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Música

'El Dorado': Cuando Shakira trabaja mal en solitario y grandiosa como colaboradora

El álbum parece más un grandes éxitos de colaboraciones que otra cosa.

Hablar mal de Shakira en este país de colombianos que hablan mal de Shakira desde el 2001 (es decir, desde Laundry Service) es fácil. No hace falta una opinión más —ni una reseña más— que refuerce la tendencia común. Entonces, por favor, no me malentiendan: no vengo a criticar a Shakira por ser ella, o porque se vendió, o porque su acento es una amalgama de otros del mundo, o porque dejó de ser nuestra artista de la melancolía colombiana, nuestra "Alanis Morrissette", como alguna vez le oí decir a alguien.

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Al contrario, siempre he creído que en esa frivolidad tan propia de Shakira, en esa transformación radical que sufrió de repente, está su receta para ser una artista pop universal, con una mano bendita para volver oro todo lo que toca. Yo sé que la receta de Shakira suena sencilla: tiene un modo de cantar fácilmente imitable (cualquier mujer que haya pasado por una clase de técnica vocal sabe cómo), las letras son a veces demasiado simples, plagadas la mayoría de ellas de modificaciones a refranes populares ("a ese otro perro con ese hueso", etcétera), la imagen física le cambió de forma drástica, dejando de ser una latina pelinegra a ser simplemente una cantante occidental, rubia, estilizada, angloparlante.

Todo eso ha sido dicho, una y otra vez: no he escrito nada nuevo. Sin embargo, para mí, todo lo que ella ha hecho es genial, tanto en estrategia como en música. Pese a que la fórmula Shakira suene fácil, es exitosa justamente por eso mismo: por sencilla. Shakira entrega lo que promete: una música pop pegajosa que sabe sonar bien en una fiesta de casa, sí, pero también como apertura majestuosa de un mundial de fútbol. Eso es ella. Y lo hace bien.

Su sencillez es lo que le da los aplausos: la sonrisa inocente que pone cada vez que termina una canción en uno de sus conciertos; la voz, fácil de imitar, pero de ella, un sello absoluto: Ariana Grande no hace en Saturday Night Live una técnica de canto primaria, sino que imita a Shakira; la sensualidad femenina como especie de liberación, en casi todos sus videos, desde el principio de su carrera.

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Yo, hablando de Shakira, soy más de la tendencia ideológica de Residente, cuando la describe en esa genial canción que es "Mi Gordita": "Shaki, tú estás bien bonita / aunque también me gustabas cuando estabas más gordita / con el pelito negrito y la cara redondita / así medio rockerita / también me gustas ahora / pero cuando pierdes los modales y comes sin cubiertos / como los animales".

El Dorado, un álbum que acaba de lanzar con la disquera Sony, es una repetición de la vieja fórmula de la nueva Shakira. Sin embargo, y como ella misma se lo acepta al New York Times, este es un disco de canciones sueltas, no un álbum cohesionado. Ante el afán creativo, dice, y la responsabilidad de ser madre, decidió hacerlo poco a poco, canción separada por canción separada.

El Dorado es una antología de grandes éxitos (con algunos bodrios de por medio) que recopila un periodo de trabajo determinado.

Su apertura, sin embargo, es trágica: "Me enamoré", una canción con beat de reguetón es una descripción de cómo conoció a Piqué. E insisto: es trágica. Adolescente, casi rondando con lo infantil, la canción cuenta una noche de mojitos en la que se dijo a mí misma "(Piqué) es pa mí y pa más nadie". De hecho, todas las otras canciones en solitario son sobre su vida amorosa con Piqué. Y eso aburre porque, como me dijo una amiga hace poco, Shakira siempre dice la verdad. Y esa verdad de alguien enamorándose, agrego yo, no solo refleja un furor y emoción adolescentes, sino que esas historias maman apenas uno las oye repetidas. Y esta canción corre la misma suerte.

Otro sería el disco si la primera canción fuera "Chantaje", con Maluma, y si después siguiera por esa senda de brillantes colaboraciones con artistas de primer nivel. En las canciones con otros, la fórmula es, de nuevo, sencilla, pero exitosa, como siempre: cada artista —Black M, Carlos Vives, Maluma, porque hay dos con él, Prince Royce, Rihanna— son libres y respiran, se dejan ser en su propio estilo y música. Shakira simplemente los acompaña en algunos coros y versos. Y los mejora. De eso sí no hay duda.

Todo comenzó con "La Bicicleta", de Carlos Vives. Es el inicio de todo. Shakira, sigue en su entrevista para el New York Times, sentía que la canción tenía potencial, pero que algo le faltaba. Y creo que tiene razón. Si uno la oye sin ella, es Carlos Vives respirando libre: su música alegre y folclor. Shakira solo le pone estribillos del tipo "lleva, llévame en tu bicicleta / oyeme Carlos llévame en tu bicicleta" y la vuelve un tema de 1.000 millones de reproducciones en Youtube. Por su nombre, claro, pero también por el pop pegajoso y alegre que le es de su entraña. Y de ahí para adelante, todas las colaboraciones son artistas mejorados por ella.

Si uno barre las canciones en solitario que, a excepción de "Coconut Tree", todas son malas, uno puede encontrar de frente el significado de título El Dorado que le da el nombre al disco: Shakira esconde un secreto en sus manos que vuelve oro todo lo que toca. Lo recomiendo, pero oído de esa manera metódica. Si no, de seguro usted encontrará los argumentos suficientes para volver a decir que Shakira es mejor oírla en sus baladas melancólicas, gordita y medio rockerita.