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El número de la farándula

El sastre de Mozart

Theodor en su estudio, con su ropa de todos los días.

Theodor Pištek, de 80 años, es un diseñador de vestuario checo conocido, sobre todo, por su trabajo en Amadeus (1984), el cual le valió un Oscar. Durante los años 80, cuando Checoslovaquia estaba aislada de Occidente por el Telón de Acero, Theodor fue expulsado de la industria del cine checa, por aquel entonces bajo control comunista. Theodor logró hacer la transición hacia el mercado estadounidense, donde hizo películas con su amigo Miloš Forman, quien había huido de Checoslovaquia a Estados Unidos en 1968. Trabajaron juntos en Valmont y El pueblo contra Larry Flint, pero Amadeus fue sin duda su mayor éxito. La película ganó ocho estatuillas y convirtió a Theodor en un icono entre los diseñadores de moda.
Para algunos, la victoria de un grupo de checoslovacos en la ceremonia más importante del cine en Estados Unidos era una señal de que la Guerra Fría tocaba a su fin. Por desgracia, el régimen totalitario que a mediados de los ochenta controlaba el país tenía la costumbre de castigar a los ciudadanos que tenían éxito en el exterior, y Theodor se convirtió en una de sus víctimas. Contactamos con él para que nos contara los problemas que tuvo. VICE: ¿Cómo te convertiste en diseñador de vestuario? ¿Fuiste designado por el régimen?
Theodor Pištěk: Ellos no me designaron. Era una necesidad existencial para mí. Me encantaba, aunque nunca había recibido educación alguna en ese campo. Mi única experiencia era haber estudiado en la Academia de las Artes, donde uno sólo veía los vestuarios en los cuadros.
Me parecía un trabajo creativo. Sentía que era el primero en saber qué aspecto tendría la película. Yo era uno de los primeros en ver el guión, porque ahí te enterabas de que tal personaje tenía que ser un abogado y cosas así. Muchos diseñadores de vestuario solo tienen una idea general de lo que usaba la gente de una época determinada, y sólo visten a sus personajes con un traje, pero en realidad no es tan fácil. ¿Era difícil en aquellos tiempos conseguir materiales para tus vestuarios? Me imagino que las opciones en Checoslovaquia durante la era soviética eran un poco limitadas.
Ahí empezaban los problemas. Lo único que me salvaba era esta tienda especial a la que iban las esposas de los miembros de alto rango del Partido Comunista en Checoslovaquia. Los Estudios Barrandov en Praga tenían mucho poder, y podían enviar a sus diseñadores de vestuario a esa tienda. Ahí podías encontrar cosas de muy buena calidad. Allí fue donde conocí a todas las mujeres del Partido Comunista. Siempre tenía que esperar a que terminaran, y después me dejaban entrar. La primer película en la que trabajé sin todos esos obstáculos fue Amadeus. Pero tuviste muchos problemas con Amadeus, ¿no? Cada vez que Miloš Forman venía a Checoslovaquia la policía secreta le seguía.
Había un montón de directores en Barrandov que estaban con el Partido Comunista, y cuando la gente empezó a hablar de que Forman vendría a Praga a filmar Amadeus, escribieron una carta al Comité Central en la que decían que ellos, como cineastas responsables, se oponían a la filmación de Forman. Pero como la economía estaba tan mal en los 80, el partido decidió que era mejor ganar algunos dólares que escuchar a un montón de comunistas de Barrandov. Aunque sí tuvieron una junta con Forman y el productor en la que acordaron cómo se haría la filmación.

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IZQUIERDA: Un elegante vestido y una máscara de ganso. Theodor lo creó para Elizabeth Berridge, cuyo papel en Amadeus era el de esposa de Mozart. DERECHA: Tom Hulce, Mozart en la película, usó este vestuario y fue el culpable de que a mediados de los 80 se pusieran de moda las pelucas rosas.

