Ásatrú: la religión de los vikingos y sus fieles mexicanos

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Ásatrú: la religión de los vikingos y sus fieles mexicanos

Los seguidores de los dioses nórdicos me invitaron a celebrar, beber y ofrecer un sacrificio a los dioses en el bosque.

El ásatrú es una recreación moderna de la tradición pagana que predominaba en el norte de Europa y que rinde culto a dioses como Odín, Thor, Freyr, etcétera. En la actualidad, es una religión oficial en Islandia y es reconocida oficialmente en Noruega, Dinamarca, Suecia y más recientemente en España. Su nombre se traduce como "Fiel a los dioses" (Ása= Aesir, Trú= Fiel//leal). Los seguidores de esta tradición practican rituales conocidos como Blót, que se llevan a cabo cuatro veces al año con diferentes fines y consisten en ir al bosque, tomar cerveza y ofrecerla a la tierra en honor a los dioses.

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El pasado 19 de septiembre se celebró el Hausbloð (Hausblot), una sacrificio que se realiza en el equinoccio de otoño para celebrar la casa (de ahí el nombre Haust), las cosechas, rendir tributo a los antepasados, incluyendo a los familiares, y a las deidades conocidas como Aesir. Como quería saber más sobre esta tradición, me puse en contacto con el Goði (Godi, sacerdote) Stracy Bryan, líder del clan Úlfey Ásatrú Norsk Sed México y fundador de Allthing Ásatrú México, un grupo conformado por clanes nacionales serios "en defensa de la tradición". El Goði me invitó a participar en este ritual y se ofreció aclarar mis dudas sobre cómo se vive el Ásatrú en México.

Nos reunimos a las 4 PM frente a Mundo E, en Ciudad Satélite. Ahí conocí en persona al Goði Stracy Bryan y a Kelsea, una de las administradoras del clan. Ahí me informaron que había tres grupos que se iban a reunir en diferentes puntos de la ciudad para irse juntos hacia donde se iba a realizar la celebración. Más tarde llegaron por nosotros otros miembros del clan, nos subimos al auto y partimos. Cuarenta minutos después, hicimos una parada en medio de la carretera donde conocí a otros miembros y empezaron a platicar sobre tiendas de campaña, víveres y el frío que hacía. Intrigada, les pregunté "¿Van a acampar?" y me respondieron "Vamos a acampar". Debo confesar que me tomó por sorpresa pero no podía negarme porque, en primera, no tenía idea de dónde estaba, y en segunda, con la plática que me dio el Goði durante el trayecto, tenía aún más ganas de saber qué pasaba.

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En el auto me platicó que el Clan Úlfey surgió hace ocho años, es uno de los más antiguos en México y que él es uno de los fundadores. También me aclaró la diferencia entre el universalismo, el folkish y el tribalismo. La ideología universalista parte de que el Ásatrú es una religión universal y que todos pueden practicarla. Pero el problema, según el Goði, es que los universalistas tienden a combinarla con otras tradiciones como la wicca y la alquimia, entre otras. La ideología foklish es un poco más controversial ya que parte de la idea de que sólo las personas con ascendencia germánica, escandinava, anglosajona o visigoda tienen derecho a practicar la tradición. Y por último, el tribalismo podría considerarse como un punto intermedio porque se basa en la creencia de que todas las razas pueden practicar la religión con la condición de mantenerla pura y jurarle lealtad.

Media hora después llegamos a Peña de Lobos, una reserva natural ubicada en el kilómetro 52.5 de la carretera Naucalpan – Ixtlahuaca, en el municipio de Jilotzingo. Mientras el auto bajaba por la pendiente, vi pasar varios grupos de personas con sus mochilas y muchos saludaban a mis acompañantes. Estacionaron el auto y al bajar, noté que el frío era intenso, por lo que otro de los invitados me ofreció amablemente una de las sudaderas extra que había traído. Y la acepté de inmediato. Ahí me presenté con varios miembros del clan y bajamos juntos a la zona de acampar. Mientras todos se instalaban, yo subí de nuevo casi hasta llegar a la carretera en busca de señal para avisar que seguía viva, que iba a acampar y que era imposible comunicarme desde ahí. Para que no me perdiera o me cayera y muriera en el trayecto, uno de los chicos se ofreció a acompañarme.

