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FICCI

Simón Mesa: una Palma de Oro y cortos de largo circuito

Visitamos al director de 'Leidi', galardonado en Cannes en 2014, a propósito de su más reciente cinta, 'Madre', que se presentó este fin de semana en el FICCI.

En un quinto piso de un edificio construido en los noventa en Medellín, en el barrio Laureles, reside el cineasta Simón Mesa Soto. Al entrar, no pasa inadvertido un comedor en fibra de vidrio de color amarillo, con seis puestos, que combina de manera efectiva con el cartel oficial de la 69ª edición del Festival de Cannes, también con un tono ambarino, colgado en la pared. Hoy no tiene el mostacho con el que lo conoció el director iraní Abbas Kiarostami hace dos años, en los Alpes Marítimos franceses, al recibir de sus manos la Palma de Oro.

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Está vestido de negro, lleva sandalias, no fuma durante toda la entrevista y vive en compañía de dos mujeres —una rubia y una morena que, entretanto, saludan pero no interrumpen—. Frente al comedor se alza un cuadro del jazzero estadounidense John Coltrane, en tonos azules, y en algún lugar está detenido un radio antiguo. Este fin de semana, Madre, su más reciente producción, se presentará en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI).

Cortesía Simón Mesa

Beth, Leidi y Madre: las mujeres de Simón

Beth, la historia de una mujer adulta y solitaria, fue uno de sus primeros documentales. Pero pasó desapercibido. Leidi, en cambio, se llevó toda la atención. Su segundo corto, financiado con un fondo bogotano (la Beca Cinemateca de Creación de Cortometraje Documental IDARTES) y coproducido con el London Film School, donde cursó su Maestría, recibió todos los honores. Este retrato, que fija su acento en la maternidad de una mujer adolescente y en la ausencia del padre de su hijo en El Picacho —cerca al barrio Doce de Octubre, al noroccidente de Medellín—, hizo parte de la Selección Oficial de Cannes en 2014. El resultado lo convirtió en el único colombiano en haber levantado la palma dorada. Simón celebró con traje de gala, embriagado en el mar hasta el amanecer.

Es docente de cátedra de la Universidad de Antioquia, en donde hizo su pregrado, también en la Escuela Nacional de Cine, y brinda asesorías en el Instituto Técnico Metropolitano ITM en donde pronto abrirán un programa en Cine. El año pasado sacó adelante su tercer cortometraje, Madre. La cinta partió de un proyecto cinematográfico sueco, Break the silence, que reunió a cuatro directores del mundo con la estrategia de visibilizar, y de algún modo combatir, la violencia sexual en contra de menores. Esta, una iniciativa de Change Attitude, una fundación global que se define a sí misma como religiosa y políticamente independiente, y que opera según la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de los niños, contó en 2016 con la participación de un director sueco (Dear Kid), una directora iraní que filmó en la USA (What Remains), un director de la India (Miles of Sand) y, finalmente, con un colombiano (Madre).

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Fue fortuito. Si no le hubieran sugerido el tema, Simón seguiría concentrado únicamente en producir su primer trabajo de largo alcance. Su futura ópera prima, el guion de una película que tiene como pretensión exhibir el conflicto entre una madre y su hijo, fue presentado al Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC). Pero no ganó. Simón cree que fue su culpa. De hecho, asegura que se precipitó. Pero de que la película saldrá en algún momento, no tiene duda.

De hecho, a pesar del reconocimiento internacional, se ha presentado al FDC durante cuatro años seguidos y nunca ha ganado. Pero no está en contra. Lo valora e, incluso, respeta sus decisiones. Cree, además, que para ser una entidad que tiene que manejar cierta burocracia —como casi todas— es una que funciona muy bien. Pero sí le parece un desmán que estos estímulos sean convocados una vez al año, pues dificulta y retrasa el proceso de realización en Colombia: "El cine no es una fábrica".

Sigue insistiendo en sacar adelante su película: aplicó a una convocatoria en el Torino Film Lab para hacer parte de un laboratorio de guión y seleccionaron, para esta ocasión, quince proyectos del mundo, entre estos el de Simón. Por eso viajará a Lituania, luego a Francia y después a Italia para asistir en lo corrido del año a consultorías que le permitirán depurar y afinar la que será su primer largo.

