¿Qué pasaría si a los sacerdotes católicos se les permitiera tener sexo?
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Sexo

¿Qué pasaría si a los sacerdotes católicos se les permitiera tener sexo?

Probablemente habría más sacerdotes. Pero con la Iglesia bajo escrutinio por los escándalos sexuales a lo largo del planeta, podría suceder más pronto de lo que se cree.
NT
ilustración de Nico Teitel
PL
traducido por Paola Llinás

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

En 1521, cuatro años antes de que un sacerdote alemán llamado Martín Lutero clavara sus Noventa y Cinco Tesis en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos en Wittenberg, el forajido se retiró al Castillo Wartburg para esconderse de sus inquisidores. Allí, tradujo el Nuevo Testamento del griego a su alemán nativo, y comenzó un período al que se refirió como su "Patmos": una alusión a la pequeña isla griega donde fue escrito aparentemente el Libro de las Revelaciones. Ahondó en sus estudios, refinando polémicas en contra de la venta de indulgencias (pagarle a la Iglesia dinero a cambio de la salvación), y por la idea de sola fide, que Dios perdona únicamente por la fe (sin importar las "labores" de uno).

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Estas se convertirían en algunas de las divisiones más comúnmente conocidas entre el catolicismo y el protestantismo. Pero lo que en ocasiones es olvidado, en medio del desmoronamiento general de las políticas europeas que pronto siguió, es lo que el teólogo dijo acerca de la sexualidad y el matrimonio. En Wartburg, le escribió a Nicolas Gerbel, un jurista y estudioso de la ley canónica, exponiendo claramente sus visiones.

"Besa y re-besa a tu esposa", insistió. "Déjala amar y ser amada. Eres afortunado en haber superado, por un matrimonio honorable, ese celibato en el que uno es presa de fuegos devoradores y sucias ideas. Ese estado infeliz de un individuo, hombre o mujer, me revela a cada hora del día tantos horrores, que nada suena tan mal en mis oídos como el nombre de monje o de sacerdote. Una vida en matrimonio es un paraíso, incluso cuando todo lo demás es insuficiente".

Como la mayoría de los aspectos de la fe romana católica, el requerimiento de que un sacerdote sea célibe ha sido consagrado por siglos de tradición. Pero la idea ha sido retada por casi el mismo tiempo por el que ha existido. En años recientes, mientras la Iglesia Católica ha desgastado ola tras ola de controversias de abuso sexual (una nueva está a punto de explotar en Alemania), algunas han ido tan lejos como para cuestionar, en el contexto de la piedad religiosa o de lo contrario, si vivir una vida célibe es siquiera posible. Y con la Iglesia enfrentando escrutinios para el cumplimiento de la ley ahora más que nunca acerca de los sacerdotes pedófilos —y así como responsabilidad por millones y millones de dólares—el final del celibato sacerdotal podría estar más cerca de lo que se cree.

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Después de todo, dejando cuestiones científicas sobre la sexualidad de lado, sí sabemos que es posible para la Iglesia Católica sobrevivir sin la restricción. Ya lo ha hecho.

"El celibato no es doctrina en la Iglesia Católica". —Padre Thomas Reese

"El precedente [de celibato] romano católico realmente data a la Reforma Gregoriana del siglo XI", me dijo recientemente Julie Byrne, una profesora de religión en Hofstra University. "El Papa Gregorio VII estableció muchos cambios. El celibato obligatorio era instituido entonces, y por supuesto, estamos hablando de un acuerdo en una sociedad que es muy diferente a la nuestra; así que era en parte para que los sacerdotes fueran capaces de hacer sus deberes, y en parte por la tierra que los sacerdotes tenían, siendo estas devueltas a las iglesias, en lugar de a herederos. Así, si los sacerdotes no tenían hijos, era mejor para la Iglesia".

