2019

Tendencias de 2019 que deberían desaparecer en 2020

El satisfyer, los autocuidados, las uñas kilométricas, las elecciones, la peña que despide los mails con un "¡Seguimos!" Basta ya.
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2019 ha sido un año duro. En los anuarios aparecerá, supongo, como el año del unboxing de Franco, la sentencia del Procés y los disturbios de Barcelona. El año en el que la niña Greta sobrevivió a las olas de diez metros de Galicia que amenazaban con convertirla en una "mártir del clima" y en el que Podemos entró en el Gobierno porque resulta que el cielo no se tomaba por asalto sino por la puerta de atrás y previo acordonado antifascista de la parcela celeste.

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Pero fuera de los manuales quedarán un buen puñado de realidades que también han contribuido a que este final de década se haya convertido en tedioso, relegadas a la intrahistoria y, ojalá, también a desaparecer. Estas han sido algunas de las tendencias que se han impuesto en 2019 y Dios quiera, aunque no tiene pinta, que mueran con él.

El satisfyer

O, más bien, el imperativo moral que quizá viene en la caja del aparatejo en cuestión, junto al cargador o las pilas, que obliga a toda aquella que lo adquiere a exponer constantemente sus bondades, ya sea en formato analógico o digital. Que cada cual haga lo que quiera con su clítoris, el debate no es —no hoy, al menos— si resulta ontológicamente lícito acercarse a/introducirse por el chocho elementos de plástico, pero de ahí a que nos traten de convencer que la liberación sexual era correrse en 10 segundos hay un abismo.

10 segundos y cataratas, nos prometen sus devotas. Los mismos que se tarda en encargar un Glovo, pedir un libro por Amazon o abrir el envoltorio de una lasaña precongelada. 10 segundos de abrazo a la precariedad, también en lo sexual. De asumir que el sexo no es más que una tarea —otra— que tachar en el orden del día de nuestra estrecha existencia, como ver el capítulo correspondiente, subir el Stories correspondiente y opinar sobre la noticia del día correspondiente.

El fact checking

Porque es como la modernidad y los sujetadores push up: una idea aparentemente brillante que, en la práctica, no funciona.

Las alertas antifascistas

Anulémoslas por haber quedado demostrada este año no ya su inutilidad sino su naturaleza contraproducente. Por eso o por la asunción de que igual que no había 5 000 000 de comunistas en España 2015 (lo 100to, chavales), en 2019 tampoco hay 3 000 000 y pico de fascistas.

Las uñas kilométricas

Debajo de todo lo que brilla suele haber una capa bastante gorda de mierda y las uñas de gel están incluidas en ese todo, claro. Acumulan roña y convierten a quien las porta en un mamífero disfuncional que no puede desempeñar de manera cómoda actividades cotidianas como sacar la tarjeta de la ranura del cajero, limpiarse el culo con soltura, teclear de manera fluida o atarse los cordones de las zapatillas/ abrocharse los botones del pantalón sin parecer gilipollas.

Todo ventajas y todo en nombre del estatus: ya le dijo Bad Gyal a Ernesto Castro que para ella llevar esos mejillones era poner de relieve que ya no tenía que trabajar con las manos. La teoría marxista de la separación entre trabajo manual/ intelectual, vaya, materializada en un un elemento que resta habilidades, añade torpeza y solo suma purpurina.

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Los términos en inglés referidos a cargos laborales

Todo el mundo sabe que tu trabajo es una mierda, como todos los trabajos, por mucho que digas que eres chief diggital officer ¯\_(ツ)_/¯.

Los términos en inglés referidos a realidades que tienen que ver con las relaciones románticas

Para de decir crush y shippear. Tienes casi 30 palos.

Los términos en inglés, en general

"Hay quien compara a Shakespeare con Cervantes cada 23 de abril como si fuesen lo mismo. El sonetista que escribe en inglés con el constructor de la literatura universal después de Homero, como si fuesen equivalentes". La cita es de Jesús G. Maestro. Jesús G. Maestro mima y ama el castellano y todo lo relacionado con el castellano. Sé como Jesús G. Maestro.

Vestir como los de Euphoria pasados los 25

Que tampoco hace falta que te hagas con un monóculo y un bombín. Que en realidad que parezcamos cheerleaders y capitanes del equipo de rugby aunque hayamos nacido en Puerto Lápice y nos estemos empezando a quedar calvos y se nos estén empezando a caer las tetas no es una causa sino un síntoma de una infantilización que trasciende lo estético —y ese es el problema— pero joder, como cuando te sientas tentado a decir "crush", recuérdalo: tienes casi 30 palos.

