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el número del viaje de fin de curso

Reseñas videojuegos mayo

Reseñas de Bioshock Infinite y Luigi's Mansion 2.

BIOSHOCK INFINITE

Irrational, 2K

Plataforma: Xbox 360, PlaysSation 3, PC

La distopía submarina de los dos primeros BioShock (esa Rapture que ya parece inseparable de la referencia a Ayn Rand y su Rebelión de Atlas) funcionó muy bien por cómo el juego le cedía la palabra al escenario en más de una ocasión, y quizá por cómo resultaba menos evidente y grotesco que la gran mayoría de sus competidores: mientras todos los juegos de tiros parecían estar dirigidos a gente con serios problemas de intelecto, BioShock parecía querer pedirnos algo más de atención. Tampoco mucha, claro. BioShock Infinite va por el mismo camino; a su favor juega que la mayoría de los juegos sigan estando dirigidos a gente que todavía no tiene pelos en los huevos. No todos sus puntos fuertes tienen que ver con una competencia floja: ahora que el escenario ya no es Rapture, sino Columbia (una utopía de extrema derecha desarrollada en una ciudad flotante, escindida de los Estados Unidos y con planes de acabar puteando a base de bien a los norteamericanos que no han creído en los delirantes planes de Comstock, el mesías del supremacismo blanco que gobierna), la dirección de arte se ha afilado para que todo tenga el mejor aspecto posible; el mundo del juego sabe ser colorista y feliz cuando tiene que serlo, pero no se corta a la hora de oscurecer y empantanar las cosas cuando la historia lo requiere. En ambos casos es brillante. Al final, la cosa va de pegar tiros a tutiplén, con un sistema de combate más dinámico y ágil que el de los anteriores BioShock, mientras nos cuentan una alegoría sobre el conservadurismo, el progreso social, el fanatismo y las deudas vitales del protagonista, Booker DeWitt, pero también de nuestra sociedad, que no siempre sabe llevar bien las miserias del pasado.

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LUIGI'S MANSION 2

Next Level, Nintendo

Plataforma: Nintendo 3DS

Todos los juegos van de lo mismo, más o menos. Salva a alguien importante para ti (tu novia); salva a alguien importante para el mundo (una princesa, el presidente); salva el mundo (de los marcianos); ¡salva el universo! (de cualquier movida; llega un punto en el que ni siquiera importa qué está ocurriendo en la pantalla). Luigi's Mansion 2 no va de nada de eso. Luigi no es un héroe: es alguien que está viendo la tele y de pronto se ve obligado a ayudar a alguien profundamente irrelevante, habitante de un sitio indeterminado, a solucionar un problema que afecta únicamente a su puta casa. La importancia de la historia necesitaba ser mínima para que el juego pudiera ser la comedia que quiere ser: alejado de toda épica, de cualquier tipo de drama, Luigi's Mansion 2 está a medio camino entre el slapstick y los dibujos animados de principios de los 90. Igual que otros juegos intentan poner a prueba nuestra habilidad mecánica para superar pruebas a base de reflejos y concentración, Luigi's Mansion 2 quiere poner a prueba nuestro sentido del humor. La exploración de las mansiones está llena de momentos de alboroto y confusión hilarantes, enparte gracias a la aspiradora con la que nos defendemos de los fantasmas y buscamos detrás de las cortinas y manteles y paredes: lejos de la precisión matemática de los Super Mario, aquí hay algo de orgánico e inesperado en cada enfrentamiento con un enemigo. Quizá sea porque Luigi, al contrario que Mario, no se mete en estos embolados por gusto; igual que Jeffrey Lebowski podría vivir con una mancha de pis en la alfombra, Luigi podría vivir sabiendo que hay fantasmas en una mansión dejada de la mano de dios; pero no, tío: más complicaciones.