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Cultură

Guía de Barcelona hecha por dos tíos de Madrid

Recomendaciones escritas, básicamente, por dos personas que no tienen ni puta idea de esta ciudad.

Los autores no tienen ni idea de donde está esto. Imagen vía.

En Barcelona las calles son muy anchas y las manzanas de edificios no tienen esquinas, porque los arquitectos diseñaron los bloques con cortes, quitándoles un trocito de arista equivalente a un queso de Trivial. En invierno es un poco la penumbra, porque el alumbrado municipal apuesta por lo tenue, y el metro te transporta a sitios pero también a los años setenta moscovitas. Todo esto, junto a la humedad y las esteladas en ventanas y balcones (estilo torneo medieval), es lo que nos gusta llamar cariñosamente LA BIENVENIDA BARCELONÍ.

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Os contamos esto porque nuestro compañero Pol Rodellar -bajo el seudónimo Pablo Rodellón- publicó una impecable guía de Madrid hecha por un tío de Barcelona. Y dos de nuestros redactores, que ni siquiera son de Madrid aunque llevan ahí media vida, han querido hacer lo mismo. A continuación os presentamos los mejores lugares de Barcelona (preferimos repetir "Barcelona" cien veces, antes que decir CIUDAD CONDAL), o al menos los que más gustan a Iago Fernández (coruñés) y Fernando Bernal (salmantino), dos periodistas que prácticamente solo visitan Barcelona por trabajo (la otra oficina de VICE está allí).

Aunque se puede saltar directo del AVE al taxi, recomiendan tomar antes un café en un bar de Sants y empaparse de la jerga local. Mucho se ha hablado de la barrera idiomática, pero en realidad lo único importante es saber que un botellín es un quinto, un tercio una mediana y un chino un paqui. Tapa no hace falta saber cómo se dice porque no te las ponen. "Ves" significa "vete" y "vengo" significa "voy", pero este tipo de cosas se deducen por el contexto. Lo siguiente al taxi es el alojamiento, dejar la maleta en el hotel. Se proponen aquí los únicos testados: el Melon District, una mezcla de albergue, colegio mayor y hostal levantino; el Villa Olimpic, con un spa al que siempre soñamos con entrar; y el Pere IV, que está enfrente y va bien cuando no quedan habitaciones en el Villa Olimpic. También está el Princess, donde se alojan los músicos del Primavera Sound, pero es caro.

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En realidad lo único importante es saber que un botellín es un quinto, un tercio una mediana y un chino un paqui.

La primera vez duele y no se olvida. La de Iago fue en el 92, de niño, y la de Fernando en el 97, acompañando a una amiga que iba a entrevistar a Isabel Coixet. Se quedó en un hostal del Raval y durmió en una especie de gallinero con jeringuillas calientes en el descansillo. Para compensar, se lo pasó pipa en el Nitsa. Todavía hoy sigue recomendando Apolo y no salir de allí hasta el cierre, cuando el tumulto propicia hurtos y follón. Otros sitios para alternar, que seguramente apesten pero que en ellos ocupan un rincón emocional importante son el Heliogàbal, la Sidecar, el Rocksound, la Ovella Negra (hola Marc) y un bar de música latina en el Gótico que no recuerdan cómo se llama. Su barrio preferido es Poble Nou, porque hay pisos con montacargas en vez de ascensor y las empresas guays conviven con solares ocupados por rumanos.

Ni el Raval es Lavapiés, ni el Born (o Gracia) es Malasaña.

Los anfitriones locales te dirán que hay equivalencias, y que el Raval (tebeos en Fatbottom) es Lavapiés y el Born (o Gracia) Malasaña. No hagas caso, las cosas están desperdigadas. Algunas por la calle Verdi -donde los cines en versión original-, la tienda de discos Tupa Tutupá (nos dicen por el pinganillo que ha cerrado), un bar con rampa de skate al lado del MACBA, la semiokupa Hi Jauh USB, un parque cerca de Palo Alto (el Williambsburg de Barcelona) junto a la playa, bares de pescadito en la Barceloneta, la tienda de carteles de Error Design, el Fòrum, un sitio de pimientos que fuimos con Rebolledo, el Tovar con sus 'libritos' (seudo-cachopos), la terraza del Silken en la que hacemos fiestas a veces, un poquito de Gaudí, Els 4 Gats no que da asco, la iglesia de Santa María del Mar, millones de guiris con gorros mexicanos (cada vez menos), un piano bar entre Aribau y Diagonal, bicicletas municipales como las de Madrid pero sin batería, el Cañete… nuestra Barcelona es básicamente esto.

En esta guía "escrita, básicamente, por dos personas que no tienen ni puta idea de esta ciudad" no pueden faltar las clásicas sugerencias de sensaciones en las que zambullirse, con sus topicazos y clichés fallidos. No sé, aprovechar para tocarle la cara a un intelectual de gafas de colores para ver que es real, intentar que alguien te integre en una quedada con sus amigos sin haberlo planeado con un mes de antelación, ir al Camp Nou a un partido del Barça que por algo es el equipo más grande del mundo, bailar Ojos de Brujo o Muchachito Bombo Inferno con una cuadrilla de cumbayás nacionalistas, pasear después de las ocho de la tarde y comprobar que está todo desierto (excepto por los guiris), subirse al tranvía sin pagar, afirmar que allí son más europeos que en el resto de España, hacer chistes sobre la tacañería y las obras de la Sagrada Familia (el KFC de enfrente es de visita obligada), quejarte de que hablen delante de ti en catalán… No harás amigos, claro, pero para eso ya tienes Facebook.