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Un buen rato con los separatistas kenianos

El MRC de Kenia sólo quiere su parte del pastel.

Las costas kenianas son conocidas por sus playas de arena blanca, su mar turquesa y su adorable combinación de arquitectura islámica y colonial. Los turistas llegan a este lugar en busca de alcohol barato, sexo con los locales, y un paisaje exótico. Lo que seguro no saben, es que muchas de las personas que les sirven sus tragos y cambian sus toallas son parte de un enorme movimiento separatista que, muy probablemente, terminará en un caótico baño de sangre en las próximas elecciones presidenciales.

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El gobierno de Kenia quiere que el mundo piense que los del Consejo Republicano de Mombasa (MRC), en la costa sur, son un grupo de criminales y terroristas.

En realidad, este movimiento proscrito está compuesto de jóvenes de la región, pobres y sin tierra, quienes están hartos de ser marginados por el gobierno, y maltratados por la policía. Están listos para alborotar la temporada electoral: planean sabotear las casillas en Mombasa y más allá, y han jurado que, cualquiera que intente someter su voto en provincia, tendrá problemas.

El MRC es similar a la milicia somalí (un grupo en el noreste que luchó por una separación en los sesenta, hasta que el gobierno lo aplastó violentamente), y es uno de los 32 "grupos proscritos de crimen organizado" declarados en 2010. Sus líderes aseguran oponerse a la violencia, pero la mayoría de sus miembros son jóvenes sin representación y listos para levantarse en armas.

Líderes del MRC: vicepresidente Ali Mwatembe, presidente Rashid Kivyaso, y vocero Mohammad Rashid Mraja

Recientemente tuve la oportunidad de pasar un rato con los fundadores del MRC. Nos reunimos en Likoni, un pequeño pueblo en las afueras del puerto, donde me senté con el presidente Rashid Kivyaso, el eufórico vocero Mohammad Rashid Mraja, el secretario general Randu Mzai Ruwa, y el vicepresidente Ali Mwatembe.

Aceptaron reunirse conmigo porque quieren que sus problemas sean escuchados por cualquiera que esté dispuesto a hacerlo. Igual que su contraparte somalí en el noreste, los locales sienten una profunda marginación, y durante mucho tiempo a nadie le ha importado un carajo.

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“Las personas de la costa están cansadas de ser gobernadas por el gobierno keniano. El gobierno les ha robado su riqueza… Es el nuevo colonialismo", dice Ruwa.

El MRC se formó en 1999, y aseguran que a pesar de que la Provincia Costera es una de las principales contribuyentes a la economía nacional, gracias al puerto de Mombasa y a la creciente industria del turismo, el pueblo costero no se ha visto beneficiado por sus recursos. Los políticos canalizan las grandes inversiones en la zona a nuevos complejos turísticos, y llega muy poco dinero para infraestructura y desarrollo humano.

A pesar de ser la segunda ciudad más grande de Kenia, Mombasa no tiene sus propias universidades. Los estudiantes de la Provincia Costera salen siempre con las peores calificaciones en los exámenes nacionales, los locales rara vez alcanzan un puesto en el gobierno, y la pobreza y el desempleo son un problema endémico. Aun más importante, por la popularidad de la región como uno de los principales destinos turísticos, muchas familias han sido desplazadas por empresarios extranjeros y kenianos no costeros, para poder construir más hoteles.

Los miembros del MRC también son víctimas frecuentes de la brutalidad policiaca y se están cansando de ella.

“Nos mueven las exigencias del pueblo. Nos dimos cuenta de que el gobierno no nos va a ayudar. La ley funciona diferente para la población local. El MRC es el producto de los abusos", dice Ruwa.

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Desde que el MRC fue declarado ilegal, las redadas de la policía durante las juntas y las ceremonias de iniciación se han intensificado. Durante una de esas redadas en octubre del año pasado, la policía disparó contra los habitantes, hiriendo a muchos y, supuestamente, matando a un pescador.

