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Vale, ya tenéis el emoji de la paella, ¿y ahora qué?

¿Son los defensores del emoji de la paella unos auténticos pesados?

Cuando quieres algo tienes dos opciones. Bueno, tres. La primera es resignarte y no luchar por ella. Esta es, sin duda, una buena opción; puede que la mejor. La segunda consiste en tener cierta dignidad e intentar lograr tus objetivos respetando a los demás y respetándote a ti mismo y, finalmente, la última opción es la de convertirte en un pesado.

Muchas veces los que optan por esta tercera vía logran sus objetivos pero también generan un sentimiento de rabia en los cerebros de los demás y, por lo tanto, tienen un enorme séquito de detractores. Hay que ir con cuidado porque un nivel excesivo de pesadez puede truncar tus objetivos.

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¿Os suena el tema ese del emoji de la paella? ¿Os suena de algo el hasthtag #PaellaEmoji? Bueno, os lo cuento.

Todo empezó con la indignación de un tipo al ver que no existía un emoji de la paella. Esta indignación le llevó a crear, en diciembre de 2014, una petición en change.org para que se incluyera la paella en la versión 9.0 de Unicode —el organismo que se ocupa de regular el estándar de los emojis—, prevista para 2016.

Este fue el primer grado de pesao.

En algún punto de toda esta historia la marca de arroces La Fallera se subió al carro. No queda muy claro si la iniciativa ya fue de La Fallera desde un principio o si realmente la marca se unió a posteriori. Sinceramente, la cosa es ciertamente sospechosa. Por ejemplo, la hoja de petición para que la paella forme parte de la nueva hornada de emojis está a nombre de la empresa, no del particular que empezó la campaña.

A partir de aquí empezó una carrera mediática brutal. La marca empezó a producir vídeos para promocionar la iniciativa y, de alguna forma, la cosa llegó a ser trending topic.

Esta invasión supuso el segundo grado de pesao.

La petición logró alcanzar las 4.000 firmas y cuando, a finales de enero de este mismo año, salió a la luz la lista con los nuevos 74 candidatos que podrían ser incorporados en la nueva versión de Unicode, la paella estaba entre ellos, compartiendo clase con el shawarma, la esposa de Papá Noel y unos tipos haciendo una voltereta. En fin, la paella era esta:

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Lo que a todos nos parecía una paella normal y más que correcta supuso una decepción tremenda para los organizadores de esta pantomima ridícula. Tanto ellos como las personas que apoyaban la iniciativa (y los valencianos en general) sintieron que les habían timado; esto no era una auténtica paella.

Aquí es cuando la cosa empieza a descontrolarse. Desconozco si la primera paella del mundo se hizo en Valencia pero lo que está claro es que la idea de "paella" existe y que tiene muchas formas. Ninguna de ellas es la representación mental perfecta del concepto paella, es más, esta tendría que ser una mezcla de todas ellas o debería concretar los elementos que todas ellas tienen en común.

En ningún caso tiene sentido intentar descifrar cuál es la paella original, la paella verdadera. No queremos jugar a eso, no deberíamos intentar discernir entre qué es paella y qué no es paella. El caso es que como la marca que estaba relacionada con esta iniciativa era valenciana (pese a formar parte de un gran grupo alimenticio llamado Ebro Foods cuya mayor producción se desarrolla en Cataluña, Andalucía, Galicia y Castilla y León) se quiso hacer el emoji a imagen y semejanza de la típica paella valenciana en un extraño ejercicio de exclusión.

Su paella era LA PAELLA. Su contrapropuesta era esta:

Yo no sé, pero cuando pienso en paella esto no es lo que me viene precisamente a la cabeza. En cualquier caso, es algo que me la suda completamente. A los promotores de esta movida no les sudó de la misma forma y empezaron una campaña en contra del emoji de la paella propuesto por Unicode, que según los detractores, se trataba simplemente de un "arroz con cosas". Esta lucha generó situaciones tan lamentables y poco trascendentes como esta.

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En todo caso, esta rabieta infantil de no aprobar la paella propuesta por Unicode y exigir que tu idea del concepto paella es la única posible, supuso el tercer grado de pesao.

A los cinco días (¡CINCO!) los pesaos fueron TAN pesaos que lograron que Unicode rectificara y modificara su propuesta visual para el emoji de la paella. Este fue el diseño definitivo.

Después de todo este péplum sin sentido, finalmente, esta semana, Unicode ha presentado los emojis aprobados y, lamentablemente, la paella ha sido aceptada. Con tanta tontería, con tanto pesao inundando las redes sociales con esta chorrada, habría sido épico que el emoji no hubiera sido seleccionado.

Lamentablemente los pesaos —esos que te llaman 30 veces para recordarte que traigas dos bolsas de hielo a la fiesta de cumpleaños a la que, probablemente, no asistirás por culpa de estas 30 llamadas— lograron su objetivo. Al menos en parte, ya que, como podemos ver en la página de Unicode, la versión aprobada para Google contiene gambas y no ha pasado a través del demoledor filtro de los valencianos.

Pero hay algo que no han logrado. Hay una cosa que todos y cada uno de estos pesaos no ha conseguido y es que juro por Dios y España que no utilizaré este emoji en mi vida. Preferiré escribir "paella" con todas y cada una de sus letras antes que tener que recurrir a ese emoji que no me representa.

Espero que seamos muchos los que hemos terminado hasta las pelotas de esta campaña mediática que, al fin y al cabo, estaba atada a una marca de arroces que forma parte de un enorme grupo empresarial. Yo por aquí no voy a pasar. Habéis conseguido vuestra paella de mierda pero ahora seréis vosotros, y solo vosotros, los que os la comeréis.