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Pero al intrépido Thackeray —que asegura ser primo lejano de Shakespeare— no le asustan las posibles consecuencias de la amenaza ultratumbiana del Bardo, habida cuenta de la polémica que suscitó su última investigación. Publicada en el South African Journal of Science, demostraba, tras un análisis exhaustivo de las pipas en las que pudo fumar el autor de Romeo y Julieta, que Shakespeare fue un consumidor de mariguana y otras sustancias. "Lo que se dice un pacheco insaciable", corrige Thackeray con irreprimible temeridad.VICE: ¿De dónde nace su interés por el contenido de las pipas de Shakespeare?
Francis Thackeray: Fue una revelación eurekiana. Una noche, tras una copiosa cena navideña, me tumbé en el sillón de mi despacho a leer del tirón los Sonetos de Shakespeare. Pensé que me quedaría dormido, pero a la altura del número 76 me pareció estar leyendo entre líneas, como si en plena digestión se me hubiera revelado un significado más oculto que mis propias tripas. El soneto en cuestión habla de "compuestos extraños" y de "una conocida mala hierba". Demasiado metafórico, pensé, o quizá no tanto. ¡Dios mío!, grité, ¡Shakespeare está hablando del cannabis! Así que organicé un viaje a Stratford-upon-Avon y pedí permiso para analizar las pipas halladas en el jardín y alrededores de su casa natal. Los resultados fueron sorprendentes.
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Sería una muy buena noticia que los consumidores de drogas dedicaran algo más de tiempo a la lectura, no necesariamente de sonetos. Dicho lo cual, la alusión velada a las drogas en los textos de Shakespeare tiene una razón de ser. La Iglesia había prohibido el cannabis a finales del siglo 16, de tal manera que los pachecos podían ser acusados de brujería y acabar sus días en una hoguera crepitante. Al médico y naturalista portugués Garcia da Orta le quemaron todos los libros de botánica en los que hablaba, con absoluto rigor científico, de los efectos del cannabis. Los Sonetos de Shakespeare no siempre señalan directamente las cosas que describen, de ahí que muchos no se entiendan. En ese sentido, su lenguaje me parece extraordinariamente críptico y sugestivo.
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Creo que el potencial de los textos de Shakespeare es inmenso, hasta el punto de que pueden crear adicción, tal y como me ocurrió a mí mismo de joven después de acudir a una producción absolutamente conmovedora de Ricardo III. Aquella experiencia me marcó para siempre y me ha permitido dedicar años de trabajo a tratar de entender la vida y la obra de Shakespeare. Mientras investigaba, llegué a interpretar al fantasma del padre de Hamlet en una función en Pretoria.¿Fuma usted?
Fumé un cigarrillo cuando tenía 6 años y tosí tanto que no volví a intentarlo. Pasado un tiempo, como sabe, empecé a investigar sobre el contenido de las pipas shakespearianas. La pregunta que usted me hace adquirió un inusitado interés científico entre mis colegas, como si el estudio sobre restos de cannabis exigiera cierto grado de experimentación en primera persona. Al final ocurrió sin que yo pudiera evitarlo. Me invitaron a pronunciar el discurso de apertura de una conferencia en Canadá sobre Shakespeare y la yerba. Después de las ponencias hubo una fiesta y, aunque yo no me llevé un solo toque a la boca, la sala estaba tan llena de humo que sólo tuve que respirar para empezar a notar los efectos. También me dieron a probar una taza de bhang, una especie de té indio hecho a partir de hojas y cálices de plantas de cannabis.
No, eso lo de averigüé mucho más tarde. Mi tatarabuelo Francis Thackeray, nacido en 1793, se casó con Anne Shakespeare. Los registros genealógicos de mi familia, que se pueden comprobar en Wikitree.com, señalan a Richard Shakespeare como uno de mis antepasados directos. Richard no era otro que el abuelo del Bardo. ¡Así que William Shakespeare y yo somos primos lejanos! Soy descendiente directo de Mateo Shakespeare, tío de William, que se casó con Isabel Peele, a su vez hermana de George Peele, coautor de Tito Andrónico junto con William Shakespeare. Un lío genealógico de lo más ilustre.
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Insiste en analizar los restos mortales de Shakespeare, ¿aunque ello implique contravenir el deseo expreso de su querido primo?
Estudiaré sus restos sin desenterrarlos, gracias a una nueva tecnología laser de escaneo en alta resolución, tal y como hacemos con los fósiles de parientes lejanos de la Humanidad encontrados en Sudáfrica. Apliqué esta técnica con éxito para un estudio forense del rey Ricardo III. Para hacer lo mismo con Shakespeare necesito un permiso de la Iglesia Anglicana. Otra opción sería estudiar sus dientes, que no son huesos. Me conformaría con poder realizar un análisis de isótopos de carbono de un molar. Así podríamos saber, al menos, lo que comía.¿No le asusta que pueda caer sobre usted la maldición del Cisne de Avon?
He sido el fantasma del padre de Hamlet. No se puede decir que actuara muy bien, pero aprendí una lección: los fantasmas no le tienen miedo a los fantasmas.