“Nos dijeron que no hablaramos, y los jóvenes se opusieron. Algunos comenzarona a lanzar piedras, y la policía respondió con disparos", dice Mwatembe.

Los líderes con los que me reuní estaban firmes detrás de su política de no violencia, pero reconocen que los jóvenes, quienes conforman la mayoría del grupo, no necesariamente piensan igual.

“Hay un gran número de jóvenes que aseguran que estamos perdiendo el tiempo y que deberíamos levantarnos en armas”, dice Mraja.

“Si empiezan una guerra, no podremos detenerlos”, agrega Ruwa.

Todos los líderes del MRC me aseguraron que están determinados a agotar todos los caminos legales para alcanzar su objetivo. Un extraño tratado entre el sultán de Zanzibar y la reina de Inglaterra dicta que los 16 kilómetros de tierra que hay de costa keniana, deberán ser devueltos  a los locales en 2013, algo que seguro será ignorado por el gobierno de Kenia.

El grupo está terminando de armar una petición para la corte para despenalizar al grupo y evitar que la comisión electoral keniana instale casillas de votación durante la siguiente elección.

Pero hasta el momento, ese proceso ha sido muy lento. Es poco probable que tengan éxito por el camino legal, y si no lo logran…

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“El MRC no permitirá que el proceso de votación continué. Si la petición a la corte falla, no habrá otra opción más que la violencia para detener a la gente. Pero cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él", dice Mwatembe.

El MRC no quiere otra cosa que la separación. Ese es su único objetivo; sin compromisos. Pero la batalla legal no está avanzando como el grupo esperaba.

Al día siguiente, en el tribunal superior de Mombasa, los miembros del MRC se reunieron para esperar las noticias más recientes sobre los dos casos. El proceso se retrasó una vez más —el grupo lleva dos años esperando que se le asigne una fecha de juicio— y cuando llegué, los miembros del MRC estaban con su abogado frente a la corte, y se veían muy encabronados.

“Este es otro ejemplo de las tácticas de demora que utiliza el gobierno para ignorar nuestra petición", dice Mraja.

En el parque, del otro lado de la calle, 250 personas con las caras pintadas y mensajes políticos se hicieron notar con cantos y gritos. Quedé atrapado en medio de todo eso cuando Mraja empezó a alentar a la multitud, gritando consignas y provocando a un camión de policías antidisturbios.

“En el último año, el MRC ha crecido a un ritmo acelerado, en parte porque el gobierno ha intentado silenciarlo. La atención de los medios ha crecido muchísimo. Nuestras conferencias de prensa solían estar vacías. Ya no", dice Mwatembe, quien estima que hay 2.2 millones de miembros activos del MRC en la provincia.

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La gente está prestado más atención porque la costa es una zona crucial para los políticos con sed de votos. Es poco probable que un movimiento separatista en esta zona pueda tener éxito, porque el lugar es demasiado valioso para el resto del país, pero eso no ha logrado disuadir al MRC.

Quieren su propia bandera, moneda, nombre (República de Mombasa), y leyes, y las quieren para finales de año. Todavía no se deciden por un sistema de gobierno, pero definitivamente están pensando en ello.

“Sólo somos los revolucionarios. Los líderes vendrán después”, dice Mraja.

"La costa no es Kenia", dice la pinta en este muro.

El MRC está compuesto principalmente por musulmanes, y en algún momento propusieron un regreso a la ley Sharia, aunque la presión política y la reciente incursión de Kenia en Somalia para lidiar con el grupo militante islamista, Al-Shabaab, los llevó a olvidar las doctrinas religiosas. Los rumores de que el grupo está coludido con Al-Qaeda y Al-Shabaab, han manchado su reputación. El MRC está intentando jugar su mano.

“No tenemos una religión definida. Aprendimos la lección de nuestros errores anteriores. Aceptamos gente de todas las religiones, y prohibimos los argumentos religiosos", dice Mraja.

