(Foto principal por María Fernanda Molins)Este artículo fue publicado originalmente en i-D, nuestra plataforma de moda.El feminismo llegó al pop en 2014 con Beyoncé y Emma Watson, volviéndose interesante para la publicidad y el marketing de diferentes empresas. Hasta la industria del alcohol, con la cerveza Tecate, y la de los lácteos, con el yogurt blablabla, intentaron entrarle torpemente a la revolución de género, que pretendían vendernos como sucedáneo a la camiseta del Che. Parecía que estábamos ganando. Y entonces, la vida real dio un giro como de Game of Thrones y terminamos aquí, con el Brexit, el no al plebiscito de los acuerdos de paz en Colombia —los primeros del mundo con perspectiva de género y difamados precisamente por eso—, con el Frente Nacional por la Familia en México y con Trump de Presidente de los Estados Unidos —el país más influyente y políticamente y económicamente poderoso de la región—. Justo cuando todas creíamos que Estados Unidos tendría su primera presidenta, gana Trump, que es la encarnación de todas las formas más horribles del patriarcado. Luego resultó que Trump no solo prometió lo peor para los derechos de las mujeres en campaña sino que no lleva ni un mes y ya empezó a cumplir todas sus amenazas, digo, "planes de campaña", con una eficiencia destructora que jamás podría tener un presidente bienintencionado. Personalmente, desde que comenzó el 2017, me siento que vivo en un permanente final de temporada de Buffy la Cazavampiros.
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¿Y entonces? ¿Qué podemos hacer? No tengo la respuesta pero puedo ensayar algunas propuestas. Si algo nos mostró el 2016 es que las emociones, en la política, son mil veces más certeras que cualquier racionalización. Y, como somos las hijas de las brujas que no pudieron quemar, desempolvé mi tarot de Aleister Crowley, y le eché las cartas al feminismo. Esto es lo que el futuro nos depara:
XVI La Torre
8 de copas: Indolencia
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XV El Diablo
Reina de espadas
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Tres de oros: El Trabajo
Nueve de bastos: La Fuerza
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Judith Butler tiene una reflexión muy poderosa a partir de la vulnerabilidad: en esas vulnerabilidades que tenemos todas y todos, hay empatía; hay razones para conectarse. La cosa comienza con reconocer una vulnerabilidad, empatizar con ella, y desde ahí se construye comunidad, tejido social. Una sociedad civil unida y otras formas de asociaciones que al final son la única y verdadera resistencia frente a los grandes poderes y su violencia.Y esto es sobre todo porque en los momentos de crisis vale la pena aprender de quienes mejor saben manejar las crisis, es decir, aquellas personas que han vivido en la crisis perpetua. Las más vulnerables y las más discriminadas son quienes más saben de resistencia. Y los feminismos sólo serán fuertes si son interseccionales.
La Princesa de Copas
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XIV El arte
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Las imágenes, las historias, son poderosas porque conectan y producen emociones. El arte también echa mano del humor, de la tragedia, el juego y de la imaginación necesaria para ponernos en el lugar de otras personas. Recuerden que si no podemos bailar, esta no será nuestra revolución.