas que los han acompañado en su proceso como DJs y productores, en una oportunidad única para descubrir métodos y procesos que a veces son olvidados y vale la pena tener presente.

Foto por: Mauricio Atencia.

En Medellín, entre el eje de Córdoba y Girardot, acudimos al recinto de un artista que desde la década de los noventa ha estado batallando la escena hip hop, inyectándole a la ciudad conocimiento y carisma con su bagaje musical. Melómano, coleccionista de vinilos, DJ, tornamesista y beatmaker, son las palabras claves que podrían definir a Jhon Jairo Marulanda, y lo han caracterizado al momento de desarrollar proyectos como DMOE y BEATZ EN CASA, programa donde invita a diferentes personajes para compartir su conocimiento con el público vía streaming. Acreedor de varios torneos de tornamesismo, Jhon ha sabido cómo ganarse un espacio y respeto dentro de la cultura hip hop y de géneros como la salsa, funk y jazz. Esto gracias a los sonidos y estructuras musicales complejas que ha ido descubriendo y compartiendo con su público.

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Para él, tanto como DJ y tornamesista, es importante que el selector esté moviendo el pitch. "Si el DJ está mezclando, está mezclando. Que se vea que está moviendo el pitch, que se vea que se está esforzando por mezclar una canción", nos cuenta, y agrega que como coleccionista de vinilos, la gente debe tener dentro de su estantería The Dark Side Of The Moon, disco emblemático de Pink Floyd.

En una extensa charla, conocimos todo el proceso de exploración y crecimiento, y las técnicas que han marcado el camino de DMOE.

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¿Cómo inicia DMOE su búsqueda dentro de la música?

La historia es larga. Hablando del formato, todo viene por parte de mis padres pues solo manejaban vinilos y casetes. Ellos escuchaban música tropical, balada y tango. Eran muy melómanos. El vinilo siempre me llamó la atención, pero mis primeras colecciones fueron de casetes, luego CDs. Ya hasta el 2004 tuve mi primer chance de armar una colección de discos de vinilo.

Por ese tiempo también empecé a bailar breakdance, porque para mí los cuatro elementos del hip hop son importantes: MC, DJ, breakdance y graffiti. Obviamente uno se debe enfocar en una cosa, pero es muy importante comprender la dinámica de cada elemento. En 2014 dejé de hacer mis letras de rap, dejé de bailar por algunos accidentes que tuve, y por ende quedé entre el graffiti y el DJ. Actualmente, me desempeño como DJ y también estoy cumpliendo mi rol como beatmaker. Como DJ, inicié con una colección muy amplia y rica en varios géneros. En los noventa era muy radical con la música. Solo hip hop y nada más. Obviamente había otras cosas como la balada o la salsa, que siempre estaban presentes por el tema de mis padres, pero el gusto como tal era el hip hop. Cuando empecé a bailar breakdance, tuve la oportunidad de bailar con B-boy Julio, una persona que respeto mucho y aún sigue activo.

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¿De Medellín?

Sí, es un duro. Cuando empecé a bailar breakdance, Julio me decía: "Vamos empezar a bailar break con salsa". Eso me cambió el chip, porque en los videos solo observaba a la gente bailando hip hop y funk, pero no salsa porque el ritmo no es tan marcado. Él me enseñó todo y desde ahí, esa influencia del latin funk con toques soul me hicieron conocer otros grupos. Nosotros estamos acostumbrados a escuchar a Héctor Lavoe, Ismael Rivera, Willie Colón, pero hay otros artistas como Mongo Santamaría, Ray Barretto, Pucho and His Latin Soul Brothers, entre otros, que experimentaron y fusionaron varios estilos.

Por allá en el 2007 ya tenía mi colección de hip hop, salsa, jazz y funk. Entre 2006 y 2007 tuve la oportunidad de conocer un parche que se llamaba Disco Cocinados. Sano, uno de los miembros del colectivo que conocí antes de ser DJ, es alguien a quien le agradezco mucho, porque me ayudó en una época en la que estuve en una crisis y recibí todo su apoyo. Él me empezó a rotar algunos videos en VHS de competencia de DMC. Ese era mi YouTube. Así aprendí muchas cosas y conocí todo el proyecto de Discos Cocinados. Me presentó a los otros colegas: QK, Lo Frecuency, Panda, Cohete, Rudolf y MK. El hecho de haber estado en el colectivo fue una locura, porque me acerqué a la música electrónica, al house, drum 'n' bass, electro y techno. Yo era quien tocaba funk, hip hop y salsa.

