Por qué el beef de C. Tangana y Yung Beef deberían enseñarlo en las escuelas
Montaje por VICE ESPAÑA vía Instagram de C. Tangana

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Música

Por qué el beef de C. Tangana y Yung Beef deberían enseñarlo en las escuelas

La ideología detrás de frases como "los que se creen que están fuera pero solo están abajo".

Este artículo se publicó originalmente en Vice España. Léelo aquí.

"La izquierda siempre ha pensado que la cultura debe propagar su pensamiento político y yo eso lo considero como una especie de adoctrinamiento. No creo que debamos enseñar a la gente, no creo que alguien por haberse estudiado y leído El Capital sea buena persona y, por eso, no creo que esté por encima para decir lo que tiene que hacer. Se puede hacer rap político sin decir qué es lo que está bien y qué es lo que está mal".

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La cita es de C. Tangana en una entrevista con El Mundo en 2015. Acababa de publicar 10/15, el que en el artículo se decía que era su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Aún no firmaba "el contrato más caro del gremio". Aún no había limo en la que llorar ni abrigos de Loewe, pero parece que el madrileño predecía (o anunciaba) lo que vendría después: Hacer rap político sin decir, o no al menos de manera explícita, lo que está bien y lo que está mal.

Repasemos los hechos.

C. Tangana, Bad Gyal y Yung Beef participan en la conferencia de prensa de apertura del Primavera Sound. C. Tangana y Yung Beef discuten y Pucho termina invitando a Sofía de Grecia a comerle los cojones y dice que la Monarquía es un robo y que debe desaparecer, al igual que la democracia representativa. Y les da un titular bien jugoso a los medios.

Este beef no es solo un beef: es un debate ideológico y ahí reside su valor.

Pero las redes van un paso más allá y se dividen entre ser de Yung Beef y ser de Tangana. Porque, además de sobre la Monarquía, en la conferencia de apertura del Primavera hablaron de la industria musical, de disqueras majors y de contratos. De si es más inteligente, más lícito o más respetable darle continuidad a un sistema que se basa en la explotación del artista y en su conversión en producto, o en romper con su yugo y condiciones.

Semanas después, Tangana lanza "El Rey soy yo/I feel like Kanye". En la fotografía de portada, luce un chándal con la bandera de España diseño de María Ke Fisherman, quizás incitando a los argumentos fáciles que le acusan de fascista, como ya pasó en el beef contra el Nega de Los Chikos del Maíz (en uno de los beefs más vistosos de años recientes en España), en el que Pucho se sentó bajo el monumento de Calvo Sotelo en Plaza Castilla para el video de su diss track.

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Pero lo mejor de "El Rey soy yo/I feel like Kanye" no es el chándal ni la provocación (fácil, como el tacharle de facha) de vestir de rojo y amarillo. Lo mejor es la descripción del video. En ella C. Tangana invita a sus seguidores a perderle el miedo al poder y dice así: "Me gustaría vivir rodeado de reyes en vez de rodeado de siervos (…) Tú no quieres ser el rey porque te da miedo el poder, prefieres que el rey sea otro. Te da miedo porque te obliga a asumir la responsabilidad de lo que haces y dices. El poder te da miedo porque te hace responsable de tus desgracias. Es más cómodo que sean los poderosos los que tienen la culpa, en vez de tú, pobrecito, que no puedes hacer nada".

¿Quién es el rey entonces? ¿C. Tangana, que no ve posible la destrucción del sistema de producción tal y como lo conocemos y decide aliarse con él y ser un reyecito más o Yung Beef, que aboga por mantenerse al margen de la industria dominante en la medida que el propio sistema se lo permite? En su video "La república eres tú/ I feel like Kylie", el joven filósofo Ernesto Castro cuenta que Tangana le pidió consejo para hacer un texto deslegitimando a la institución monárquica. El filósofo le responde que, precisamente, las teorías más potentes que legitiman la monarquía vienen de algunos anarcocapitalistas contemporáneos, una ideología con la que Tangana coquetea.

Castro le dice, además, que su mensaje es antropológicamente muy cierto (el miedo al poder) pero políticamente muy tonto. "Es un poco tonto llamar a la gente a creerse los reyes, como si los problemas a los que nos enfrentamos, tanto individual como colectivamente, se pudieran resolver a fuerza de creérselo".