La noción del celibato como un asunto religioso data mucho más atrás. Kim Haines-Eitzen, una profesora de religión en Cornell, explicó que tiene raíces en la emergencia del ascetismo, la práctica es más comúnmente asociada con monjes. Haines-Eitzen ha escrito extensivamente sobre la historia del celibato, ofreciendo una línea de tiempo convincente que aborda en la introducción de sacerdotes a la jerarquía de la Iglesia, la influencia de la filosofía greco-romana, y las visiones eventuales de los cristianos sobre el sufrimiento y la persecución. Lo que se hace claro es que la aplicación del celibato en el sacerdocio no derivó en un vacío, ni a raíz de un momento particular.

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"Para simplificar el alcance histórico", me dijo el Padre Thomas Reese, un analista principal en el Servicio de Noticias de Religión, y el antiguo editor en jefe de la revista America, "suelo decir, 'tuvimos cerca de mil años de un clero casado, y ahora unos miles de años de tener la regla del celibato'".

Así que el modelo de no requerir a los sacerdotes ser célibes está ahí. En primer lugar, Pedro, el primer Papa, estaba casado, si tomamos la palabra de la Escritura; y las más de dos docenas de Iglesias Católicas Occidentales, que están en comunión completa con el Papa Francisco, permiten la ordenación de hombres casados en el sacerdocio, como hacen muchas iglesias católicas independientes que no tienen afiliación con el Vaticano. También se cree que hay varias docenas de sacerdotes católicos en los Estados Unidos que se han convertido de vuelta a la fe romana desde la Iglesia Episcopal y obtuvieron autorización.

Las preguntas reales son si bien puede o no la la Iglesia Católica volver a su posición previa, cómo pasaría eso, cómo sería, y por qué podría pasar ahora. Los mecanismos para hacer el cambio no son tan complicados como se podría creer.

"La posibilidad de aflojar las reglas acerca del celibato, acerca de que los sacerdotes no estén casados, eso podría ser posible, porque una disciplina está más abierta al cambio que una posición doctrinal", dijo en una entrevista Anthony Petro, un profesor de la Boston University que estudia el enlace entre la sexualidad y la religión. "La disciplina del celibato, este tipo de cosas, pueden cambiar. El Concilio Vaticano Segundo [en 1960], por ejemplo, cambió mucho de la disciplina acerca de cómo se hace la misa ¿Es necesario que se haga en latín? ¿Cómo se sujeta la Eucarística?"

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Hay una sutil diferencia entre cómo la "doctrina" católica y la "disciplina" son definidas, pero, en resumen, la "doctrina" concierne las enseñanzas de la Iglesia acerca de la fe y la moral (proviene de Dios) y las "disciplinas" son reconocidas por ser reglas hechas por el hombre y presentan cambios potenciales en la práctica. Es formulación resbaladiza —aunque importante—.

"El celibato no es doctrina en la Iglesia Católica", explicó Reese. "Es una ley. Puede cambiar. Y las personas como yo estamos a favor de avanzar hacia el celibato opcional; siendo mi razón principal que necesitamos más sacerdotes".

De hecho, la Iglesia ha estado experimentando una escasez de sacerdotes por años, especialmente en Latinoamérica y Sudamérica. Como informó en febrero el Wall Street Journal, "Alrededor del mundo, la proporción de número de católicos a número de sacerdotes ha incrementado considerablemente en las décadas recientes, de 3.100-a-1 en 2015 a 1.900-a-1 en 1980, de acuerdo con estadísticas del Vaticano. Es especialmente alta en Sudamérica; 7.100-a-1, casi cuatro veces más alto que en Norteamérica". La lógica sigue: si dejamos a los hombres que quieren tener sexo y casarse convertirse en sacerdotes, más hombres querrían convertirse en sacerdotes. El Papa Francisco ha insinuado que está a favor de discutir la idea, y, en octubre de 2019, obispos del Amazonas viajarán al Vaticano para un sínodo que podría tener finalmente en su agenda a los sacerdotes casados.