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Con el tiempo comencé a hacer mis propias bases instrumentales. Me centraba mucho en la investigación de la música, en escuchar discos para samplear y generar rutinas de tornamesismo. Esto me llevó a participar y a ganar una competencia de tornamesismo que hicieron en Bogotá el 24 de agosto de 2007. Empecé a competir y todo fue tan bien que la gente quedó en shock al ver cómo conectaba la salsa y el hip hop. La gente estaba acostumbrada a ver rutinas con hip hop y funk, pero al sentir el primer golpe de "Siembra", la canción de Willie Colón y Rubén Blades, todo el mundo quedó como: "Marica, este man qué. O sea, ¿salsa en una rutina de tornamesismo?". Fue interesante. En ese momento todos decían: "El paisa la rompió, la rompió…". Culminé mi rutina y hubo un desempate con otro loco a punta de scratch, y le gané. Luego de ganar otras competencias, decidí alejarme y empezar nuevas cosas.

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Cuando hablabas de ser radical a la hora de escuchar hip hop, ¿también es una forma de no quedarse siempre en un género sino mirar qué puede ir llegando para cambiar los ritmos?

Claro. Por ejemplo, si uno se pone analizar productores grandes, ellos tienen un bagaje y una exploración en una infinidad de géneros. Si usted se queda en una sola cosa, eso puede ser bueno, pero va a llegar un momento en que ese sonido que está generando se va a quedar estancado en el mercado de la música, entonces se necesita un cambio de combustible sonoro para que el asunto funcione. Siempre he pensado que con el tiempo, la música ha perdido muchos ingredientes importantes. Musicalmente, algunas cosas se vuelven muy vacías en la composición y eso hace que se pierda el interés en escuchar a algunos productores de esta era. En los noventa, escuchábamos grupos como The Roots o A Tribe Called Quest. Por ejemplo, ATCQ era un proyecto basado en samples que tomaba fragmentos de jazz, soul y funk, muy ricos y pegajosos para el oído de cualquier persona. Cuando escuchas a The Roots, su música y formato banda te incita a bailar o a sentarte a disfrutar todo con una buena compañía y unas buenas polas.

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¿Se podría decir que la gente ahora solo quiere sacar música por sacar, en vez de tomarse el tiempo de analizar cada sonido y que al final genere ese mismo feeling que ellos sienten para perdurar con el pasar del tiempo?

El asunto es que muchos productores se adaptan a lo que está sonando en el momento, pero poco investigan sobre las raíces para comprender la dinámica de lo que están escuchando. Ahora es un poco difícil reconocer los estilos de cada productor, porque personalmente me parece que casi todo suena igual. Ese es el rollo, uno no alcanza a diferenciar quién es quién. Pero hay uno que otro que sí se destaca, por ser un poco más curioso o porque le gusta explorar. En la música todo es de experimentar. Si te vas a adaptar a un estilo de música comercial, debes tratar que eso que estás haciendo genere al receptor comentarios como: "Carajo, ¡qué chimba suena esto!".

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Cuando pasaste del casete al vinilo, ¿qué pasó con esa vieja colección?, ¿a dónde fue a parar todo ese material?

Desafortunadamente somos un país que no tiene memoria y se despega de la historia. Todos esos casetes que tenía en mi casa se fueron perdiendo cuando pasé al disco compacto. La gente llegaba y me decía: "Hey parce, prestame ese casete". Así se empezaron a embolatar. Me duele porque había algunos casetes importantes que eran un referente en la historia del hip hop local. Siento que es importante conservar la historia de la música local. En el hip hop de acá, muchas personas se han desprendido de su historia. Desafortunadamente les interesa conocer más los orígenes de afuera.

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Con el tema de la memoria, llevamos más de 30 años –desde que entró el hip hop a Medellín– y esta es la hora que no hay un documental o un libro con información relevante que hable exactamente de esa historia. Ahora, la gran mayoría de pelados nuevos solo se interesan en conocer la banda de hip hop del momento. Es muy triste mencionar gente que le ha aportado al movimiento muchas cosas y que los chicos no sepan de quién se trata. Pero si les preguntas por gente de Venezuela, Chile, España o Estados Unidos, ahí sí tendrían algo para decir sobre el origen o la historia de un artista o una escena musical. Realmente, lo que sucede aquí es que nos mantenemos pegados del culo de la historia de afuera; lo local y nacional, poco importa.

¿Por qué crees que la gente se preocupa más por conocer lo de afuera que lo propio?

No sé qué decirte. A mí me sucedió algo similar: empecé escuchando más hip hop norteamericano que local, aunque crecí escuchando sonidos locales, por las emisoras y programas de gente como Rulaz Plazco, El Gringo de Black Heart y el Santos de La Clika. Estos manes ponían música norteamericana y de una le inyectaban a uno ese rollo de la música local. Creo que esa es una tarea que cada DJ, productor y artista local debe hacer. Qué chimba sería que los DJs o selectores se interesen en hacer podcasts donde incluyan más la música local, porque la gente se va a preguntar por los nombres de esos artistas, y cuando investiguen van a escuchar otras cosas y, ese mismo artista o banda los puede llevar a conocer otro talento, y así sucesivamente.

