Conoce al veterano de guerra que lucha contra el café caro

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Conoce al veterano de guerra que lucha contra el café caro

En Copenhague beber una taza de café cuesta más de 6 dólares, pero Jonathan Zagouri quiere cambiar eso.

Este artículo se publico originalmente en MUNCHIES DK


Jonathan Zagouri (29) es propietario de Zaggi's , un café en Copenhague. Lo que hace destacar a Zaggi's en esta ciudad que se ahoga en cafés fríos, lattes de $6.50 dólares y filtros Aeropress, es que todo el café en Zaggi's, los pasteles, el pan tostado y los sándwiches cuestan $2.20 dólares. Jonathan no es el típico barista en Copenhague; ha participado con las tropas de combate en Afganistán, prepara café tanto para las personas de clase social alta como baja, y ha declarado la guerra contra los precios altos del café.

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Inauguré mi café, porque algo nuevo tenía que pasar en mi vida. Había estado en el ejército durante seis años y no estaba en paz conmigo mismo. En 2011, estaba instalado con las tropas de combate de Slagelse y pasé siete años en Helmand, Afganistán. Fue un viaje para recordar.

El ejército me ha dado tanto, para bien y para mal. No sabía qué es lo que haría el resto de mi vida, pero pensé que haciendo algo bueno para los demás sería el camino correcto. Si acaso logramos hacer algo bueno para los demás siendo soldados es una historia muy diferente.

Todas las fotos son de Amanda Bødker.

Había regresado de Afganistán tres años antes de empezar el proyecto de mi café. Ya le había dado un par de vueltas al asunto antes de irme, pero no tenía el dinero o la capacidad intelectual para llevarlo a cabo. Seguía siendo un muchacho cuando fui a Helmand. De hecho, hacía empezado la capacitación civil pagada por el ejército, pero luego de estar dos semanas en el salón de clases y querer dispararme de aburrimiento, pensé que tenía que hacer algo drástico.

De manera que pedí dinero prestado de todas partes y personas; familiares y donde pudiera conseguir ayuda. En realidad no había ganado ningún centavo en los últimos dos años. Solo había saldado deudas. Gasté el dinero que ganaba en Afganistán en alcohol y drogas, toda clase de mierda. También por esta razón, la vida era extra complicada cuando regresé a casa. Estar en el ejército te vuelve loco. Puedes llegar al punto de encerrarte en tus propios pensamientos y luego contenerlos. Y como muchos otros que padecen este problema, encontré la solución en la vida nocturna.

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Puedo cerrarme por completo y cuando todo va muy mal, mi mejor amiga es una botella de whisky. No puedo escapar, pero aprendes a vivir con ello. Y debes tratar de minimizar el daño que te provocas a ti mismo y la gente que te quiere. No vi a un psicólogo durante los primeros tres o cuatro años después de regresar a casa, pero ahora empecé a ir a terapia. Sí ayuda, pero todo requiere de tiempo. Mi café me ayuda mucho.

Nueve de cada diez mañanas, me despierto pensando "A la mierda con esto", pero crear tu propio círculo social paralelo con clientes regulares me da vida, algo alegre y positivo. Y debo recordar estar agradecido por eso. Es importante, especialmente cuando tienes una perspectiva negativa del mundo. Me ofrece la energía extra para sonreír a mis clientes que pueden necesitar una sonrisa.

Una taza de café debería ser algo social e inclusivo. Por lo tanto, lo más importante tendría que ser que cualquiera pueda pagar por una taza. Y ésta también es la razón de por qué todo en nuestra cafetería cuesta $2.20 dólares. No entiendo por qué las cosas tienen que ser tan caras. Me parece que la gente gastaría más dinero en la ciudad, si los precios fueran ligeramente más normales. Todo comenzó como una idea, pero ahora se ha convertido en cuestión de principios para mí. Aunque me siento con ganas de decir "Al carajo" casi todos los días y aumentar el precio, no lo hago. Siento que debo demostrar que todos los que se rieron de mí y el concepto estaban equivocados desde el principio.

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Recibimos muchos clientes regulares divertidos. El hecho de que todo cueste $2.20 dólares, evidentemente, significa que vienen todo tipo de personas; desde abusivos que cuentan historias y quieren pagar después, hasta gente rica del norte de Zealand que está cansada de pagar demasiado en Hellerup, o donde sea que compran su café. Puedes conocer personajes divertidos y aprendes mucho de la gente.

Por ejemplo, puedo platicar con una persona que también ha tenido una vida difícil y ha tenido que atravesar varias cosas. Y entonces te das cuenta de qué tan parecidos somos, que todos tenemos nuestros propios problemas. Debemos recordar abrirnos de vez en cuando porque a la larga nos ayuda.

Cuando llegas a un lugar donde el costo por un latte es absurdo, no puedo evitar pensar: "Puedo hacer esto por $1.40 dólares, pero ¿tengo que pagar $5.80 dólares por él?". Si me siento en algún lugar y compro algo cuyo precio original conozco, tengo que morderme la lengua. Pero mi novia está feliz cuando vamos al centro, así que no puedo evitarlo. Si no fuera por ella, este proyecto nunca hubiese tenido éxito. Cuando abrimos, ella ya había sido barista por cuatro años, a diferencia de mí, que no tenía ninguna experiencia en el área.

Hoy en día soy una persona completamente diferente a mi yo de hace cinco años. Y me parece que he cambiado diez veces en los último tres años. Realmente logras conocerte cuando has experimentado tal desarrollo. Ya sea que hayas cambiado una o tres veces, por lo general creo que cuando vives esta cara del mundo —cómo vivir y cómo es la realidad—, entonces creo que adquieres una manera distinta de ver la vida. Me he vuelto un poco más hippie y un poco más tranquilo. Ya no me interesa tanto cómo me vea la sociedad y lo que se espera de mí. No me parece que lo necesite. Puedo ser muy frívolo.


Tal y como fue contado a Simon Espholm