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"Si la mayoría de los obispos lo piden, entonces, creo que el Papa lo garantizará", dijo Reese, sugiriendo que podría haber una especie de efecto dominó si eso ocurre, y ese matrimonio sacerdotal podría empezar localmente antes de esparcirse a otras regiones.

Pero la urgencia del debate no es, por supuesto, solo por la disminución constante de sacerdotes. Este ha sido un verano particularmente escandaloso para la Iglesia Católica. La discusión alrededor del celibato y si la permisión a los sacerdotes a tener sexo da paso a un comportamiento potencialmente predatorio —o si una vida célibe era alguna vez más atractiva para los hombres homosexuales en un mundo que era inseguro para ellos— puede usualmente llevar a conjeturas y asociaciones infundadas. (Byrne, la profesora de Hofstra, me dijo, por ejemplo, que ella cree que la pregunta que rodea el celibato debería estar completamente separada de cómo debe resolverse la epidemia de abuso sexual infantil de la Iglesia).

Pero el manejo de los derechos de los gays y la homosexualidad en el sacerdocio ha estado en el corazón de la división entre la facción más tradicional de la fe, y la más progresiva de Francisco. Carlo Maria Viganò, quien es probablemente el crítico más prominente de Francisco en el planeta, encontró una forma de culpar a hombres de Dios gays por la saga de abuso sexual al discutir la renuncia del pontífice a causa de la crisis. Francisco, por otro lado, ha estado dispuesto a reconocer algo parecido a las concepciones modernas de la sexualidad; y parece mantenerse alejado de vincular erróneamente la homosexualidad con la pedofilia. (En agosto, el Papa le dijo a periodistas que los padres no deberían "condenar" a sus hijos si son gays, pero luego se desvió a una diatriba acerca de la psiquiatría. La Iglesia permanece firmemente en contra de la igualdad en el matrimonio).

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Tal vez el argumento menos grandilocuente y más matizado contra el celibato, y cómo contribuye a la crisis actual, es que está fundamentalmente en conflicto con la apertura y la transparencia; y por lo tanto podría servir para promover la conducta predatoria.

"El celibato" escribió Jason Berry en el New York Times cuando la Iglesia Católica de Boston enfrentó su crisis Spotlight en 2002, "ha dado paso al aumento de una cultura secreta en la que el comportamiento sexual en cualquier forma debe ser escondido". De acuerdo al Guardian, más de una década después, en 2017, un estudio completo encontró que "el celibato obligatorio y una cultura de secretismo creada por Papas y obispos son factores importantes en el porqué han ocurrido tasas tan altas de abuso infantil en la Iglesia Católica". (El informe también fue criticado por sugerir que los sacerdotes confundidos acerca de su orientación sexual eran parte del problema). Tal vez más notablemente, el fallecido A.W. Richard Sipe, un antiguo sacerdote convertido en psicoterapeuta y uno de los investigadores más prominentes para encontrar las conexiones entre el celibato y el abuso sexual de menores en la Iglesia, argumentó que el voto "creó un sistema de hipocresía y secretismo en el que el abuso de menores pudo tener lugar". De acuerdo con el New York Times, él también concluyó "que el seis por ciento de todos los sacerdotes eran violadores sexuales de niños y menores", y "en algún momento dado, solo el 50 por ciento de los sacerdotes eran célibes", una estadística que la Iglesia insistió que era exagerada.

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"No me gustaría unirme al tipo de retórica que dice algo como que el celibato es un aspecto perverso de la sexualidad", dijo Petro, el profesor de la Boston University, cuando le pregunté sobre lo que pensaba acerca de la relación entre el celibato y el secretismo relacionado con el sexo. "Desde una perspectiva política, deberíamos estar diciendo, 'Si así es como alguien quiere vivir su vida, está bien'. Pero la forma en que se convierte en una norma, y cuando las personas intentan vivir fuera de ella, o reconocen que las relaciones pueden ocurrir, la red de secretismo completa alrededor es peligrosa. No es tanto acerca del celibato, sino del requerimiento de obediencia".