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A vos te tocó el boom de la piratería en los noventa. ¿Cómo funcionaba ese negocio en Medellín?

En ese tiempo había unos cuantos sujetos que tenían familiares en Estados Unidos y Europa, y les llegaba una buena cantidad de casetes originales y CDs. ¿Qué hacían estos manes? Ellos a su propio parche le generaban una copia, esta pasaba de mano en mano hasta que se regaba por toda la ciudad. Para que a uno le prestaran un casete era complicadísimo. Creo que le llegué a costear algunos semestres de la universidad a un parcero para poder obtener esa música. Con el CD, el boom fue más grande. Mucha gente logró tener acceso a esa música gracias a los quemadores. Ese sí fue el tráfico más grande de música en toda la ciudad. En ese entonces algunas tiendas manejaban catálogos piratas. Había lugares en el centro que le decían a uno: "¿Está buscando hip hop? Vea, le tengo esta lista", y te mostraban una carpeta con las carátulas fotocopiadas a color en una calidad regular.

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¿Y debían esperar varios días para recibir los discos?

Sí, era un asunto de esperar. En ese tiempo también había varios lugares, como Sector Subterráneo y Karioka –que aún existe–, y tenían todo a la mano. Eran los únicos dos sitios especializados en hip hop donde llegaban los discos compactos, casetes y vinilos. Todo original. Los discos de vinilo sí eran un asunto más costoso. No cualquiera podía costearlos. Todos los que escuchábamos este género éramos muy jóvenes, así que era una época muy complicada porque estabas en el colegio y solo te daban dinero para los pasajes y comer algo en el descanso. Entonces, el sacrificio era no comprar nada y ahorrar para comprar el disco a los dos o tres meses.

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Actualmente, la industria del vinilo está creciendo, pero desafortunadamente en Latinoamérica no hay dónde prensar vinilos. No todos los artistas independientes de Colombia tienen el capital para mandar a prensar su música en este formato, ya que es muy costoso. El vinilo siempre se ha vendido. Eso es algo que ha estado ahí por muchos años. Era difícil saber dónde conseguirlo, pero desde que descubrí las tiendas o mercados de pulgas, te cuento que esta es la hora que nadie me ha podido sacar de esos lugares. Hasta llaman para fiarme (risas). En Colombia, lo que más se encuentra es balada, salsa, porros y cumbia.

¿Cómo se percibía la llegada de tiendas de discos al país?

Cuando empecé a comprar vinilos, sabía que existían unas dos o tres tiendas especializadas. Por la avenida 33 había una tienda que se llamaba Puzzle. Esa gente tenía desde trip hop, downtempo, house, techno y otras vainas. Ellos traían mucha música europea. Pero con el tiempo se quebró. En esa época el disco compacto tenía opacada la venta de los discos de vinilo, incluso, muchos DJs se estaban pasando a ese nuevo formato digital. Algunos pensaron que el CD iba a acabar con lo análogo, pero primero se acaba el mundo que el vinilo.

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¿Qué representa para usted seleccionar un vinilo, limpiarlo y dejar que la aguja exhiba cada sonido?

Para mí, los discos son algo muy especial, los cuido mucho y siento que son una necesidad, casi como comer. Los necesito para alimentar y satisfacer mis emociones, estimular mi creatividad y llenar de ritmo mi vida. Antes era muy descomplicado. El disco llegaba, lo escuchaba, miraba los créditos, analizaba las carátulas y de una lo guardaba. Con los años he cambiado mucho. Me he vuelto muy estricto en la compra de discos, en la limpieza y en la organización para saber dónde están. En cuestión de aseo les estoy cambiando los plásticos que protegen las carátulas y los mismos discos internamente, y lavando o quitando el polvo que queda en los surcos.

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Sería muy chévere compartir este trabajo en una galería sonora e histórica, para que alguien observe, escuche y valore lo que han hecho varios artistas por la música, e incluso, mi labor.

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¿Cómo ha ido evolucionando su colección?

En este momento podría tener unos ocho mil discos, pero prefiero la calidad que la cantidad. Me llené de discos porque compraba mucho repetido, obviamente para las rutinas de tornamesismo. Así que me dije, "qué tontería tener todo esto y no usarlo". Es mejor que circulen en otras manos y punto. Que si tengo 100 discos en la colección, que de esos 100 sepa qué es lo que hay. En este momento tengo una tienda virtual de vinilos en Facebook que se llama Oro Negro. La monté para institucionalizar este nombre que se le está dando al disco de vinilo. Ahí estoy vendiendo parte de los discos repetidos de mi colección.

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Esta es la primera parte de la entrevista. Estén pendientes a THUMP en los próximos días para la segunda parte de la charla con DMOE.


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