Madres en una Colombia sexista

En el cine de Simón la feminidad es ampliamente manifiesta. Y es explorada con hondura. La mujer cobra en su carpintería estética una importancia relevante e ineludible. Él es consciente de esto, pero sabe que es instintivo, nada racional. Creció en un barrio alto de la zona suroccidental de la ciudad, que no es de clase media ni alta y tampoco periferia, y su madre se hizo cargo de sus dos hermanos y de él veinte años atrás —o sea, cuando tenía 10 años—. Una semblanza colombianísima: un ama de casa, fuerte cabeza de familia, la madre del amor tenaz, la del todo por el todo, que terminó siendo predominante en su placer y quehacer creativo.

Él reconoce que creció en una sociedad bastante sexista, muy machista, que todavía lo es y que, aunque trabajaría con personajes masculinos, hasta ahora todo lo que se le ocurre desemboca en las mismas aguas fértiles de la feminidad. "Hay veces que uno llega a feliz puerto", dice. Cuando realizó Madre, por ejemplo, y estaba en el proceso de investigación, encontró una opción desde el punto de vista masculino: un hombre gringo, con cerca de 60 años, "asqueroso", buscando niños prostituidos en una esquina del Parque Berrío de Medellín. La desechó.

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Así, Madre, que no fue un trabajo deliberado y que dejó muchísimas horas de grabación (a diferencia de Leidi, que tuvo un guion bastante estricto que fue seguido al pie de la letra), resultó siendo un relato tan doméstico como sus trabajos anteriores. Aunque, aquí, la cámara cumple funciones de fijación íntima distintas que en Leidi. Puede ser un asunto visual, dice Mesa, y un beneplácito del rodaje no estructurado. El corto hizo parte, nuevamente, de la Selección Oficial de Cannes en 2016 y será estrenado en Colombia como parte de la Competencia Oficial Cortometrajes del FICCI. Ya cuenta con una mención especial del Ekadeshma International Short Film Festival, también con el Premio Coral a mejor corto y mediometraje en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana e hizo parte de la muestra en The Colombian International Film Festival NYC, entre otros.

Tráiler de 'Leidi', ganador de la Palma de Oro en Cannes

La investigación y grabación fue intensa. Para Leidi, Simón asistió a reuniones de un programa de gobierno exitoso en Medellín dirigido a madres de recursos muy escasos que consistía en brindar alimentación y acompañamiento psicosocial a niños entre 0 y 4 años. En estos encuentros conoció a Alejandra, la protagonista de su corto. Para Madre, en cambio, teniendo en cuenta que debía buscar testimonios de niñas menores de edad que habían sido explotadas sexualmente, la distinción de personajes fue más compleja. Se acercó a la Secretaría de Inclusión Social pero los psicólogos, trabajadores sociales y abogados, dejaban el acceso tan limitado que debió tomar otra ruta en esa suerte de laberinto investigativo. Por suerte, aunque lastimoso, en la Institución Educativa Villa Turbay, colegio de La Sierra (Oriente de Medellín), cerca del 60% de las adolescentes accedieron a entrevistarse con él y en su mayoría tenían casos en donde les habían propuesto o sexo por dinero o hacer pornografía frente a webcam. Una dinámica frecuente.

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De allí llegó a dos reflexiones complejas: la primera, sobre las dificultades del cine documental frente a la severa y asfixiante protección que por parte de la institucionalidad existe para estos menores (una paradoja evidente ante la vulnerabilidad creciente y el patente expendio de sexo infantil y juvenil en el Centro de la ciudad). Esa protección excesiva no permite el acceso a temas de investigación que permitirían hablar de esos problemas sin trabas. El segundo es el de encontrar ostensible una creencia: la droga es un monstruo en Medellín que se come todo, hasta a una niña menor de 15 años que vende su cuerpo por conseguirla. Una historia repetidísima. "La sexualidad no importa porque lo que importa es la droga", dice Simón, para quien los recovecos imprevisibles son casi siempre los que componen esa naturaleza cultural, tan arraigada y costumbrista, de su ciudad natal.

