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Testimonios

Historias de gente a la que han pillado robando

Los hurtos son el pan de cada día en esta época del año, en que el consumismo es el rey y el capitalismo tan rampante que la cuesta de enero es casi una tradición.

El pie de la foto de arriba sería algo así como "Momento en que le cae el puro a alguien por robar en una tienda". Foto por usuario de Flickr Police_Mad_Liam vía

De chaval siempre robaba cosas y ¿quién no?, pero dejé de hacerlo. Supongo que la causa fue que me pillaron una vez en unos grandes almacenes y me pasé un día encerrado en el calabozo. Aquel día me dije que había llegado el momento de ir por el camino de la rectitud. Debéis entender que en aquella época estaba sin blanca y desesperado y, para colmo, seguramente mis intenciones de robar se veían a la legua, de lo obvias que eran.

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Los hurtos son el pan de cada día en esta época del año, en que el consumismo es el rey y el capitalismo tan rampante que la cuesta de enero es casi una tradición. De hecho, se prevé que las pérdidas de los establecimientos comerciales durante los dos meses previos a la Navidad aumenten un 16 por ciento. Para conmemorar esta época del año en la que la gente se ve más presionada a comprar cosas —y a robarlas, también—, contacté con varias personas para que me explicaran la vez que les pillaron mangando en una tienda.

Milly, 25 años

Tenía 14 años y era la primera vez que mi madre me dejaba ir de compras con una amiga. Se me fue mucho la olla porque no es que me llevara un lápiz de ojos Maybelline, no: arramblé con un montón de productos por valor de 230 euros y, obviamente, me pillaron al salir. Mi amiga salió corriendo.

Lo peor fue que, después de la bronca descomunal que me echaron, me dijeron, "Tienes media hora para hacer que venga un adulto a recogerte. Si no, tendremos que poner una denuncia por el valor de lo que has robado". Llamé a mis padres pero ninguno de los dos me contestó. Empecé a asustarme mucho, lo que me llevó a llamar como una loca a todos los adultos que conocía, y ninguno me contestaba. Claro, cada vez que llamaba, dejaba mensajes desesperados, con lo que no solo me arrestaron, sino que yo solita me delaté a todos y cada uno de los adultos de mi entorno familiar.

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Vanessa, 37 años

Una vez, hace unos siete años, intenté llevarme unos vaqueros del Primark que necesitaba para el trabajo. Acababa de abrir mi propio negocio y estaba en la más absoluta pobreza. Sentía mucha vergüenza cuando me pillaron y me llevaron a una oficina en la trastienda, por lista. A pesar de todo, no me sentí mal por robar a una empresa como Primark. Nunca se me ocurriría hacerlo en un pequeño comercio, pero ¿Primark? Que le den. Fui muy sincera con los de seguridad y les dije que no tenía dinero, que sabía que lo que había hecho estaba mal, pero que las circunstancias me habían obligado a robar.

Hoy día a veces me siento tentada de llevarme una botella de agua del súper si veo que la cola es muy larga.

Glenn, 40 años

Tenía unos 13 años cuando robé unos cuantos discos. Pensaba que lo había conseguido porque salí por la puerta principal, pero justo en ese momento el tío que vigila la entrada me paró. Me retuvieron en la parte trasera y llamaron a la policía, mientras me dedicaban severas miradas y esas cosas. Luego llegaron dos policías y me llevaron esposado por el centro de la ciudad, desde la tienda hasta la comisaría. Fue bastante humillante.

En aquella época era solo un chaval, por lo que estaba acojonado. Ya en la comisaría me soltaron la clásica monserga: "Escucha, hijo, este comportamiento te puede llevar a una espiral de la que es difícil salir". Pero bueno, reconozco que después de la experiencia se me quitaron las ganas de robar durante una buena temporada.

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Foto por Mike Mozart vía

Lauren, 28 años

En aquel entonces tenía 21 años. Aproveché la pausa de la comida para ir a Topshop. Antes era superfácil robar cosas allí, porque no le ponían etiquetas a los accesorios y no tenías más que metértelos en el bolso y listos. El caso es que me confié demasiado y cogí unas cuantas piezas de bisutería, con la mala suerte de que una de las de seguridad me vio.

"¿Llevas algo de Topshop en el bolso?", me preguntó, y yo le contesté que sí inmediatamente. Ya me habían cogido, así que tampoco quería montar un numerito. "¡Lo siento mucho, pero es que estoy teniendo un día horrible!", le dije, lo cual tiene cierta gracia. Me llevaron a una oficina en la parte trasera y llegaron tres seguratas más. Les dije que lo pagaría todo. Finalmente llegó el jefe de seguridad. "Los del programa de televisión Police Camera Action! estuvieron aquí ayer y te han grabado. como tienes más de 18 años, no tendríamos por qué ocultarte la cara en los vídeos, ¿Cómo crees que le sentaría a tu madre si te viera robando por la tele?", me preguntó.

La verdad es que son mucho más majos cuando eres adolescente, porque a los 21 me hicieron sentir como una desgraciada sin blanca.

Ted, 26 años

Ocurrió hace unos cuantos años, una noche en la que mi hermano y yo pillamos un pedal importante. Fuimos a unos grandes almacenes a comprar algo de comer, pero yo no llevaba nada de dinero. Estuve un buen rato hablando y haciendo broma con un guardia de seguridad regordete, que no tenía ni idea de que en la mochila llevaba un paquete de comida marroquí precocinada. O eso pensaba, porque cuando salí, el tipo me cogió del brazo y me lo retorció por la espalda. Me encerró en un cuarto y me dijo que esperara ahí mientras llegaba la policía.

Busqué con la mirada a mi hermano, que vino a ayudarme y consiguió abrir la puerta. Al final los dos salimos corriendo de allí, mientras nos reíamos y llamábamos "gordo capullo" al tipo de seguridad. La risa se nos cortó de golpe cuando vimos que el tío nos seguía persiguiendo. Tuvimos que separarnos para despistarlo. En fin, no aprendí nada de aquella lección.

@williamwasteman