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"La gente puede hacer cosas para cambiar su situación, pero en ocasiones el primer paso para la acción no consiste en creerse con el poder de un Rey sino en reconocer que uno en solitario es impotente y que tan solo a través de la ayuda y el cuidado de los demás podemos hacer algo", afirma. Y ahí entra, de nuevo, el sindicato de artistas de Yung Beef.

Volviendo a la cronología de los hechos, después del video en el que Tangana se sentía como Kanye, Yung Beef publica un tema en el que dice sentirse como Kim. Y en él contradice de nuevo las premisas del madrileño sobre la industria y canta que él ha firmado con la calle. En respuesta, Tangana lanza un tiraje de mil camisetas con la cara de Yung Beef estampada en la silueta del Che Guevara. Las vende a veinte euros. Anuncia que cuando se acaben, el mundo tendrá la respuesta que espera, la continuación del beef.

Pero este beef no es solo un beef. No es una medida de verga al uso entre dos raperos. Es un debate ideológico y ahí reside su valor. Es C. Tangana haciendo lo que dijo en 2015 que iba a hacer —otra cosa no, pero Tangana suele hacer lo que dice que va a hacer—: rap político sin apariencia de ser rap político. Canciones con mensaje sin apariencia de ser canciones con mensaje. O no al menos de lo que hasta ahora concebíamos como canciones con mensaje, gracias a/por culpa de, la izquierda anquilosada en un discurso caduco (en este caso, representado por Nega).

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El caso es que las camisetas se acabaron. Tangana dice que sacó 20.000 euros de venderlas, pero Tangana dice muchas cosas. Si estuviéramos en los 70 seguramente cagaría en latas, o diría que ha cagado en latas, y las vendería para demostrarnos hasta qué punto se ríe de la industria desde sus entrañas, como la polémica obra Mierda de artista del artista conceptual italiano Piero Manzoni. Las camisetas se acabaron, como las latas de mierda de artista, y llegó por fin la respuesta: el tema "Forfri" firmado por Crema (el primer alias de Tangana). Las malas lenguas aseguran que Sony no le permitió rotular el tema con su aka actual. ¿Ahora quién es el King? Pero las malas lenguas, como Tangana, también dicen muchas cosas.

"Te voy a montar un puesto en la playita/ pa que me vendas pulseritas/ querias ser punky pero eres bambi/ la industria se ríe de ti mientras te haces el mangui" o "Dios bendigame a la Vendicion [el label de Yung Beef] pa que no mueran de tos de inanición" son algunas de las frases que el miembro de AGZ le tira a Yung Beef en este último capítulo del enfrentamiento, que algunos han calificado incluso de clasista.

Más allá de si referirse a alguien como un "guarro", que es como tradicionalmente denomina la extrema derecha española a las personas de izquierdas, está bien o mal, "Forfri" es la confirmación de que este beef no va de calcular los centímetros de la cachiporra de cada uno. Va de pensar el sistema, la industria cultural, su relación con el poder y su capacidad transformadora.

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Y muchos jóvenes, como este tal @jesusantolin11, se dan cuenta. Debaten sobre ello. Sin quererlo o no, C. Tangana y Yung Beef han conseguido llevar a Twitter la reflexión que no cabe en un libro de segundo de bachillerato ni en un examen para entrar a una universidad.

"Quizá siempre habrá un anticapitalismo a la moda, pero cada uno de estos se convertirá en anticuado, mientras que el capitalismo –convirtiéndose cada vez más estrechamente definido por su propia auto-superación- siempre, inevitablemente, será lo último", escribe el filósofo inglés Nick Land en su Crítica del Miserabilismo Trascendental.

"Medios y ‘relaciones’ de producción se han emulsionado simultáneamente en redes competitivas y se han descentralizado bajo un control numérico, convirtiendo las esperanzas paleo-marxistas de extraer un futuro post-capitalista de la máquina del capitalismo abiertamente inimaginables. Estas máquinas se han sofisticado a sí mismas más allá de la posibilidad de una utilidad socialista, pudiendo encarnar mecánicas del mercado con sus intersticios nano-ensamblados y evolucionándose a sí mismas por medio de algoritmos quasi-darwinianos que constituyen una híper-competencia dentro de ‘la infraestructura’", continúa el filósofo aceleracionista.

Y al final de esto va la cosa. Fernandito y Pucho solo le han puesto ritmo. Lo han hecho fácil y lo han sacado del círculo rojo, de Fort Apache, de los hilos de la progresía tuitera, de la zona de confort. Lo han llevado donde Nick Land no llega. Y eso, gane quien gane, ya es un triunfo.

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