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Especial Moda 2012

Pintas de izquierdas

La moda y su larga historia de protestas, revolución y derechos civiles

Hey, mujer revolucionaria: aunque te pongas un chaleco antibalas y unos pantalones de camuflaje y metas un suéter de lentejuelas en tu mochila porque tras la manifestación irás a marcarte unos bailoteos; incluso aunque te dibujes una A en un brazo y la rodees con un círculo, o te tatúes "Meat is murder" en tu lustrosa barriguita vegana, los fantasmas de las modas progresistas pasadas siguen ejerciendo un influjo sobre ti aunque tú no lo sepas. No hay generación de agitadores que no crea que ha inventado un estilo único y ha negociado con el mundo su relación en materia de vestimenta, pero los activistas que nos precedieron, aquellos sobre cuyas encendidas espaldas orgullosamente nos apoyamos, también tenían sus particulares formas de significarse ante los demás y entre sí. Sin necesidad de palabras, eran miembros de un movimiento mayor. Es un tema demasiado amplio como para abarcar en un solo artículo, pero mientras los airados se preparan para vestirse y sacar adelante los tumultuosos mensajes que se lanzaron en 2011—de Occupy Wall Street a las calles de Oriente Medio y las acciones colectivas en las plazas Leicester, Tahrir, Puerta del Sol o Pearl—, podría ser un ejercicio divertido dedicar unos minutos a examinar los atuendos que escogieron nuestras ilustres activistas antecesoras a lo largo de los últimos 100 años.

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Aquí tenéis un breve, subjetivo, no exhaustivo y muy abreviado repaso a un siglo de grandes momentos en nuestra compartida historia de revolución sartorial.

LUCHADORAS POR EL DERECHO A VOTO

Las valientes feministas de inicios del siglo XX conocidas como sufragistas (suffragette era un término peyorativo que inventó la presa de derechas de la época) tal vez recurrieran a cualquier método, de las huelgas de hambre o la desobediencia civil violenta, en su lucha por el sufragio, pero eso no significa que no tuvieran su propio y prístino código en el vestir. Este incluía unos vestidos blancos decorados con bandas de tela mostrando eslóganes, que con frecuencia se escribían según un distintivo esquema de colores: violeta, blanco y verde en Inglaterra; violeta, blanco y oro en los USA. Incluso existía joyería sufragista en estos colores, por no mencionar el famoso broche Holloway: un sencillo dije de plata, diseñado para que recordara el portón de una prisión, que la Unión Social y Política de Mujeres concedía a las sufragistas que por sus protestas hubieran cumplido condena en la cárcel londinense de Holloway.

LA GENERACIÓN BEAT

"Añade sabor a tu fiesta en Tuxedo Park… alquila un beatnik, totalmente equipado: barba, gafas oscuras, vieja chaqueta del ejército, Levi's, camisa deshilachada, zapatillas deportivas o sandalias (opcional). Precio reducido si se opta por un beatnik sin barba, con zapatos o pelo corto. Chicas beatniks también disponibles, con su indumentaria negra habitual". Lo creas o no, el fotógrafo neoyorquino Fred McDarrah puso en 1959 este anuncio del servicio "Alquila-un-beatnik", una (asumo) irónica empresa que enviaría a un disoluto ciudadano de la bohemia a tu fiesta de clase media por 40 dólares la noche. ¿Y qué llevaría puesto este emisario? Si era una de esas libertinas poetastras que chasquean los dedos, quizá un cuello de cisne y una boina; de ser una chica existencialista la que se enviaba a animar la fiesta, tal vez unos leotardos con falda de tubo o pantalón Capri, joyas de plata de formas indefinidas y zapatillas de ballet. (Si queréis pruebas del glamour que pueden tener unas zapatillas y unas mallas, echadle un vistazo a Audrey Hepburn en Una cara con ángel, de 1957).

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DERECHOS CIVILES

La conexión entre forma de vestir y protesta social es a veces oblicua, pero en ocasiones está en el mismo meollo de la cuestión. En el caso del movimiento por los derechos civiles, el eslogan "Lo negro es hermoso" refutaba de forma directa las ideas racistas sobre la moda y el estilo que la sociedad blanca le estaba imponiendo a todo cristo, entre ellas la de que el único cabello "bueno" era el liso. Como otros muchos ejemplos de lo que los izquierdistas llamaban falsa conciencia, esta noción fue vuelta por completo del revés: a finales de los 60, en el punto álgido del movimiento, una mujer como la espléndida Angela Davis (que sigue en activo: visitó a los de Occupy Wall Street en noviembre) estaba resplandeciente con sus pantalones de campana de cintura alta, botas de montar, chaqueta tejana y descomunal melena Afro (tan amenazadora era que se rumoreaba que una vez escondió una pistola en su cabellera).

