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Cultură

No estoy bien: recordamos lo que significaba ser emo

Acompáñenme en un viaje por el delineador de hombres, el cabello que cubre un solo ojo, flecos postizos, cinturones de estoperoles, MySpace, cortadas y homoerotismo.

El autor en su etapa emo.

No creo mucho en la reverencia casi constante que se reciben las culturas juveniles. Tal vez es porque no estoy tan lejos de la edad en la que te atrapan esas cosas, pero cuando era adolescente tampoco me creía todo. Nunca pensé que formara parte de algo especial o importante. Y heme aquí, a punto de escribir un texto largo sobre por qué la música emo, ser "scene" y todo lo demás —aunque quizá no influye en mi forma de ser hoy en día, al menos no al grado en que el punk o lo que sea es demasiado viejo y los crust punks que protestan afuera del metro se ven como cadáveres vestidos por estudiantes de arte— sigue siendo el campo que mejor conozco.

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Es mi especialidad. Poseo un conocimiento enciclopédico del horrible metal scene screamo, tanto underground como mainstream. Y quiero compartir un poco de ese conocimiento con ustedes. Acompáñenme en un viaje por el delineador de hombres, el cabello que cubre un solo ojo, flecos postizos, cinturones de estoperoles, MySpace, cortadas y el homoerotismo presente en cualquier escena donde hubiera un grupo de jóvenes bellos.


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Como dirían muchos puristas del género, el emo no es, o no era, el estereotipo que todos conocían. Cientos de miles de tipos con lentes de pasta y camisas de cuadros que se ven como extras de un episodio de Portlandia y no como parte del top six de Myspace, van a lamentar su pasado como adolescentes idiotas y van a recordar a los padres de la escena: Sunny Day Real Estate, Dashboard Confessional, Jawbreaker, entre otros. Esto fue antes del cambio de milenio, una época en la que el romanticismo del aburrimiento en la ciudad se utilizaba para prostituirse en el rock alternativo. Sus orígenes poco glamorosos abrieron paso a un sinfín de grupos. El contenido emocional de la música se mezcló con el sonido pop punk de Blink 182, Sum 41, entre otros, y vio nacer a una generación de tristeza estúpida.

Mi afición fue el resultado de un uso intensivo de internet. A los 13 años de edad abrí mi primera cuenta de correo electrónico, en Hotmail, mi boleto a la feria mundial de sandeces que poco después se volvieron, y siguen siendo hasta cierto punto, lo único que veo todos los días. Abrí mi MSN Messenger y empecé a agregar personas al azar que conocía en foros de internet sólo por diversión. Y esto fue en la época en la que estaban de moda los escándalos de asesinatos, acoso sexual infantil y pedófilos que buscaban niños en internet. Seguro mis padres se habrían horrorizado al saber lo que hacía. Ese año me regalaron una batería para mi cumpleaños. Entre eso, mi apatía en todo lo que no fuera chisme y mi nueva obsesión con las maravillas infinitas del mundo virtual, el camino para verse como un pendejo y escuchar música de mierda estaba lleno de lodo pero ya podía caminar por él.

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Y digo música de mierda pero me encantaba. Hasta hoy insisto en que los tres mejores sencillos consecutivos que ha lanzado una banda en orden cronológico son "I'm Not OK", "Helena" y "Ghost of You" del álbum Three Cheers for Sweet Revenge de My Chemical Romance, en 2004. Todavía los escucho en mis días nostálgicos. No obstante, acepto que la mayoría era una basura. Las letras eran insoportables. El ejemplo más popular de este malestar es el éxito de Hawthorne Heights de 2004 llamado "Ohio Is For Lovers", que dice "Me corto las muñecas y me pinto los ojos/para poder dormir esta noche", entre otras cosas que un estudiante diría mientras ve por la ventana del autobús camino a la escuela.