Cine paisa más allá de Víctor Gaviria

Víctor Gaviria, director de Rodrigo D. No futuro y de La vendedora de rosas, se convirtió en uno de los pocos referentes del cine independiente paisa. También sembró la leyenda de que los actores naturales permiten un cine realista con absoluto rendimiento. Simón, aunque no niega a Gaviria como un maestro, tiene sus reservas. Por ejemplo, a los presuntos "actores naturales" prefiere llamarlos "no actores" o "actores no profesionales". Pero coincide en que, para el corto documental, nadie mejor que una mujer que esté y viva en condiciones idénticas de la realidad, en este caso, paisa, para interpretar un personaje con esas características (en su caso , la muestra fue Leidi).

En segundo término, para Mesa todo cine es cine documental. Lo que pasa es que algunos intervienen la realidad con una puesta en escena más generosa y otros, como él, creen que hay un punto de la ficción que llega a ser completamente documental —o, al menos, que la línea de corte es difusa—. Su conclusión es que los "no actores" tienen, la mayoría de veces, más riqueza creativa sin proponérselo. No es una asunto radical, sin embargo su trabajo, progresivamente, se enseña como uno al margen que sugiere coordenadas y convenciones de autor.

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Ahora, es claro para él que hoy se puede hacer cine de una manera más efectiva o práctica que en tiempos de Víctor Gaviria, hace veinte años. Asegura que Colombia ha sido un país sin industria cinematográfica. Pero eso está cambiando un poco: solo el año pasado se estrenaron cerca de cuatro o cinco películas en Antioquia. En medio de las dificultades, se hace cine. "Una labora quijotesca". Iniciativas como la Ley de Cine o un creciente volumen de festivales en la región lo hacen sentir más propositivo y entusiasta que pesimista. "Habla bien de Colombia el que esté viviendo un despertar social: si un niño sabe que existe el cine, y se proyecta en los barrios, se enseña el manejo de una cámara, y se hace una formación de públicos, no hay duda de que así es como se genera industria".

Cuando Simón era un adolescente, aunque había visto cine, no tenía ni la menor idea de cómo hacerlo. Hoy muchos pueden inclinarse a una edad más temprana y, el que su caso no haya tenido la misma ventura se lo atribuye a un tema cultural. "Todo es educación", dice de manera resuelta. Sabe que el cine más fuerte de Latinoamérica ha sido el argentino, el mexicano y el brasileño, ganando ahora Chile un lugar sobresaliente, y que esto corresponde a un proceso cultural, educativo y económico que no por nada los sitúa como los países más desarrollados de América del centro y América del sur.

Tráiler de 'Madre', en la selección oficial de Cannes

Después de la Palma de Oro y del auge y la entrevista, Leidi se exhibió al aire libre en diferentes barrios de Medellín, cerca de diez proyecciones para audiencias específicas: niños que están en situación de calle o internos por criminalidad, entre otros. En el Parque Biblioteca Doce de Octubre, muy cerca de donde se rodó, Simón abrió la proyección advirtiendo que verían una película sobre violencia, pero sobre violencia contra la mujer:

"Uno de los problemas de Colombia y, sobre todo muy pronunciado en Medellín, es el volumen de niños que crecen sin alimentación, sin educación en su concepto más profundo, y sin acompañamiento. Si un niño crece en una situación de pobreza extrema y hacinamiento, con tres o cuatro hermanos, esto lo va a afectar el resto de su vida. Eso genera violencia, es violencia pura. ¿Cómo tener hijos se puede convertir en violencia a largo plazo? Leidi se llama Leidi porque a finales de la década de los noventa, cuando murió en Inglaterra Lady Di, todas las niñas fueron bautizadas así y muchas de estas fueron madres adolescentes. Ahora todos esos niños que tuvieron están marginados en los barrios, pero en ese momento no había idea de que era un problema de salud pública gigantesco".

Para Simón, la pregunta por la "utilidad" del cine es un misterio. No lo sabe. Cree a veces que el cine es demasiado clasista y que con un pensamiento un poco más romántico, puede concebirse como herramienta. Se detiene, lanza cinco preguntas y termina: "¿Utilidad para qué, en realidad? ¿Qué es lo que tiene utilidad en el mundo? ¿La economía? ¿Para qué sirve la bolsa de valores de Wall Street? Para nada, es la gente más miserable. ¿Qué tiene utilidad en la vida?".