¿A qué acuerdo se llegó?
Los miembros más importantes del equipo tenían a un policía asignado que los seguía a todos lados, pero la verdad es que todo terminó funcionando diferente. El tipo que tenía que cuidar a Forman llegaba todas las mañanas y, por un soborno de 20 dólares, nos decía cuáles eran sus órdenes, lo que tenía que hacer ese día y las cosas con las que Forman debía tener cuidado. Ese policía hubiera hecho cualquier cosa por Forman, pero Forman mantuvo su acuerdo con el Partido Comunista. Fue por eso que no se reunió con Václav Havel, porque lo había prometido. A Hollywood le cuesta trabajo relatar hechos históricos con exactitud cuando la película no se desarrolla en Estados Unidos. Parece que siempre cometen errores demasiado evidentes.
Les cuesta mucho trabajo. Cuando el diseñador de producción voló para una reunión que tuvimos aquí, no entendía la diferencia entre el arte románico y la cultura romana. Pero querían realmente capturar la atmósfera de la época de Mozart, de modo que su intención era contratar a alguien de Praga, una ciudad que tenía una conexión con Mozart. Fue por eso que Forman contactó conmigo. Siendo checo, ¿cómo lidiaste con las ofertas que a buen seguro recibiste después de ganar el premio más importante de la industria en Estados Unidos?
Tuve muchas oportunidades, pero no me imaginaba quedándome allí porque tenía familia en Checoslovaquia. No soy diseñador de moda, pero Nina Hyde, la editora de moda del Washington Post, parecía como si se hubiera enamorado de mí. Estuve ahí durante los eventos de moda de primavera y verano de 1984, y Nina me llevó a los eventos más importantes de la Semana de la Moda en Nueva York. Siempre teníamos asientos en primera fila, y comentaba sobre cada uno de esos eventos para el Washington Post. Es dificil entender hoy el impacto que tuvo Amadeus en Estados Unidos. La película influyó en la moda y ayudó a que elementos clásicos regresaran a las calles. Cada vez que salía a pasear sentía como si la gente estuviera usando mis vestuarios. La influencia de la moda del siglo XVIII fue muy fuerte en los 80. ¿Quién hubiera imaginado que algo como “Rock Me Amadeus” se podría poner de moda?
No me lo podía creer cuando me encontré a un tipo en la calle con medias blancas y una blusa con olanes. Dos días antes de coger mi vuelo de regreso a casa [después de terminar de filmar Amadeus], recibí una oferta de una marca estadounidense para diseñar su nueva colección. Estoy viejo, así que no recuerdo la marca, pero era el Dior americano o algo así… intenté que el consulado me extendiera el visado, pero me lo negaron, a pesar de que tenía el apoyo del Washington Post. Forman siempre decía: “Disfrutad ahora, cabrones. Esto no va a durar mucho”. Otra de las creaciones de Theodor para Amadeus; evoca tiempos más simples, cuando las mujeres de clase alta no tenían otra cosa que hacer en todo el día más que cambiarse de ropa.

¿Cómo respondió tu tierra natal a tu éxito?
Nadie me hablaba. En el aeropuerto sólo estaban mi esposa y mis hijos. ¿Ni siquiera apareciste en la noticias?
No, pero mi esposa estaba dirigiendo un proyecto en los Estudios Barrandov y [Miroslav] Müller, el secretario de cultura comunista, le preguntó cuánto dinero había ganado. Esa fue la única reacción oficial. Después los directores de Barrandov me rechazaron a mí y a la película, y yo me quedé fuera de la escena del cine local. Los directores de Barrandov decidieron que nadie debía siquiera hablar sobre Amadeus o sobre mí. Sentían que yo no era uno de ellos. [Ludvík] Toman, director de dramaturgia de los Estudios Barrandov, tuvo mucho que ver con las cosas que pasaron en esos tiempos. Tenía conexiones con la policía del Estado y probablemente con la KGB, y declaró semioficialmente que los directores no debían hablar conmigo. ¿Tenías alguna razón para pensar que la policía secreta hubiera intervenido tu
teléfono, dado que tenías tantos contactos en Estados Unidos?
No, en realidad no me podían tocar. Habían ganado varios millones de dólares gracias a que unos norteamericanos habían filmado una película en Checoslovaquia. Al final, cuando se trataba de eso, eran como los capitalistas; no podían perseguir a la gente que les había dado tanto dinero. Además eso les habría provocado conflictos internacionales. Aun así, seguro que tuviste muchos problemas.
Voice of America retransmitió un programa de radio sobre una exposición colectiva en Checoslovaquia. Entre los artistas expuestos estaba yo. Al día siguiente me enteré de que le habían dado la vuelta a todos mis cuadros, poniéndolos mirando a la pared. El éxito personal no estaba bien visto. Todo un contraste con la fama que tuviste en Estados Unidos. Seguro que te sentías como si fueras bipolar.
No había perro que me ladrara. ¿Te lo puedes imaginar? Un minuto eres famoso y al siguiente estás condenado. Después de los Oscar hubo fiestas en las que la gente pagaba por entrar para sentarse conmigo en una mesa y comer langosta. Una chica me invitó a ir a Dallas. Me presenté y me trató como si fuera de la realeza. Me llevó a su jardín en la parte trasera de su casa y me enseñó sus rododendros. Tenía pantallas instaladas en cada uno, y pasaban Amadeus una y otra vez. En concreto, sólo la parte de los créditos en que dice “Diseñador de vestuario: Theodor Pištek”, y blip, empezaba otra vez. Y de repente 150 personas empezaron a aplaudirme en el jardín.
Tengo muchas historias como esa. Me sentía como si fuera parte de algo que realmente no estuviera sucediendo. Me hice famoso en Estados Unidos de un modo en que nadie más volvió a serlo. La noche de los Oscar estaba parado en una fila, detrás de Kirk Douglas y Diana Ross. Kirk se giró hacia mí y me dijo: “¿Sabes? Creo que hoy te toca a ti ponerte delante”.