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De regreso al campamento, me encontré con que ya había más casas de campaña de las que vi al principio y que era momento de preparar la fogata e instalar la ofrenda. En lo que se algunos encargaban de eso, otros me contaron cómo habían llegado al clan y qué era lo que más les llamaba la atención. La mayoría comentó que era "lugar al que pertenecen" y que llegaron después de una larga búsqueda espiritual en grupos o religiones equivocadas. Otro común denominador en el grupo era el estilo de música que escuchaban y el gusto o la práctica del recreacionismo medieval, es decir, combates con espadas, escudos y armaduras puestas.

Para empezar el ritual, cuatro miembros del grupo —dos hombres y dos mujeres— prendieron la fogata e hicieron movimientos circulares en dirección al norte porque "nuestros dioses son del norte", me explicó uno de los participantes. Después pidieron que nos pusiéramos de pie y empezaron a convocarnos uno por uno para integrarnos a un circulo alrededor de la fogata que cada vez se hacía más grande. Cuando el circulo se completó, Logan, uno de los cuatro miembros que encendieron la fogata, hizo sonar un cuatro veces un cuerno. Después el Goði y la Gyðja (Gydia, sacerdotisa) invocaron a los dioses y dijeron que si alguno de nosotros quería invitar a algún antepasado, era el momento de hacerlo. Al principio hubo cierta timidez en el círculo pero después de que hablaron dos o tres miembros, las manos no dejaban de levantarse para pedir la palabra. Muchos invitaron a sus antepasados más cercanos, como padres, madres, abuelos, abuelas, etcétera. Otros dijeron que no era necesario invitarlos porque sabían que ya estaban presentes y sólo querían agradecer su compañía.

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Después, el Goði dio gracias a los dioses y les ofreció un sacrificio derramando cerveza de un bowl que tenía sangre de cada uno de los presentes en su interior. También dio gracias por la presencia de varios miembros y reconoció sus méritos, dio gracias por la asistencia de los invitados y dio gracias por lo que no pudieron asistir. Tras las palabras del Goði, uno por uno, todos los que formaban el círculo dieron gracias por la cosecha, por la compañía, por la oportunidad de estar ahí y brindaron por los presentes. Cada brindis consistía en decir unas palabras, tomar un trago de cerveza del cuerno, y gritar "¡Skol!" (equivalente a "¡Salud!"), una palabra que todos repetían. De igual forma, tras cada petición, todos en el circulo decían "Que así sea".

Llegó la hora del festín. El círculo se deshizo y todos sacaron la comida y las bebidas que traían para compartir. Las mujeres se acercaron a la fogata y empezaron a cocinar la carne. Los hombres se organizaron para ir a cortar leña y traer más cerveza. Me explicaron que no era una cuestión machista, sino que en la antigüedad la costumbre dictaba que el rol de las mujeres era quedarse y cuidar del hogar. Aunque, si querían, podían ir al campo de batalla, pero entonces perderían los derechos que tenían al cuidar del hogar.

Cuando terminaron de cocinar la primera ronda de carne, la repartieron a todos y se repartieron la cerveza que trajo uno de los miembros que, por cierto, él mismo produjo. También hubo pollo, vino, pan, dulce de calabaza, tequila y un poco de fruta, entre otras cosas. Comimos hasta quedar más que llenos. La comida, la fogata y el alcohol me hicieron entrar un poco en calor y por fin me quité una de las tres chamarras que traía puestas, prestadas, claro. Yo no llevaba comida para compartir ni prendas para cubrirme pero todos fueron muy amables conmigo, me alimentaron, me prestaron ropa y me ofrecieron su tienda de campaña. Por fortuna, la hospitalidad es una de las nueve nobles virtudes por las que se rigen los ásatrúar (las otras ocho son: coraje, honor, verdad, fidelidad, disciplina, productividad, confianza y perseverancia).

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Después de comer, algunos nos sentamos a platicar, otros fueron a dar un paseo, otros incluso tuvieron combates amistosos. Cuando el frío se hizo más intenso, me despedí para irme a la cabaña que había rentado con otras tres personas que no iban preparadas para acampar pero me dijeron que el blót terminaba hasta que se apagara la fogata y que lo más seguro es que fuera hasta después del amanecer. Decidí quedarme un poco más. Otro de los chicos me pidió que lo acompañara cerca del río y empezó a contarme sobre las deidades, la conexión con la naturaleza y me pidió que tratara de observarla y escucharla con más atención. Regresamos a la fogata y junto con todos los demás para escuchar las palabras del Goði.