Las elecciones

En nuestro país llevamos unos años ya comprobando que funcionan entre poco y nada, que no son un método efectivo para poner orden en Españita. De hecho no paran de insinuarnos que participamos en ellas regular, que votamos mal y que por eso vivimos condenados a hacerlo una y otra vez, como si esto fuera una democracia directa solo que sin serlo, con todo lo malo y nada de lo bueno. Así que quizá sea el momento de revertir la tendencia. De darnos cuenta de que, joder, igual eso de que "la democracia es el menos malo de todos los sistemas políticos" es una frase de 0,60.

Los patinetes eléctricos para adultos

Quizá no haya muchas razones lógicas ni muchos argumentos de peso para querer acabar con esto más allá de que ya se hayan cobrado la primera víctima mortal en nuestro país y de que las empresas que gestionan los de uso compartido suelan dar puto asco, pero hay que acabar con esto.

El meme de la paradoja de Popper

Pongamos que eres de los que aún creen en la democracia. Pongamos que te sigues tragando lo que decía Churchill de que perfecta perfecta no es, pero no hay mejor manera de organizarnos. Pues bien, has de saber que es un sistema tan retorcidamente tibio y oscuro en su tibieza que puede —y debe— tolerar en su seno y convivir en paz incluso con aquellas tendencias que buscan destruirla. Así que en nombre de la democracia y de las enormes e irrenunciables garantías y libertades de las que gozamos gracias a ella, deja de compartir ya la puta viñeta de la paradoja de Popper cada vez que pienses que te puede salvar —excusatio non petita— de ser acusado de poner en cuestión los valores democráticos.

Los audios de Instagram

Las redes sociales han traído consigo algún que otro daño colateral y uno de ellos es que a la línea que separa lo público y lo privado, lo intra y lo extramuros le ha entrado anorexia. Hay numerosas pruebas de ello, pero una de las más sangrantes es la peña a la que no le sonroja mandar audios de Instagram. Vamos a ver: si me estás mandado un audio por Instagram significa que no tienes mi número. Que no tengas mi número pone de relieve que no nos conocemos. Y si no nos conocemos, ¿por qué habría de sacar los cascos del bolsillo, desenrollarlos, confundirme con cuál va en la izquierda y cuál en la derecha, recolocármelos bien, darle al play y aguantar tu chapa?

Los tuits que parecen frases de agenda de la ESO

"M corro mas si stoy enamorada"/ "Clávame lo k quieras pero no el visto" y después un retuit de alguien que se mete con el libro de poemas de Alfred. Con dos cojones y un palo. La mediocracia somos todos, como Hacienda. Cuanto antes nos demos cuenta antes empezaremos a luchar por transcenderla. En ambos casos.

Decir que eres real fooder por comer como tu abuelo

Ok, has dejado los Pelotazos, las pizzas de Casa di Mama, haces tu propio tomate frito, te autodenominas real fooder y estás todo el santo día con la real food en la boca. En el sentido metafórico y literal. Pues bien: tu abuelo y tu abuela y no el jodido Carlos Ríos fueron los pioneros del movimiento y no sentían la necesidad de pasarle la Yuka por delante hasta a los genitales de sus potenciales parejas ni le ponían apellidos anglosajones a lo que hacían y hacen: comer comida.

Que nuestra vida se limiten a trabajar y preparar tuppers

Llámalo "abolamos el trabajo asalariado" llámalo "dejemos de creernos la patraña de que el curro es una vía hacia la autorrealización personal y no la única manera de subsistir con las reglas que nos hemos autoimpuesto como grupo de monos venidos a más organizados", pero acabemos ya con esto.

La peña que despide los mails con un "¡Seguimos!"

Unos meses de trabajos forzados para ellos, por favor, al grito periódico desde fuera de la mina de ¡Seguimos! en tono jovial y con una sonrisa en la cara.

Los autocuidados

En Cómo ser feliz a martillazos, el sociólogo Iñaki Dominguez desarrolla que el concepto de autoayuda es imposible en sí mismo. Que autoayudarse es como "obtener satisfacción afectivo-sexual a través de la masturbación". Y sospecho que con los autocuidados ocurre un poco lo mismo. Que quien dice practicarlos o, más bien, necesitarlos, lo que necesita en realidad es dejar de mirarse en la laguna Estigia que es la pantalla de su móvil, aunque sea por un momento.

Que todo el mundo tenga un podcast

O escriba un libro o coordine un fanzine. No todo el mundo tiene algo que decir. De hecho, la mayoría no tenemos nada que decir. Yo no tengo nada que decir. Y este artículo de mierda es la mejor prueba de ello.

Sigue a Ana Iris en @anairissimon.

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