MOVIMIENTO POR LA PAZ

¿Cómo resumir en pocas frases las preferencias en moda del movimiento antibélico de los años 60? Fue una década de profundos cambios, una era que para las mujeres dio comienzo con los peinados de casco, fajines, sujetadores bala, casquetes y esos pequeños y deprimentes guantes blancos que llevaban hasta en pleno verano, y terminó con Bernardine Dohr en minifalda pavoneándose en una convención de Estudiantes por una Sociedad Democrática, vistiendo, según recuerda el presidente de la sociedad, Greg Calvert, "suéter naranja y falda violeta, y donde todos llevaban chapas de 'Detened la guerra', la suya decía, 'El cunnilingus mola, la fellatio es divertida'. La década vio el ascenso de fatuidades como los flecos y las camisas tye-dye cuando los estudiantes librepensadores que salieron a las calles empezaron a experimentar no sólo nuevas ideas políticas, sino emparejando prendas aparentemente irreconciliables: chaquetas del ejército sobre vestidos de encaje victorianos dignos de las sufragistas, dashikis bailando sobre chupas tejanas y hombres con el tipo de pelo largo y suelto que no había estado de moda en más de 100 años.

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DERECHOS GAY

Recordando su participación en la revuelta de Stonewall de junio de 1969, Maria Ritter, a quien entonces su familia conocía como Steve, decía, "Mi mayor temor era que me arrestaran. ¡Y mi segundo temor era salir en los periódicos o la televisión con un vestido de mi madre!" Puede que el público mayoritario caiga hoy en el placer culpable de RuPaul's Drag Race y que los que están pegados a Dancing With the Stars miren con simpatía al hijo de Cher, que nació mujer; pero, no hace tanto, el hecho de que un hombre se vistiera de mujer o viceversa constituía delito penal. La locura de estas leyes estaba ejemplificada en los estatutos de Nueva York, que exigían que los ciudadanos debían vestir, como mínimo, tres piezas de ropa apropiadas a "su verdadero sexo" so pena de arriesgarse a ser arrestados. Travestismo era igual a desobediencia civil.

LIBERACIÓN DE LA MUJER

Al parecer, el mito de las feministas rabiosas quemando sus sujetadores no es más que eso: una fantasía, una metáfora creada por una periodista feminista que comparaba el incipiente movimiento con las concentraciones para la quema colectiva de tarjetas de reclutamiento. Puede que no le pegaran fuego a sus sostenes, pero el 7 de septiembre de 1968, en Atlantic City, las defensoras de los derechos de la mujer se manifestaron frente a una pasarela al aire libre durante el certamen para la elección de Miss América, animando a las concursantes (muchas en camiseta, bastantes de ellas probablemente sin sujetador) a que arrojaran los materiales que simbolizaban la opresión a su sexo —fajas, tacones altos, rulos— a un "cubo de basura de la libertad". La intención original era inmolar los ofensivos objetos, pero, ay, a las manifestantes no les dieron permiso para encender un fuego en la pasarela.

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PUNKS

"Dios salve a la reina/No es un ser humano/Y no hay futuro/Para los sueños de Inglaterra", cantaba Johnny Rotten en 1977. Aunque insistiera en que el grupo y sus canciones eran apolíticos (y que él ni siquiera sabía cómo se llamaba el primer ministro), la historia ha demostrado todo lo contrario. En 1976, Vivienne Westwood y su socio, Malcolm McLaren, abrieron una tienda en King's Road, Londres, llamada Seditionaries. El nombre reflejaba la rebeldía nihilista de sus jóvenes clientes, como Rotten, cuya camiseta de Pink Floyd con los ojos de los miembros del grupo arrancados y la palabra "odio" añadida a mano, era una de las favoritas de McLaren. Por supuesto, los disolutos chicos de la calle no tenían dinero para comprar en Seditionaries ni en otras tiendas, pero cualquiera con deseo de expresar sus oscuros entusiasmos podía permitirse un alfiler con el que perforarse una mejilla, o una jarra de pomada para hacerse una cresta mohicana, o un cuchillo con el que rajar unos pantalones dejando al descubierto una franja de carne con costras y moratones.

OCCUPY WALL STREET

Las acampadas y manifestaciones en Zuccotti Park y otros lugares del mundo nos han facilitado ver, en vivo y en directo, todas las tendencias en moda progresista del último siglo: Afros y chaquetas del ejército, boinas beat y piercings, chupas tejanas y Doc Martens. Los vestidos blancos sufragistas aún no han hecho su aparición, pero sí, ocasionalmente, los vestidos floreados y las chapas con eslóganes, el equivalente actual del broche Holloway. Esto nos lleva a 2012 y a la pregunta de qué se llevará en las potencialmente incendiarias convenciones políticas de este verano (¿moda inspirada en Chicago 1968, tal vez?). Decidan lo que decidan los jóvenes activistas llevar en estos encuentros y lo que la gente piense de ellos, todos tenemos una gran deuda con nuestros antecesores con barba, travestidos, sin sostén o con vestido blanco. Nos abrieron camino, no sólo con sus ropas sino también con sus vidas.