Esta vez se trataba sobre otros clanes, sobre la unidad del clan Úlfey y demás asuntos internos. Al terminar esa plática, el Goði mencionó un dios maya llamado Wotan, que también es otro nombre por el que se conoce a Odín, y pidió a los miembros que investigaran más sobre el tema, o en sus palabras "se los dejó de tarea". Después hablaron sobre los dioses del norte y se enfocaron en aclarar el papel de Loki. Lo que aprendí fue que Loki no es el enemigo y que esa forma de verlo se debe al sincretismo que ocurrió con la religión cristiana; así como está dios, también está el diablo, la bondad y la maldad. Pero los dioses de los vikingos no eran perfectos, eran "perfectibles" y mortales. Explicaron que Loki es lo que daba el equilibrio, el caos en el orden, el que cuestionaba. El dios que te concedía lo que le pedías pero te lo daba en el fuego y era tu deber sacarlo.

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Poco después de esa plática, el fuego se tornó color verde y los "hermanos" comentaron lo increíble de este fenómeno. Mencionaron que no era posible que fuera una reacción química y se alegraron de la presencia de Loki. Uno de ellos me pidió que viera con atención las fotos que había tomado porque el fuego dice mucho.

El círculo se volvió a dispersar. Me quedé viendo las estrellas acompañada de uno de los chicos del grupo. Un poco más tarde llegó la hora para la segunda ronda de comida. Otra vez comimos hasta no poder más. Algunos miembros se despidieron y se fueron a sus casas de campaña, otros se quedaron dormidos en la intemperie y unos cuantos se organizaron para ir por más leña, agua y cerveza.

En ese momento, el Goði empezó a platicar personalmente con algunos de los miembros. Tras platicar con dos o tres personas, llegó mi turno. Por alguna coincidencia, cuando me disponía a empezar la entrevista, llegó el grupo que había ido por leña y se volvió a formar el grupo. La entrevista se convirtió en una entrevista grupal, donde todos tuvieron la oportunidad de expresarse y contar sus experiencias personales.

"El ásatrú es una tradición nórdica no muy antigua. Nace en Islandia, con la primera asociación a nivel internacional llamada Ásatrúarfélagið. El Ásatrú no consiste en asesinar niños (como mucha gente cree), no se realizan actos ilícitos. Nosotros creemos no un dios, sino en varios. Los ásatrúars son fieles a los dioses Aesir, dioses guerreros, y a los Vaenir, que son los que nos permiten estar en el bosque. Pero también existen los ancestros y esta tradición es ancestral", dijo el Goði.

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También mencionó a la Hermandad Odinista del Sagrado Fuego, que fue el primer clan en México y aclaró que con el tiempo se volvió odinista. "El odinismo se enfoca en respetar los cuatro panteones nórdicos y las deidades Aesir, Vanir, Jötnar y Thursar y a desprenderse en el estudio de esas mismas. Mientras que el Ásatrú es aquel que rinde culto sólo a los dioses Aesir. Otros clanes también llevan un respeto a esas deidades. No es que queramos abarcar todos los panteones pues no los buscamos, ellos llegaron".

Asimismo, aclaró que su interés por esta religión surgió desde pequeño por ser descendiente de alemanes, franceses y españoles y que su maestro es su abuelo. Al morir su abuelo, le quedaron muchas dudas y al tratar de resolverlas, conoció a gente con la misma ideología que fue la que la ayudó a fundar el clan. El clan es tribalista y está en contra de todo tipo de racismo.

Al preguntarle cómo reacciona la gente cuando se entera que es politeísta, me dijo: "Hay gente que dice que esto es del diablo, que alabamos demonios. Pero cuando tú le empiezas a explicar a la gente, te dice que no corresponde a lo que tenía en la mente. Ha habido problemas y nos hemos enfrentado a grupos extremistas, tal vez no en forma física pero sí en forma escrita e ideológica. Ser politeísta es un problema muy grande en un país con tradición monoteísta, donde la religión católico cristiana se vino a imponer. Y hay algo muy gracioso: la religión politeísta ya esa parte de este país. La tradición politeísta se practica en muchas culturas".