El suicidio y las autolesiones eran una parte importante del estilo. En el video que sacó Funeral for a Friend en 2006 de la canción "Roses for the Dead" sale un adolescente que sufría de bullying hasta que un día decide saltar de lo que parece ser un estacionamiento muy alto. Nuestra adolescencia está muy lejos de ser una época de luz y, al menos entre mis compañeros, las autolesiones solamente generaban burlas. Obvio eran para llamar la atención, como todo lo que hacemos a esa edad. Pero cuando eres joven, no estás muy consciente de los verdaderos horrores de la vida. Una persona con más experiencia se preocuparía al ver cicatrices paralelas en los brazos de una chica. Pero los adolescentes crueles, al ver algo así, sólo se preguntan cómo pueden hacer que haya más cicatrices.

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Tal vez es un poco dramático pero esta escena está llena de drama. Está obsesionada con la tragedia y el amor prohibido. El beso entre los dos reyes contemporáneos de la sensualidad poco convencional, Bert McCracken de The Used y Gerard Way de My Chemical Romance, en el escenario fue un momento clave en el descubrimiento de la sexualidad de muchas niñas emo. Tenía paralelos con el indie en muchos sentidos: la homosexualidad falsa, el uso de la ciudad de Camden como base, y la poética ñoña y anticuada. No obstante, mientras los dioses de la escena indie se vestían como soldados británicos y tenían dientes chuecos, piel descuidada y eran adictos a todo tipo de drogas duras, los padres del emo tenían piel bonita, usaban maquillaje, sus cortes de pelo eran carísimos y tenían expansiones.


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Se podría decir que los emos y los scenes fueron los primeros en adoptar el legendario ángulo MySpace, una forma de tomar fotos muy sofisticada para ocultar tu fealdad. Mientras menos se viera de tu rostro (sin que desapareciera totalmente de la toma), mejor. Todo esto era parte de la identidad, del look. El punto era tu rostro con un fleco planchado y de colores, distraer el ojo con la perfo snakebite y sostener tu cámara digital en lo alto para que se viera más tu cuero cabelludo que tu rostro. El narcisismo inseguro de los jóvenes va más allá de esta escena increíblemente ególatra.

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Dejemos atrás la moda emo y concentrémonos en su prima lejana, la moda "scene". Si el emo era la encarnación de la angustia adolescente malhumorada y pensativa, el scene era el hijo bastardo malévolo y descarado del glam. Era una moda muy californiana y dio luz a la carrera de Sonny Moore, también conocido como Skrillex, en la banda From First to Last y la vestimenta metalcore de Bring Me the Horizon. Ahí fue donde se tornó más tierno y al mismo tiempo más maduro. Es una escena que se enfocaba en la fiesta. Se trataba de beber y tener sexo. Era más cruda y escabrosa. Los artistas como Alexisonfire, Silverstein, Underoath y muchos otros tomaron estos elementos y crearon el screamo, la mezcla entre estar triste y estar enojado. Pero todavía faltaba la suciedad. Bueno, sí tenía suciedad pero era una suciedad más "hardcore", como mugre, lodo y sudor, en vez de la basura Jaggeresca que tienen todas las bandas maquilladas que salían en las portadas de la revista Grita. Eso es territorio de los hijos de Motley Crüe y podemos verlo hoy en día en bandas como Escape the Fate, Blessthefall, Pierce the Veil, and Black Veil Brides y otras bandas relacionadas con velos.

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Esta moda era más para los chicos que vivían en los suburbios. Para adolescentes a los que les gustaba pasear en los panteones a las afueras de la ciudad, tomar cerveza en lata, ser raros y hablar de cosas raras. No era algo que te hiciera sentir orgulloso. No fue un movimiento que cambió el mundo. Era una excusa cosmética, un ejercicio de vanidad para los que rechazaban la música ñoña que estaba de moda en esa época.

Pero llega un momento en el que tenemos que crecer. Si tienes más de 20 años, los moshpits ya no son para ti. Ya no puedes comerte una tacha e ir a ver a As I Lay Dying. Tienes que diversificarte. Sin embargo, el emo fue un buen lugar para pasar unos cuantos años sombríos, escuchando guitarras descuidadas y un vocalista que pesa menos que mi pierna gritando sobre la chica que le rompió el corazón y lo convirtió en una urna.

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