"La Iglesia Católica, en toda su historia, siempre ha sido capaz de sobrevivir, y permanecer tan grande como es, por su habilidad para adaptarse".—Warren Goldstein

Entre otras cosas, este culto de obediencia puede disuadir a las víctimas de comparecer.

Sin importar cuál es la postura de uno acerca de los asuntos de la Iglesia Católica sobre el celibato y la pedofilia, es claro que permitir a los sacerdotes casarse no resolvería de algún modo los problemas de abuso sexual de la Iglesia. En ese sentido, tampoco produciría un torrente probable de sacerdotes en potencia corriendo a las puertas del seminario. De hecho, incluso si las alas más conservadoras de la fe se opusieran a la acción, abandonar el celibato, aparentemente, no afectaría mucho la religión en sí misma.

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"Si el celibato desapareciera mañana para esos que presiden la Eucaristía en la Iglesia Católica Romana Occidental, sería simplemente una situación más en la que tendríamos que descubrir a Dios en nuestras vidas diarias", me dijo vía e-mail Thomas O'Loughlin, un profesor de teología histórica en la Universidad de Nottingham en Inglaterra. "Habrían ventajas y desventajas prácticas de esa decisión, pero la vocación de cada miembro de la Iglesia para descubrir y obedecer no cambiaría".

Lo que los limitados (y nada científicos) datos de estudios de principios de los 2000 sugieren es que muchos sacerdotes estadounidenses han estado abiertos al diálogo sobre el tema desde hace mucho tiempo. Y ha estado sobre la mesa, como una sugerencia realista, desde Vaticano II, cuando esas disciplinas que Petro mencionó (Latín combinado y así sucesivamente) fueron ajustadas y había esperanza de que el Papa Juan XXIII podría considerar revisarlo. "La mayoría de las demás religiones no prohíben el matrimonio [de sacerdotes]", me dice Warren Goldstein, director ejecutivo del Centro para la Investigación Crítica en Religión. "La Iglesia Católica en toda su historia, siempre ha sido capaz de sobrevivir, y permanecer tan grande como es, por su habilidad para adaptarse".

Por su parte, el Padre Reese sí reconoció que había argumentos reales en contra de aflojar la norma del celibato; la carga financiera que los católicos enfrentan para proveer a la familia de un sacerdote, y la idea de que los sacerdotes célibes podrían ser más santos que el clero casado. ("Simplemente no me creo eso", dijo. "Hay muchas parejas casadas que son mucho más santas que yo".) Pero sugirió que los pequeños problemas —sacerdotes teniendo que cuidar a sus hijos, por ejemplo— podrían superarse, y que el celibato opcional podría ocurrir realmente dentro de los próximos años.

"Yo no creo que [deshacerse del voto de celibato] sería tan disruptivo como habría sido, digamos, hace 100 años", concordó Kathleen Grimes, una profesora asistente de religión en Villanova University, quien, junto con otras áreas, estudia el enlace entre la teología y la ética. "Porque sí considero que ahora vemos a la vida en matrimonio como un camino positivo para la santidad".

Cuando sea que pase, y por cualquiera que sea la razón, suprimir el celibato representaría obviamente un paso adelante hacia una reforma —un movimiento para la Iglesia en dirección a la apertura. Sería una concesión de que vivimos en la era moderna. Opcional o no, los sacerdotes casados representarían evidencia de progreso— y podrían ayudar a los católicos a sentir que su iglesia estaba respondiendo a una crisis existencial.

"El Papa Francisco le ha dicho a los sacerdotes y obispos que no actúen como príncipes", o como si fueran mejores que los demás, dijo Reese. "Ese es el cambio que necesitábamos. Ustedes son los sirvientes, les dijo, de la gente de Dios. Están aquí para servir, no para gobernar".

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