El pueblo de las lágrimas del sol

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Así es como el mundo se acaba, no con una explosión

El pueblo de las lágrimas del sol

La Rinconada, en Perú, es la mina a más altura del mundo.

En la provincia de Puno, perdido en los Andes sureños del Perú y a escasa hora y media de la zona turística del lago Titicaca, se encuentra el pueblo minero más alto del mundo. Ahí los habitantes se autodefinen tan ricos como pobres al estar rodeados de oro, aunque siempre sin plata. A 5,500 metros de altura, a faldas de la montaña conocida por su perfil accidentado como "La bella durmiente", se encuentra el pueblo minero de La Rinconada, que es también el poblado más alto del mundo. Unos 20 kilómetros de ruta de contrabando de dinamita y trata de menores con fines de esclavitud sexual separan al pueblo minero de Bolivia.

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Por cuestiones de acondicionamiento a la altura ,decidí pasar dos días en las ciudades costeras de Puno y Juliaca, a escasos kilómetros de la frontera con Bolivia. Los carnavales estaban en auge y los mineros habían bajado de los Andes a celebrarlos con su familia. El trayecto de Juliaca a La Rinconada lo cubren rutas diarias de una empresa de combis local por 20 nuevos soles (casi cien pesos mexicanos) el trayecto. Al dejar atrás los valles de la meseta del Collao y empezar a subir, calaba más lo gélido de los Andes. Cerca de dos horas después y tras pasar la población minera de Ananea —sede de la compañía minera del mismo nombre y concesionaria de los terrenos de La Rinconada—, nos da la bienvenida a La Rinconada una enorme explanada con hectáreas de basura esparcida y un letrero con el logo de la empresa de comunicaciones CLARO.

La zona que se conoce como La Rinconada es la fusión de tres asentamientos que fueron expandiéndose a lo largo de los años: Riticucho, Lunar de Oro y el propio pueblo de La Rinconada. Hoy en día se calcula un total de 45 mil habitantes que en su mayoría son mineros, los restantes ofrecen servicios básicos periféricos a la minería. Sólo los hombres entran en las minas a trabajar. Cuenta la leyenda que si una mujer entra a la mina, la Madre Tierra, "Pachamama", se pondría celosa y se enojaría con el minero, limitando su producción.

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La ley de uso de tierra en Perú es similar a la que define México en su Constitución, donde el ciudadano puede ser dueño de la superficie de un terreno, pero el subsuelo —y todo lo que haya en él, incluyendo hidrocarburos, minerales o metales preciosos— le pertenece al Estado. Así, en Perú, a través de la Dirección Regional de Energía y Minas (DREM), con sedes en cada provincia, las concesiones de explotación se expiden por tiempo limitado. La minería en La Rinconada se clasifica como artesanal. La DREM concesionó el área a la empresa Ananea y ésta explota directamente gran parte de los terrenos con su propia maquinaria y personal. El oro que extrae directamente lo vende a Metalor, una empresa suiza que también opera en países africanos. El resto de la concesión Ananea la subarrenda a los operadores mineros, quienes a su vez permiten trabajar a los mineros bajo el sistema del "cachorreo". Ésta es una suerte de lotería de pago donde el minero trabaja en la mina 20 días para su patrón (operador minero) y a cambio tiene un día para trabajar en la mina donde el oro que encuentre es para él. Si en ese día no encontró oro… mala suerte.

Además de las enormes cantidades de basura que cubren las calles del pueblo, me llamó la atención la cantidad de canchas de futbol rápido donde mineros juegan día y noche, según vayan saliendo de sus turnos de trabajo. En los últimos años, muchos estudiantes han decidido pasar temporadas vacacionales en las minas de La Rinconada para poder pagarse los estudios, pero el mal manejo de sus finanzas, acompañado con el mito existente que dicta que si encuentras oro debes ser generoso pagando cervezas y servicios sexuales a tus amigos, han hecho que muchos sigan con escasos recursos y se vean forzados a dejar los estudios para quedarse en las minas.

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Por otro lado, para muchos padres de familia la mina ha sido la solución para financiar los estudios de sus hijos, a sacrificio de su propia salud. Vivir a esas alturas de forma prolongada resulta en problemas físicos serios como la policitemia (o exceso de glóbulos rojos) entre otros, y la contaminación de mercurio a la que están expuestos a diario trae consecuencias letales. Saben que en promedio no pasarán de los 53 años. Los niveles de contaminación de mercurio no son nada despreciables. Cuando se separa el oro de la amalgama con soplete, el mercurio evaporado se escapa por las chimeneas de las chozas de hojalata y ya de caída se asienta en los techos nevados de los pobladores. Ellos recolectan el agua del deshielo en botellas y lo usan como agua potable.

Mientras que en La Rinconada se contamina indiscriminadamente con basura, en el interior de la mina el respeto a la Pachamama es estricto. Los mineros antes de comenzar su turno ofrecen un rezo a la Tierra, se sientan en grupo a limpiar las hojas de coca que mezclarán en la boca con una pizca de "tocra" —hoja de la quinoa quemada, rica en calcio—. Una parte se la quedan y la guardan entre las encías, otra la pegan en los muros de la mina que van a trabajar.

A falta de oportunidades de trabajo en el campo y en las ciudades, muchos deciden ir al infierno de las minas por la lotería del oro. Unos pocos la hacen, otros no saldrán de allí en años. Sus chozas de hojalata son un reflejo de su intención de paso, de esa mentalidad de trabajar duro unos meses para hacerse rico y luego irse. Para los jóvenes de hoy en día, La Rinconada es un El Dorado mordaz, donde ya los incas hace 500 años extraían de la tierra las "lágrimas del Sol".

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Las mujeres pallaqueras buscan restos de oro entre la cadena de producción. A las mujeres no se les permite entrar en las minas, por lo que esperan que los hombres saquen las piedras para ellas poder sortearla.

Una mujer camina entre las sucias calles de La Rinconada. Al no haber sistema de drenaje, la gente tira a la calle todas las aguas sucias, formándose así un lodo mezclado de orina y heces por el que hay que caminar todos los días.

Mineros durante un partido amistoso de futbol. Como en la zona de minas los trabajadores salen en diferentes turnos, en las canchas de futbol se juegan partidos día y noche. Muchas tienen horarios separados para hombres, mujeres y niños.

Un grupo de la minera MAR prepara la hoja de coca previa a su jornada laboral. Los trabajadores de las minas son muy cuidadosos en cuanto a los rituales y tradiciones. Buscan el equilibrio con la Pachamama a través de pequeñas ofrendas.

El problema de la gestión de basura es muy serio en La Rinconada. Las calles están inundadas con basura y no hay un sistema de recolección.

En los últimos años, el gobierno de Perú, presionado por varios grupos y ONGs que luchan por leyes contra la trata de mujeres, ha implementado una serie de operativos en zonas de mayor riesgo a la trata, como son los diferentes pueblos mineros. Curiosamente en La Rinconada, con un alto índice de prostitución infantil, donde se estima que unas 1,500 niñas son forzadas a la esclavitud sexual, me sorprendió ver que en uno de los bares donde se ejerce la prostitución fue la propia Policía Nacional del Perú la que ofreció servicios de seguridad dentro del recinto a pie de pista.

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Dos mineros excavan un hoyo en la punta de la lengua del glaciar. A unos nueve metros se encontrarán con roca en la que seguirán excavando en busca del oro.

Uno de los pequeños lagos de agua contaminados con mercurio frente a las chozas de lámina. La belleza natural de la zona esconde la contaminación a causa de la extracción artesanal del oro en la zona.