Es una movida astuta, y una que seguro atraerá más seguidores en la región. El movimiento también se ha visto beneficiado por los múltiples incidentes de brutalidad policiaca: la ya mencionada redada de octubre, y un enfrentamiento en diciembre del año pasado en el que docenas de personas fueron golpeadas, arrestadas y humilladas por la policía.

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A mi regreso a Likoni, conocí a Mdune Julo y Mwana Siti, dos locales que siguen indecisos sobre unirse al MRC. La noche del 18 de diciembre se quedaron en casa, un día después de que dos policías locales fueran asesinados a machetazos. Los locales insisten que los asesinatos no estuvieron políticamente motivados, pero esa noche la policía no los quiso escuchar.

Según Julo, unos 20 oficiales de la policía paramilitar llegaron al barrio donde se había llevado a cabo el crimen y comenzaron a patear las puertas. Apenas estaba saliendo de su cama cuando la policía entró y lo arrestó.

“Comenzaron a golpear a todos. Estaban buscando al MRC. Nos tiraron al suelo y nos golpearon mientras caminábamos hacia el camión".

Siti, una pequeña mujer musulmana, dijo que el acoso y la brutalidad eran como estar en Abu Gharib; muchos de los detenidos seguían desnudos, y tenían que sentarse en las piernas de otros antes de subir al camión, todo mientras la policía los golpeaba. Siti dice que los musulmanes sufrieron fuertes abusos verbales xenofóbicos.

“Destruyeron mi tienda y golpearon a la gente con los palos. Las mujeres fueron sacadas de sus casas y las obligaron a mirar”.

“No votaré en las próximas elecciones como un acto de desafío contra el gobierno", dice Julo.

Comisionado Aggrey Adoli

En la estación de policía, el comisionado Aggrey Adoli dice que los reportes de brutalidad policiaca son rumores infundados.

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“No hemos escuchado estas quejas. Son sólo rumores. La gente podría haber ido a la corte a levantar una queja. En este momento podríamos tener fuertes protestas. Las redadas se llevaron a cabo durante el día, pero nadie reportó nada".

Según Adoli, el MRC es un grupo pequeño y sin fuerza de agitadores que sólo buscan atención y dinero, probablemente trabajadores del gobierno que no planearon bien su futuro.

“En este momento no son una amenaza. El gobierno tiene tropas en tierra para lidiar con ellos".

Adoli me dijo que el grupo está motivado sólo por dinero, y atrae sólo a los jóvenes más pobres y peor educados. Este año, cuando la nueva constitución de Kenia establezca 47 nuevos condados en el país, la Provincia Costera podrá decidir en que se gasta su dinero.

“Tienden a hacer lo que les dicen. Les hemos dicho que deben esperar los nuevos gobiernos. Cualquier amenaza que hagan contra otras personas no los acercarán más al desarrollo económico. Los problemas de la tierra se resolverán bajo la nueva constitución".

Adoli jura que no ha habido incidentes de brutalidad policiaca, y dice que simplemente han hecho su trabajo y mantenido la ley y el orden en la región.

“Como sabes, el MRC fue proscrito, así que no pueden llamar a una asamblea de manera legal", dice.

Pero, según Mwinyi Juma, director de la ONG local, Likodev, esa es la forma de pensar que resultará en problemas durante las elecciones,

Juma trabaja extensamente con el MRC para ayudarles a agotar todos los caminos legales y prevenir la violencia, pero no siempre fue así. Juma y otros guerrilleros irrumpieron en las estaciones de policía durante las elecciones de 1997, tras una serie de enfrentamiento en el distrito de Kiambu; tenían armas que, según ellos, el gobierno les había entregado para acabar con la oposición.

Juma pasó semanas luchando contra la policía en la selva, y aunque ya abandonó sus tendencias violentas, siente que este año se repetirá la historia.

“Hay problemas que el gobierno se niega a atender, su manera de hacer las cosas deja mucho que desear y golpear a los jóvenes sin razón alguna no es la estrategia a seguir. Por eso estábamos en la selva luchando contra la policía en 1997. Empezamos por eso".