Pasé un día en la morgue

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Pasé un día en la morgue

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Alexandre se mueve en silencio alrededor del cuerpo. Lo levanta, lo voltea y lo regresa a como estaba. Cuando utiliza el bisturí, sus movimientos son precisos y calculados. No es un asesino, es un embalsamador, lo que significa que su trabajo es preparar a los muertos para sus funerales. "Hago que los muertos, a quienes no conozco, se vean hermosos", explicó en una forma demasiado poética. Con su peinado impecable, su camisa perfectamente planchada y su rostro de niño inocente, es más fácil imaginarlo en una escuela de comercio que en una morgue.

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"En Francia, el embalsamamiento moderno empezó en la décadas de los 60 y los 70", señaló. Aunque los rituales para conservar el cuerpo han existido desde la antigüedad, en Francia eran poco comunes hasta que un hombre llamado Jaques Marette, director de una empresa funeraria, fundó una escuela para embalsamadores y convirtió el embalsamamiento en una disciplina. "Antes de eso, la gente se enfocaba solo en el funeral. La presentación del cuerpo era algo adicional".

El cuerpo antes del tratamiento.

En general, embalsamar significa asegurarse de que el cuerpo no se deteriore —ya sea colocándolo en una superficie refrigerada o "invadiendo" el sistema vascular con un agente de limpieza—, después vestirlo, maquillarlo y peinarlo.


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La impresión que tiene la mayoría de la gente sobre el embalsamamiento no es particularmente alegre. Antes de llegar al laboratorio de Alexandre, creía que iba a oler a desinfectante y que iba a haber una nube de moscas rondando el cuerpo en estado de putrefacción. Sin embargo, la escena resultó ser bastante tolerable. Aunque no era mi tarde de viernes ideal, tampoco fue una experiencia deprimente.

"Este es un caso muy inusual", dijo Alexandre mientras veía al cadáver. Parte de la pierna del difunto estaba podrida; por lo visto, murió de cáncer. Después de lavar el cuerpo, Alexandre utiliza una solución de formol para detener el proceso de descomposición. No arregla nada, solo se asegura de que no empeore. Para eso, cubre la descomposición y los olores que la acompañan.

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Coloca una varilla en el abdomen y hace una incisión en la garganta, saca la arteria e inserta un tubo. Después, Alexandre conecta una bomba que inyecta un líquido conservador y al mismo tiempo extrae una mezcla de sangre, fluidos corporales y la mezcla de formol. El proceso toma entre 20 y 30 minutos.

"La profesión se está volviendo cada vez más difícil", me dice mientras trabaja. Él tiene su propia empresa y da empleo a otro embalsamador. También espera contratar a uno más en los próximos meses. Trabaja siete días a la semana y termina tarde casi todas las noches. "Es el tipo de trabajo en el que traes a tu esposa el domingo para pasar más tiempo con ella", dijo bromeando.

"El verdadero problema es que nunca te puedes desconectar. Si me tomo una tarde libre, sé que me pudieron haber llamado en cualquier momento para un tratamiento. Siempre dejo mi teléfono prendido y traigo mis bolsas en la cajuela del auto", continuó.


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Alexandre no tiene la obligación de tomar todas las llamadas pero al escucharlo hablar de su trabajo, él siente que sí. "Es todo lo que puedo hacer por los difuntos y sus familias. Te imaginas tener que esperar dos días para ver a tu papá porque el embalsamador se fue de vacaciones?". Es cierto, no puedo. "Con frecuencia me dicen que mis 'pacientes' pueden esperar. Pero en general, las familias no pueden ver a sus seres queridos antes de que haga mi trabajo".

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El embalsamador también viste el cuerpo.

Mientras que la bomba sigue drenando, Alexandre pasa a la siguiente etapa, que es limpiar cuidadosamente el rostro del difunto. Utiliza lana de algodón para bloquear los orificios para evitar escurrimientos inesperados. A continuación, cose la boca para estar seguro de que nada se mueva de su lugar.

"Me da miedo hacer algo mal. En este trabajo no se pueden cometer errores, solo tienes una oportunidad". No es solo una necesidad ética, también es una financiera porque un error podría costarle un cliente. Embalsamar no es obligatorio en Francia y son los directores de las funerarias los que le venden el concepto a las familias. Sin embargo, "últimamente, algunos directores lo incluyen en todos los paquetes que ofrecen y no le dan opción a los clientes". Las casas funerarias más grandes contratan embalsamadores de tiempo completo pero la mayoría utiliza un outsourcing para el servicio.

"La educación es muy importante", murmuró. "Las escuelas en Francia trabajan con pocos alumnos y limitan el número de diplomas que entregan cada año". La carrera dura dos años y medio divididos en dos partes: unos meses de teoría y otros de práctica. "Antes, cada estudiante tenía que pagarle a un embalsamador para que le enseñara", pero como Alexandre no tuvo que pagarle a su mentor, tampoco le pide dinero a sus aprendices.

Cuando terminamos de hablar, Alexandre ya había acabado su trabajo. El cadáver estaba vestido y maquillado. Coloca el cuerpo en el ataúd y le da unos retoques finales. En cuestión de horas, el rostro del paciente cambió totalmente. Se ve en paz. Gracias a Alexandre, esta mujer se va a quedar así hasta su funeral, que tendrá lugar en unos días.