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Cultură

Robar, zurrar y quemar un coche en un puti

El hijo de Ortega Cano pide salir de la cárcel para hacer los deberes.

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La defensa de José Fernando, el hijo del torero José Ortega Cano y la fallecida Rocío Jurado, ha pedido que le dejen salir de la cárcel porque tiene una oferta de trabajo y por su correcto rendimiento escolar. Pero a la Fiscalía de Sevilla esto no le cuela así que le toca seguir en prisión por una agresión en un puticlub de Sevilla. Bueno por la agresión y por robo de vehículo, daños y pertenencia a grupo criminal. En total, se le acusa de cuatro delitos.

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Pero la historia de José Fernando Ortega Cano no arranca el día en que presuntamente zurró-robó a un tipo en un club de alterne y huyó de allí en el coche del agredido, que apareció al día siguiente volcado y quemado. La historia de José Fernando Ortega Cano arranca en Colombia en 1999, cuando contaba 6 años de edad y aún pagábamos en pesetas. La historia de José Fernando Ortega Cano arranca cuando una tonadillera de portentosa voz y su marido, un no demasiado aguerrido matador de toros, decidieron adoptar a un niño.

Gente de dinero, escasa cultura pero gran relevancia social, iban dispuestos a adoptar un varón, y José Fernando cumplía las expectativas. Incluso, decidieron llevarse también a su hermanita de tres años, con la que no contaban, para no separarlos. Mi teoría es que los eligieron por catálogo, porque ambos son más guapos y esbeltos que la media del país. El niño fue inestable desde los inicios; algo que achacaron a los traumas de los adoptados. Además, la familia a la que comenzaba a pertenecer, era cuanto menos, rara: padre torero, madre artistaza, hermana mayor ausente con antiguas ínfulas de fama… y como escenario, Yerbabuena, una finca de la Andalucía profunda, con sus hectáreas, sus reses y su ganado.

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Para hacer todo más extraño, Rocío Jurado muere cuando los niños son aun pequeños, y quedan al cuidado de Ortega Cano, que además de pocas luces, tiene fama de bebedor. Tal y como hemos aprendido en el muy didáctico programa de Hermano Mayor, los padres siempre son los culpables de que los hijos sean unos balas perdidas, y así ha ocurrido con José Fernando, que ha sido expulsado de centros, colegios e internados de todo el mundo occidental conocido. Compañeros suyos decían que fardaba de ser famoso y millonario desde bien pequeño. Y tantas veces repitió curso que llegó a compartir aula con chicos cinco años menores que él.

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Mientras tanto, su padre adoptivo salía y apenas entraba y cosechaba fama de marica inquieta entre los paisanos de la zona y los alcachoferos (*1) de Europa Press de la puerta de Yerbabuena. Hasta que un día el matador mató a un hombre al colisionar su vehículo con el de la víctima. Sí, el matador mató a un hombre. Con este panorama, Jose Fernando solo encontraba consuelo en su hermana. Contactó con su familia biológica y se dice que intentó traerlos a España, pero hasta la fecha aún no ha sido así. Sin aficiones (pese a que decía que le gustaba el toreo), sin familia que le inculcara valores ni esfuerzo, y con cierto atractivo, el muchacho sale a lo loco y se divierte las noches enteras y sus días siguientes. Sus horas de vigilia se convierten en gestas bien conocidas por todos, y sus salidas de tono se hacen habituales.

Cuando cumple la mayoría de edad, dispone de una abrumadora liquidez, porque accede al fortunón que le dejó su madre en herencia (en cualquier caso, mucho menos que a su hermanastra Rocío Carrasco). Además se le deja de pixelar la cara en televisión, y su intimidad ya no es un impedimento a la hora de insinuar a qué se dedica, básicamente a consumir sustancias compatriotas (de Colombia, para entendernos). Empiezan a salir churris en la tele que dicen haber compartido besos y lecho. Lo más espeluznante es que afirman que le dan un porcentaje de lo que cobran en televisión, a modo de chulo, por sentarse a hablar de él.

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Una delirante entrevista grabada al joven, hace presagiar el peor de los desenlaces: José Fernando, aparece ante la cámara nervioso como un chimpancé de tripi, pasa del enfado a la risa y muestra un talante chulesco y raruno. Asegura incluso ser bipolar. Su novia oficial (de la que para reírse, los periodistas dicen que se apellida “Mino”), Michu, le defiende y asegura que solo tiene un carácter cambiante. Sin embargo admite que deja su tarjeta de crédito a quienes dicen ser sus amigos, y que le gusta salir.

Hace apenas unos días nos desayunábamos con la detención de José Fernando, y no por una chiquillada. Supuestamente agredió y robó el coche a un individuo en un prostíbulo, según su propia confesión bajo los efectos de alcohol, porros y “alguna raya”. A todo esto, José Fernando no tiene carné de conducir. Actuó con sus amigos y compinches Isaac, Isco, El Pechi, Iván y El Lija, que suponemos son los que hacen uso de su tarjeta de crédito con desparpajo. Michu acudió a Sálvame Deluxe tras los hechos, y en lugar de dar lustre a la historia, la emponzoñó más cuando su madre en conexión telefónica, aseguró que su niña estaba llena de moratones y señales, fruto de los malos tratos de José Fernando.

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¿Qué tipo de vida lleva este muchacho? ¿Qué moralidad tiene? ¿A qué dedica el tiempo libre? De hecho ¿Hace algo aparte de tener tiempo libre? ¿Cuánto de su fortuna se ha pulido ya? ¿Por qué roba un coche? ¿Es bipolar? ¿Retrasado? La única certeza es que no está bien, y la gran pena que nos queda a los seguidores de grandes sagas es que no sea el padre del niño que espera Chabelita. A José Fernando hay que seguirlo muy de cerca, porque nos va a apañar muchas horas de televisión. A mí me gustaría que se hiciera una película o un musical con su historia y la del Pechi y El Lija, porque se vaticinan grandes secuelas. Avisados estáis.

(*1) Las agencias de prensa montan guardias de cámara y reportero al acecho para grabar entradas y salidas, y si se puede, declaraciones de los famosos que vender a los medios del ramo.