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Cultură

Un mendigo opina sobre el plan de Esperanza Aguirre para prohibir la indigencia

Gabriel vive en las calles del centro de Madrid. Hablamos con él para saber qué piensa de las propuestas de Esperanza Aguirre de apartar de las calles a los indigentes si es alcaldesa.

Gabriel está haciendo un sudoku. "Espera, que termino".

- ¿Puedo hacerte fotos?

- Sí, sin problema, solo que no quiero que se me vea mucho la cara.

Gabriel sigue sumergido en los números mientras mueve sus piernas bajo la manta en la que duerme desde hace tres años. "Llevo ocho en la calle, he vivido en Valencia y he arreglado paredes en Zaragoza". Tiene 46 años y una enfermedad "degenerativa en las piernas, así que no puedo caminar mucho".

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¿Qué piensa Gabriel de las intenciones de Esperanza Aguirre, candidata a la alcaldía de Madrid por el Partido Popular, de que la capital sea una ciudad sin mendigos en las calles, estilo Budapest? Gabriel sonríe. Sus cejas negras y frondosas se erizan y la cicatriz que tiene en la nariz se vuelve más visible. Deja el periódico y el purito que se está fumando y me mira a los ojos con una franqueza que ya quisieran para sí muchos tertulianos: "Ya verás como al final no hacen nada; Esperanza Aguirre es una maestra de la propaganda. Y esto es todo propaganda electoral, o preelectoral, mejor dicho". ¿Ha dicho preelectoral?

"Además, Hungría no sirve como ejemplo ni como comparación porque siempre han tenido mucho gusto por la extrema derecha, que les gobierna ahora mismo [lo dice el primer ministro húngaro, Viktor Orbán]", zanja Gabriel. Tomás, colega rumano de Gabriel -que también es rumano-, aparece de repente. Viene de cortarse el pelo "por dos euros, ¡pero no te creas que son profesionales!". Tomás habla en italiano.

- ¿Estás hablando italiano, verdad? ¿Has vivido en Italia? (le pregunto en italiano).

- Sí, en Roma y Nápoles. ¿Y tú?

- Yo en Palermo. Estudié allí.

- ¡Ah! Yo tenía amigos palermitanos. Tenía que haber ido alguna vez…

Puede que Tomás lo diga porque al menos hasta hace década y media viajaban a Palermo un buen número de homeless europeos por una razón muy concreta: hace sol todo el año.

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Pero volvamos a Gabriel y Tomás, que llevan "dos años pasando el invierno" en una de las casi 1.500 camas -hasta 2.000 en casos de saturación- que ofrece la Comunidad de Madrid. Aunque Gabriel no está muy contento: "Voy porque en la calle hace frío, pero allí no se puede estar mucho tiempo, hay mucho adicto y mucho desequilibrado".

Gabriel, que no se separa de su taza y sus botellas de dos litros de refresco, come "todos los días en un albergue" cercano a la delegación del Ministerio de Hacienda en Moncloa, a 200 metros de su cama-hogar. Apenas puede moverse por su enfermedad, así que pasa el día "entre cafés, alguna fruta que me dejan los del bar de al lado y el móvil". Porque Gabriel tiene móvil. Y Tomás. Y los dos tienen WhatsApp. En su chat comparten opiniones "sobre fútbol" y se cuentan "los problemas y necesidades" de cada día. "También quedamos para ir a ducharnos", añade Tomás.

¿Y la sucursal del banco de la esquina? ¿Y los vecinos? ¿Y la Policía? "Nada, nada, de verdad que a mí no me molestan. Alguna vez, cuando se queja alguien, vienen los policías y me dicen que no puedo estar aquí. Yo les respondo que deberían hacerse los ciegos", dice Gabriel tapándose los ojos con el purito humeante.

¿Y las mafias de las que habla Esperanza Aguirre? ¿Saben algo? "No tengo ni idea. No te puedo decir si hay gente que cobra por sitios debajo de puentes o por estar en parques o cajeros, aunque algo he oído, pero no creo que sea nada muy grave", explica Gabriel. Se refiere a Aguirre, que deslizó las palabras "mafias" y "extranjeros" en la misma declaración en la que pedía regular la presencia de indigentes en las calles en Madrid, donde hay unas 2.000 personas en la indigencia y los sin techo son algo menos de la mitad, según las cifras oficiales.

"Antes era alcohólico, ¿sabes?", me dice Gabriel al despedirse. "Pero me he recuperado. Llevo dos años sin beber y fue gracias a los doctores que me diagnosticaron mi enfermedad. Si bebía, empeoraba". Gabriel lo dice por algo: "En la calle vas a encontrar las mismas historias que en vidas como la tuya. Igual un poco más difíciles, más extremas… pero aquí hay de todo. Yo, como muchos, preferiría estar en una casa o un hogar social, algo permanente".

Gabriel se queda mirando a un peatón: "Pero te acostumbras. La vida desde aquí es eso: la vida, mi vida. ¿Me entiendes?". Mejor que a Esperanza Aguirre.