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"Los dioses guerreros llegaron a estas tierras y en vez de atacarlas, apoyaron al desarrollo y después se retiraron. Hay historiadores que dicen que Kukulkán y Quetzalcóatl llegó a ser un vikingo que viajó de tierras muy lejanas y llegó aquí arrasado por un huracán. Por eso se le da el nombre a Kukulkán, es aquél que proviene del huracán. No mezclamos la tradición mexica pero tampoco la negamos. Y los prehispánicos tal vez no nos quieren tanto pero sí nos respetan porque rendimos culto al universo, a la naturaleza, a nuestros dioses y a nuestros ancestros. Eso ha hecho que crezcamos en número. Actualmente somos más respetados por nuestras creencias que por hacer guerras ideológicas. El ásatrú no es una religión reconocida por el gobierno pero sí por las personas", continuó.

Para el Goði, la meta primordial es que se reconozca esta religión. "Si en Argentina y Chile se busca la legalización, ¿por qué no en México? Hay muchas personas que siguen la tradición nórdica, lamentablemente hay otras que la toman como un juego. No nos pueden considerar una religión seria por que son muy pocas las personas que la llevan con seriedad. Somos pocos. Pero no me sirve tener mil personas que dicen que creen cuando no llevan una tradición verdadera. La meta es que esta religión sea reconocida a nivel nacional para que nos permitan realizar nuestros ritos en público sin tener que esconder lo que somos. A veces uno dice que es heathen, ásatrúar, odinista y lo único que recibimos son groserías e inclusive hasta el desempleo no a sólo niveles privados sino gubernamentales".

"La sociedad nos ve como satánicos", dijo uno. "Como parias", agregó otra chica. "Como chicos que están jugando para sentirse diferentes", se escuchó al fondo.

Angélica, una de las integrantes del clan, contó que ella vivió en Dinamarca y presenció cómo se vive la tradición en ese país. Cuando regresó a México, creyó que nunca iba a volver a vivirlo pero tras una larga búsqueda encontró este clan que, para ella, es de los más serios y más similares a los clanes del país nórdico.

Según lo que me contaron, el Ásatrú ha crecido, tal vez no de la forma más correcta, con a una oleada de jóvenes que escuchan los géneros viking metal o folk metal, cuyas letras y música impulsan a su público a investigar e interesarse en la tradición nórdica. Al principio, en los primeros blóts de hace 15 años, había sólo seis personas. Ahora, en cada blót participan hasta 40 personas. La edad de los seguidores de esta tradición va desde los 20 hasta los 40 años, más o menos y es gente de todo estrato social.

A las 4AM el fuego empezaba a apagarse y el frío se volvió insoportable. Me quedé platicando un poco más con Israel, un "hombre libre" que siempre está presente en los blóts y que todos consideran parte del clan a pesar de nunca haber hecho un juramento. Me comentó que su bisabuela era danesa y como en su familia casi no se habla sobre el tema, él empezó a investigar y así fue como llegó al clan. Dijo que son como su familia y que siente que ese es el lugar al que pertenece. Después nos acercamos al fuego, yo porque tenía los pies mojados el pasto y él porque tenía lastimado el pie por el combate y el frío hacía que le doliera más.

Como no dejaba de temblar, dos chicos, se ofrecieron a acompañarme a mi cabaña. Ellos tenían planeado irse a las 8 AM en punto porque tenían trabajo pendiente. Les pedí que me despertaran a la misma hora porque mi celular ya no tenía pila y que si podía irme con ellos. A la mañana siguiente, poco antes de la hora acordada, ya estaban frente a la cabaña. Regresamos al campamento para despedirnos y nos fuimos caminando. No recordaba que la subida fueran tan larga ni que la colina estuviera tan pronunciada. Casi 20 minutos después, por fin llegamos a la carretera y justo pasó el autobús que iba hacia la estación del metro Cuatro Caminos. Dos de ellos se quedaron dormidos en el trayecto. Todos nos sentíamos cansados y adoloridos pero felices y me invitaron a participar en el próximo blót.

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